Un mundo moderno, principalmente a finales del siglo XIX donde a pesar de todo, la horrible tradición continua por los Jaeger.
Mikasa, una de los pocos Ackerman que quedaban en todo el mundo, conoce a alguien más, quien aporta el nombre de Levi y de...
- ¡Eren! - lo detuvo, sus ojos se humedecieron, el chico se detuvo exaltado y su mirada cambió, mirando con más detenimiento, encontrando los sentimientos de su madre.
- Lo sé, sé lo que esto te provoca y como te sientes pero...no podemos hacer nada cariño, realmente el apellido maldito es el Jaeger, no el Ackerman porque...estoy segura, de que hay personas que piensan como tú, mi cielo, pero por ahora, no se puede hacer nada - concluyó y tomó sus pequeñas manos, dejando caer unas pocas lágrimas - Y por favor, no vuelvas a decir eso porque...tenerte aquí, siempre fue mi más grande ilusión, a pesar de las cosas, te he amado desde que supe que vendrías al mundo, a pesar de todo, ahora sé que eres un niño muy astuto e inteligente, algo me dice que desde que llegaste, eres la clave para cambiar el mundo con o sin ayuda mi cielo, yo lo sé - le dedicó una sonrisa mientras acariciaba su rostro y su cabello.
Él correspondió igual, recibiendo un beso en la frente.
- Además, sabes algo? - dulcificó más su voz
- ¿Qué cosa? - preguntó curioso
- Así como para papá, Zeke es el preferido...para mí, tú eres mi preferido -
Sonrió
El niño hizo lo mismo mientras sus ojos se llenaban de ilusión y entusiasmo para luego ser cambiado y arropado por su madre. Dejando a la oruga en un frasco sin tapa.
- Buenas noches, descansa, te quiero - acarició su cabello y su mejilla
- También te quiero mamá - respondió de forma dulce y acarició su mano para luego cerrar sus ojos y dormir.
Carla dio un beso en la frente del niño y salió de la habitación apagando las luces. Eren esperaría el silencio total para salir.
-- Haré que sea feliz después de lo que seguramente le hicieron -- pensaba mientras esperaba ese silencio.
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Al ser así, se levantó y cambió su ropa, sacó a la oruga del frasco, la colocó sobre su cabeza y salió de su habitación con mucho silencio.
Se dirigió a la cocina y comenzó a tomar pan, fruta, carne, para después salir e ir a donde había dejado a la niña.
Al llegar abrió la puerta, entrando y encontrando a aquella niña frente a él sosteniendo el cuchillo de madera con inseguridad mientras temblaba.
- Tranquila..., soy yo - dijo, pasando por completo y dejando las cosas en la mesa - Aquí está la comida, ¿Tienes hambre? - preguntó
Desde luego que asintió y se acercó, tomando un pan.
- ¿Por...por qué me....me cuidas? - dijo de repente, llamando la atención del niño, el cual sonrió
- Quiero cambiar el mundo y...quiero que veas que no todos los Jaeger son...malos - justificó con obviedad para él
- ¿Qué es...eso en tu...tu cabeza? - volvió a hablar, lo que lo alegró de cierta forma
- Se llama oruga, es un insecto del bosque o jardín - dijo mientras lo sostenía y enseñaba a la pequeña azabache para luego ladear un poco su cabeza - Por cierto...¿Cuál es tu nombre? - cambió el tema
La niña bajó la mirada y tragó el pedazo de pan que estaba en su boca.
- Mi...Mikasa - respondió algo tímida
El castaño acarició su cabeza, llamando su atención y sonriéndole con amabilidad.
- Un gusto, Mikasa, yo soy Eren y de ahora en adelante me encargaré de esconderte y mantenerte con vida - Se presentó, haciendo sonreír a Mikasa mientras asentía y daba como aprobada su idea.
