29. Atormentados.

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Muchas veces queremos olvidar nuestro pasado, pero lo deseamos con tanta intensidad que terminamos olvidando que este nos ha convertido en lo que somos ahora; y aunque a veces cambiamos de una forma que no hubiéramos querido, los recuerdos estarán ahí para decirnos que aún podemos aprender.

La manera para Chelsea de escapar de su realidad era estudiando. Los libros se habían convertido en su refugio, cada comentario hiriente se convertía en una página más, cada vez que sus padres la rechazaban era una hora más de estudio, cada vez que intentaba alejarse de todos, era un día entero en la biblioteca. Aunque ahora sus tardes de biblioteca se habían convertido en tardes en una cafetería y en compañía de otra persona atormentada por el pasado.

-No me gusta esta historia- dice Finn interrumpiendo- ¿No te parece agobiante, Helga?

El rubio apoya sus codos en la mesa y empieza a pasar sus manos por la cara, la lectura ya estaba comenzando a darle sueño.

-Deja de llamarme así o dejaré de leer el libro en voz alta- amenaza Chelsea sin voltear a verlo- Tengo entendido que ya puedes leer por ti mismo, así que no pienses que me tentaré el corazón si vuelves a molestarme.

Ríe-A ti todo te molesta, Murphy.

La chica baja su libro y por fin voltea a verlo. La mala mirada que le dedica parece divertirle al chico, molestarla se había convertido en un pasatiempo para tomarse unos segundos de descanso de la lectura.

La chica estaba sentada de piernas cruzadas en el sillón mientras que Finn estaba mirando hacia el frente e intentando no quedarse dormido.

-Me molesta que no te guste el libro de esta semana- dice alzando su copia de Orgullo y Prejuicio frente al rostro del chico-. Es una historia preciosa.

Finn bufa y regresa a recargar su espalda en el sillón.

-Es tediosa tan siquiera de escucharla, - dice girando su rostro a ver a Chelsea- en la misma página narra dos escenarios completamente diferentes y me pierdo.

-Los hombres tienen el cerebro del tamaño de una nuez, no me sorprende- musita regresando la mirada al libro.

-No lo discuto, es cierto- suspira estirando sus piernas por debajo de la mesa y recargando su cabeza en el respaldo para cerrar sus ojos.

Los días cada vez eran menos fríos por el medio día, pero apenas el sol dejaba su punto más alto y de nuevo era necesario estar bajo techo. Ahora por la ventana incluso se podía ver nevar.

-De verdad que tú no te tomas nada en serio, ¿cierto?- dice la chica dejando el libro de lado para tomar su bebida.

- ¿Cómo que no me tomo nada en serio?- dice abriendo sus ojos y centrando toda su atención en su amiga-. Estoy esforzándome.

Ríe-Si tú lo dices.

- ¡Oh disculpa, señorita intensa!- rueda los ojos- Pero yo si necesito cinco minutos de descanso después de estudiar tres horas seguidas. ¿Puedes culparme por ello?

Chelsea voltea a verlo aun sorbiendo de la pajilla. Al ver como sus ojos parecían estar luchando por no cerrarse y su expresión cansada se ha dado cuenta de cómo pasó el tiempo tan rápido. Él mismo lo había dicho, llevaban tres horas discutiendo sobre el libro, escribiendo notas y respondiendo un formulario de preguntas que les había dado el profesor Hoffman de tarea.

Ya estaba tan acostumbrada a matarse estudiando que no se detuvo a pensar en su nuevo compañero de estudio.

-Te culpo- le ofrece una sonrisa de lado pero de inmediato se obliga a borrarla.

El gesto fue tan rápido que incluso Finn duda si lo ha imaginado o no.

-Eres rara, Chelsea.

Frunce el ceño-Ya me habías dicho eso.

Epifanías de media nocheOn viuen les histories. Descobreix ara