38. A nadie le gustan las mariposas.

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Cuando dicen que el amor es ciego creemos que se refiere a cuando nos enamoramos de alguien y no nos importará el físico de la persona; pero no vemos el lado oscuro donde terminamos con una venda en los ojos que es muy difícil de quitar, donde ni siquiera nos damos cuenta de lo malo que implica seguir en la relación o como te hace sentir.

-Hola- saluda Hazel llegando junto a Peter y sus amigos.

No le agradaba mucho la idea de estar junto a Dylan y Brandon después de lo que le habían hecho a su amiga, pero quería hablar con su novio. En todo el fin de semana no supo nada de él ya que su madre le había quitado el teléfono. Lo más probable es que este ya estuviera descargado, lo cual significaba que los mensajes y llamadas de su novio no iban a ser recibidas tampoco.

Los tres chicos voltean al escuchar la voz de la castaña, dos de ellos sonríen, pero su novio solo la mira con el ceño fruncido.

-Hola- responde el chico cortante.

El timbre comienza a sonar por todo el pasillo; sus amigos se dan la vuelta y hacen una seña para despedirse de Hazel. Antes de que la chica pueda iniciar una conversación, su novio se da media vuelta y entra al salón de clase. Convenientemente la chica compartía clase de biología con Peter, así que podía seguirlo e intentar hablar con él para explicarle por qué su desaparición por varios días.

El chico se va a las bancas de atrás, lo cual Hazel comienza a seguirlo a paso apresurado y toma la banca que está atrás de él para poder tener su atención. A diferencia de como creyó que sería, no tuvo que hablar a la espalda de su novio, sino que Peter se dio la vuelta en su lugar para poder verla.

-Oye, quería decirte que...

- ¿Por qué no contestas mis llamadas y mensajes? - interrumpe el chico con evidente molestia en su voz.

La chica suspira-A eso voy- se arregla el cabello de forma nerviosa al ver que las personas han comenzado a entrar al salón- Mi madre por alguna razón entró a mi habitación y encontró mis pastillas, me castigó y ahora ni siquiera tengo permitido usar mi teléfono.

- ¿Y por qué no me avisaste? - Pregunta el chico de forma incrédula pero tranquila- Pudiste contactarme de alguna forma, un teléfono no es excusa, Hazel. Me...

- ¡Buenos días! - El profesor entra al salón- Ojos al frente Peter, tu novia seguirá ahí al final de la clase. Tú también deja de hablar Jeanne.

El chico vuelve a darse la vuelta al frente y el profesor comienza a dejar sus cosas en el escritorio. Se toma su tiempo para quitarse la bufanda y sacudir la nieve de su abrigo, pero el hombre sigue hablando:

-Si les parece hoy veremos la segunda mitad del tema de la célula.

Hazel deja de poner atención cuando el profesor enciende el proyector para comenzar a dar la clase. El fin de semana ya se había carcomido bastante la cabeza por imaginar que reacción tendría Peter al volver a saber de ella, y en ninguno de los miles de escenarios que creó en su cabeza su novio estaba feliz.

Le aterraba pensar que dejara de hablarle como venganza por lo que ella había hecho, aunque no había sido a propósito.

La mirada y atención de Hazel pasa repetidas veces del pizarrón a su novio frente a ella. Desde donde estaba recargada en la mesa del pupitre podía oler el perfume del chico, si hablaba podrían escucharse mutuamente y si se atrevía a levantar su mano podría tocar su hombro. Estaba tan cerca, pero se sentía como si hubiera una cerca electrificada e invisible que los separaba. Sentía un leve hormigueo en la boca del estómago y parecía que alguien estuviera apretando su garganta a tal punto de quitarle el aire.

El simple hecho de mirar a su novio dándole la espalda la tenía así. Apenas había cruzado un par de frases con él, apenas era la primera clase y ya sentía que ella misma se estaba arruinando el día sobre pensando en cómo Peter iba a reaccionar.

Epifanías de media nocheWhere stories live. Discover now