36. La caja de Pandora.

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Es normal sentir ansiedad de vez en cuando, estar preocupado por algo o alguien y comenzar a hacerse ideas en la cabeza de lo que pasará. Las circunstancias muchas veces están fuera de nuestras manos o simplemente no nos incumben, aun así no significa que no lleguen a afectarnos, ya sea directamente o porque le afecta a alguien a quien queremos.

A veces, lo único que queda es la esperanza de que todo mejore.

-Desde que subiste al auto vas con esa cara- dice Skylar dándole una mirada a su hermano antes de volver a mirar el camino- ¿Chelsea te dijo algo?

Finn niega- De hecho es todo lo contrario. Parece que le gusta mucho guardar secretos.

-Sí, y eso es frustrante para ti porque estás acostumbrado a que te den todo en la palma de la mano- se burla dando vuelta en la siguiente calle- Chels es muy inteligente, no va a caer con tus cortejos baratos.

Finn no hablaba de que hubiera intentado coquetear con ella, sino que la chica siempre está defensiva y lo era aún más cuando alguien se le acercaba para tener contacto físico, luego estaba el hecho de que parecía asustada con tan solo ver a su madre, a pesar de que la mujer se veía bastante tranquila. Todo se tornó tenso y parecía querer sacarlo de la casa a como diera lugar, sin importar que no terminara de decirle lo de respetar su espacio personal.

- ¿Sus padres son estrictos? - se atreve a preguntarle a su hermana.

Hace una mueca-Eso... es difícil de contestar.

Los señores Murphy no tenían una buena relación con su única hija, no les importaba para nada lo que tuviera que hacer y se limitaban a darle dinero para que no estuviera molestándolos con que necesita ciertas cosas. Se podría decir que tenían una forma de pensar algo estricta, se parecían bastante a la madre de los mellizos, sin embargo en lugar de intentar corregir u obligar a hacer algo a Chelsea, estos solo se decepcionaban, manipulaban e insultaban cuando llegaba a hacer algo que ellos vieran incorrecto.

-Bueno, ya mucho hablar de Chels- dice Finn negando con su cabeza.

Era como si la chica fuera lo único que en lo que podía enfocarse. No iba a negar que cada que en casa de Josh se detenía de voltear a verla cada cinco minutos.

-Mejor dime que piensas de lo que dijo mamá.

Skylar se queda callada, gira una última vez el volante y se adentra al garaje de su casa. Hablar de lo que había sucedido en casa de su madre no era algo de lo que quisiera hablar, todo le había dejado un mal sabor de boca y luego había rematado el día con la noticia de Josh. Prefería seguir molestando a su hermano con su enamoramiento.

-Ya sé que no es algo que querías, te conozco- insiste el chico cuando Skylar apaga el auto.

-Lo tomé bien.

-Debes ser madura- la mira, pero ella solo sigue con la mirada pegada al volante- No puedes meterte en la vida de mamá.

No quería arruinar todo, sabía que no tenía derecho de decirle a su madre que hacer con su vida amorosa. Aunque una pequeña parte de ella siempre soñó con que sus padres pudieran volver a estar juntos.

Algo ridículo e incluso imposible teniendo en cuenta que llevaban más de quince años divorciados.

El verlos como se llevaban tan bien, y saber que eran buenos compañeros de trabajo había alimentado esa mínima esperanza desde que era una niña.

El amor a veces resultaba difícil de comprender, el sentimiento no siempre era suficiente para mantener un matrimonio. Ni siquiera cuando era mutuo.

-Estoy siendo madura, no le dije nada para que pensaras lo contrario- le entrega la llave y baja del auto para dar un portazo a este.

Epifanías de media nocheWhere stories live. Discover now