5. Josh Blanc.

149 8 0
                                    

Por la mañana el chico había recibido una peculiar llamada. ¡Vaya forma de empezar el último primer día en la preparatoria!

Desde el invierno Josh había comenzado a sentirse extraño. Siempre estaba cansado, pero decidió atribuírselo al desvelarse demasiado. Comenzó a fatigarse con el mínimo esfuerzo de llevar a su perro a correr, pero lo justificó con el hecho de que había dejado de practicar fútbol en la escuela y había perdido la condición.

Hasta que el cuerpo comenzó a llenarse de moretones los cuales no recordaba haberse hecho. Así es como decidió que era hora de acudir al doctor hacía una semana atrás, el cual lo envió con un especialista que el realizó una serie de estudios. Y esa mañana por fin recibió la tan esperada llamada, pero con la horrible noticia de que todo indicaba que lo que Josh había estado padeciendo desde hacía unos meses, era leucemia.

El chico no tuvo el valor de decirle a sus padres y su mejor opción para escapar de tal conversación, fue despedirse y salir a la escuela.

El teléfono no paraba de sonar, pero al parecer su madre no alcanzó a escucharlo ya que había vuelto a su habitación después del desayuno. Josh decidió contestar y él mismo fue quien recibió la mala noticia.

Ya era hora del almuerzo y todos están en la cafetería buscando algo para comer. Excepto Josh, quien iba caminando a paso apresurado al estacionamiento intentando huir de los pensamientos que le han carcomido la cabeza toda la mañana.

Se recarga en un árbol y abre su mochila para sacar un cigarrillo, pero antes de encenderlo se queda mirándolo.

¿Podía permitirse fumar ahora que sabía de su enfermedad?

-Carajo- tira el cigarrillo lejos de donde está.

Las lágrimas comienzan a inundar los ojos de Josh e inmediatamente el chico comienza a pasar sus manos por su rostro intentando borrar cualquier rastro de ellas.

No quiere llegar a casa, no sabe cómo contárselo a sus padres sin romper a llorar del miedo. No quiere que sientan pena por él.

Las lágrimas de por si no paran y comienza a sentir que el mundo de pronto le queda demasiado grande. Se deja caer en el suelo y cierra sus ojos intentando asimilar todo.

Miles de preguntas vienen a su mente, pero todas terminaban llagando a lo mismo; ¿esto tiene cura?

-Josh- lo llama una voz ya conocida.

Levanta su rostro y frente a él se encuentra Scott Davis.

Su amigo parecía no saber qué decir, era como si intentara buscar las palabras, pero se notaba preocupado por haberlo encontrado ahí.

Muy en el fondo, Josh sabía que aunque Scott pudiera hacerle preguntas sobre que hacía en el estacionamiento, no sabría cómo responderle.

- ¿Necesitas algo?- pregunta Scott al fin.

Ambos se llevan muy bien desde el primer año. También estaban juntos en el equipo de futbol, y aunque a Josh no le costaba contarle las cosas personales a su mejor amigo, esto era algo que aún no podía asimilar él mismo.

-Yo...- la voz de Josh se quiebra y comienza a llorar de nuevo.

Cubre su rostro sintiendo vergüenza y Scott se acerca para rodearlo en un abrazo.

-Sea lo que sea puedo ayudarte, vamos Josh- da unos leves golpes en su espalda intentando animarlo.

-Maldita sea- dice Josh separándose cuando siente que el abrazo de su amigo solo provoca que quiera llorar aún más-No sé qué va a pasar.

- ¿Peleaste con tus padres? ¿Te suspendieron? ¿Embarazaste a una chica?- comienza el castaño a intentar adivinar, pero Josh se limita a negar intentando no mirarlo a los ojos- ¡Vamos! Puedes confiar en mí.

Epifanías de media nocheWhere stories live. Discover now