Capítulo N° 42

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Era de noche y el viento soplaba fuerte, golpeaba los vidrios que, aunque eran reforzados, se azotaban de una forma que los sobresaltaba. Era una tormenta aproximándose, así que Erica descolgó la ropa del fondo para evitar que se mojara, con ayuda de Lucas la transportaban hacia el interior de la casa, y en el lavadero se dedicaron juntos a doblar y dividir en pilas la ropa de cada uno.

La mayor pila de ropa era de Jack, la cual Erica acomodó en la cajonera de la habitación donde ubicaban todas sus pertenencias, sus pañales y chupetes, e incluso sus cuentos. La pila de Erica fue llevada hacia su habitación y la dejó sobre la cama, mientras que la de Lucas, quien ya había salido de la casa junto al Loco para comprarse ropa, se quedó allí acomodado en un clóset hasta encontrar una mejor ubicación. Erica entonces tomó la pila con ropa del Loco y la llevó hacia el sótano.

Bajó las escaleras, donde él estaba entrenando desde hacía un par de horas. Una vez abajo lo vio colgado de la barra, donde levantaba su peso una y otra vez. Su tatuaje de alas de ángel se contraía en su espalda por los músculos trabados, parecían incluso extenderse para volar, y el sudor hacía brillar su piel. Lo observó levantar su peso un par de veces más mientras se acercaba para poder dejar la ropa sobre su cama.

«Le creció el cabello, también un poco la barba, se ve... distinto...»

Pensó Erica al verlo, ya no tenía su cabeza rapada casi al ras, su cabello estaba algo crecido aunque aún muy corto, pero lo suficiente largo como para que se notara su tono castaño claro. Tenía una pequeña barba de unos días que le sentaba realmente bien, hacía resaltar sus ojos celestes y sus bellos rasgos.

El Loco la miró, pero no abandonó su trabajo, la miró fijamente mientras levantaba su peso, y cada vez que lo hacía sus músculos se marcaban.

—¿Qué sucede, engel?

—Va a haber tormenta, con Lu entramos todo, así que te traje tu ropa —explicó al señalar con su mano la ropa doblada sobre la cama.

Él bajó de la barra, algo jadeante y tomó una botellita de agua para beber.

—Gracias, mein engel, aunque no era necesario. Podía hacerlo yo.

—No me costaba nada —dijo ella con una sonrisa y lo miró en silencio—. Tu pelo...

—Ya tengo que raparlo —admitió con un suspiro al pasar su mano por la cabeza, luego llevó la misma mano hacia sus mejillas—, y afeitarme. Estuve algo ocupado y me olvidé.

—Me gusta cómo se ve —dijo Erica con una sonrisa—, resaltan más tus ojos.

—Me lo cortaba porque era incómodo para trabajar, pero... ya no estoy en Mörder, podría... dejarlo crecer —dijo en un murmullo mientras miraba hacia otro lado.

—Fosa dijo que tengo que aprender a lanzar cuchillos, tal vez podrías enseñarme —dijo encogida de hombros—, si no te molesta, sino puedo decirle a la Babu que...

Él la tomó de una mano para poder acercarla hacia sí, lo que sorprendió un poco a Erica, algo nerviosa, con su corazón latiendo más rápido de lo normal.

—Vení, engel —dijo y la colocó frente a sí, le extendió con cuidado un cuchillo de lanzar—. Quiero que intentes clavarlo ahí —le señaló un blanco a lo lejos.

—Pero... yo no sé hacerlo...

—Te voy a ayudar.

Erica lo miró en silencio, él le dedicó una sonrisa tratando de darle confianza, así que ella respiró hondo y arrojó el cuchillo, que golpeó en la pared para luego caer al suelo, bastante alejado del blanco. Se encogió de hombros sin querer mirarlo, pues creyó que él se burlaría de ella por su ineptitud, pero para sorpresa suya el Loco le habló con suavidad y sin risas de por medio.

Mörder [ COMPLETA ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora