Capítulo N° 62

8.6K 720 118
                                    

Todo era niebla y oscuridad, incluso podía oír esas gotas en su frente.

Ploc. Ploc. Ploc.

Oía las palabras de Fosa, «sos fuerte, sos valiente, sos inquebrantable»

«Inquebrantable», pero Erica estaba quebrada, había entrado en el vacío por el dolor, su mente se había quebrado por completo, se volvió solo niebla, solo humo. Ella ya no estaba allí, flotaba en la nada misma, entre las sombras de sus pensamientos, entre recuerdos que se acercaban a ella como fantasmas.

Oyó un disparo, luego otro. También oyó gritos, pero no le importaba.

—¡Erica!

Continuaba mirando los hermosos ojos de su amado esposo, ojos vacíos, pero a su vez no lo estaba viendo, pues ella no estaba allí. Era un fantasma, solo un fantasma.

—¡Erica, carajo!

—Soy fuerte, soy valiente, soy inquebrantable —murmuró.

—¡Erica, pensá en Jackie, por Dios!

Jackie, Jackie, Jackie.

La imagen de ese pequeño niño de solo dos años llegó hacia ella como niebla, como un fantasma. Su cabello rubio, sus bonitos ojos celestes, su sonrisa brillante y su tierna voz. Incluso pudo oírlo, pudo oír su voz diciéndole «mami Ica». Lo veía corretear y abrazarla, lo veía reírse y acurrucarse contra su pecho cuando le leía cuentos. Lo veía saborear sus comidas saludables con su carita sucia y manchada, pero con una amplia sonrisa llena de felicidad.

—Jackie —susurró, en medio de esa niebla—. Soy fuerte, soy valiente, soy inquebrantable. Soy inquebrantable, inquebrantable.

Repitió la última palabra incontables veces, y a su alrededor seguían oyéndose insultos y disparos. Había alguien allí, Erica no sabía quién era, pues su voz se había oído muy lejos. Repitió varias veces más, inquebrantable, inquebrantable, y entonces parpadeó. Parpadeó y ya no estaba en el vacío, frente a ella estaba el cuerpo de su amado con Hund recostado en su pecho. Giró entonces la cabeza y pudo ver a Chris peleando contra Aaron, Chris estaba herido, aunque no parecía ser gracias a su rival, pues la sangre en él estaba seca.

Entonces se puso de pie y tomó el cuchillo negro del Loco, le dio un beso en la empuñadura y se dio la vuelta. No había nada en su rostro, sus ojos no mostraban nada, era un cadáver viviente, solo un fantasma. Era el vacío mismo.

—Chris —dijo en lo alto—. Andate.

—¡No te voy a dejar, estúpida! —gritó al sujetarse de sus heridas.

—No lo voy a repetir, andate.

Él la miró algo confundido, pero allí no estaba Erica, no estaba la Princesa, no estaba su amiga, ni siquiera estaba la Bombita. Era otra cosa, otro ser que él no conocía pero que le heló la sangre de solo ver su mirada de hielo. Entonces dio una voltereta y se alejó para cubrirse tras una columna y poder recargar su pistola.

—Voy a quedarme acá, no voy a irme, pero te daré espacio.

—Como quieras.

Aaron la miraba con una sonrisa socarrona, la apuntó directo a la frente y disparó, pero ya no tenía balas, las había gastado con Chris, entonces con fastidio arrojó la pistola al suelo y se preparó para esquivar sus ataques. Erica, sin embargo, se quitó los cuchillos de las piernas y los arrojó al suelo, se quedó solamente con el cuchillo negro del Loco, el que había pertenecido a su padre.

—¿Qué pasa, Princesa? Creí que llorarías más, te veo muy tranquila —dijo con una sonrisa—, ¿será que no lo amabas tanto como creías?

—Estoy harta de escuchar tu asquerosa voz.

Mörder [ COMPLETA ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora