Capítulo N° 23

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Despertó gritando, los últimos tiempos tenía muchas pesadillas, veía la muerte de Aaron y otras tantas veces soñaba con su propia muerte.

A su lado, Sveta se acercó para darle un tierno beso en la frente antes de irse a una misión, Erica solo le dirigió una sonrisa. Le dolía el costado del cuerpo, grandes moretones se veían ahí por las patadas de Fosa, y en la enfermería le habían dicho que tenía una costilla rota.

—Debí cortarle la puta arteria —gruñó con dolor.

Con cuidado se puso de pie y comenzó a vestirse. Podía respirar bien, podía andar y caminar, pero las costillas le dolían bastante, en especial ante los roces. Tomaba analgésicos para el dolor y solía colocarse frío en la zona.

Desde que había descubierto la identidad de Fosa, él no la había llamado, no cuando los Moms se encontraban histéricos por la muerte de Jonathan. Buscaban culpables, habían interrogado a varios asesinos y sirvientes, e incluso habían impuesto un toque de queda y mayor seguridad, pero no llegaban a ningún lado, y Gretchen no pensaba pedirle ayuda a Julio.

Gretchen nunca siquiera pensó en tomar a Erica como sospechosa, el único momento en que la interrogó fue cuando llegó herida, y la excusa de haber cometido un error y ser castigada por Fosa fue muy creíble para ella, quien pese a los talentos de Erica la seguía considerando una inútil.

Y, también, desde que supo que su cuchillo había pertenecido a la madre del Loco, y que él le había pedido ayuda a Fosa para entrenarla, no se lo hacía cruzado en ningún momento. No cuando se encontraba a cada instante junto a Gretchen para poder protegerla, y eso para Erica había sido un alivio.

Sumergida en sus pensamientos, no se percató de ese gran torso con el que estaba por chocar sino hasta que el impacto fue inevitable. Con pereza levantó la vista para reconocer esos ojos celestes que la escrutaba con curiosidad. El curvó sus labios en una sonrisa egocéntrica y, con su voz grave habitual, se rió de forma irónica.

—Sabía que te arrojarías a mis brazos, aunque no creí que de esta forma tan apasionada —dijo el Loco con una sonrisa de lado, pero Erica lo empujó con fastidio.

—¡Correte!

—Epa, epa... —La tomó del mentón para que lo mirase al rostro, donde tenía un moretón—. ¿Qué le pasó al angelito?

—¡¿Qué te importa?!

—¿Quién fue? —preguntó entre dientes.

—No te importa.

—¡¿Quién mierda fue?!

—¡Fue Fosa! ¡¿Algún problema?! —le gritó y volvió a empujarlo para hacerlo a un lado—. Si cometo errores es normal un castigo.

—¿Y qué clase de error amerita esto, engel? —preguntó con su rostro serio.

Ella sonrió de lado.

—Apuñalarlo, quizá.

Él la miró con sorpresa, con sus ojos bien grandes y entonces comenzó a reírse, quizá creyendo que era una broma, pero al notar que el rostro de Erica se volvió más serio y molesto, sus gestos mutaron de la diversión a preocupación, y luego a desesperación.

—No vuelvas a hacerlo.

—Ya aprendí mi lección, ahora dejame en paz —chasqueó la lengua con fastidio y lo esquivó para poder alejarse.

Erica sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal mientras se alejaba, no estaba segura de si se debía a la cercanía del otoño o si era por el Loco, porque pese a que intentaba mostrarse valiente frente a él, la verdad era que le daba miedo.

Mörder [ COMPLETA ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora