EXTRA: Rata | parte 4

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Todo lo que se murmuraba sobre Nahuel Pietrzak era cierto. Todo lo que Omar había oído sobre él, era la pura verdad. Estaba jadeante frente a ese muchacho de mirada fría como el mismísimo invierno ruso. Una mirada tan cruel y helada como la de Jonathan Moms.

Llevaban peleando solo quince minutos y ya estaba cansado, porque Nahuel era realmente bueno. Lograr impactar un golpe era un gran reto, y llave de sumisión que le hacía era una llave que él rompía al instante al dislocarse los huesos. Incluso la posición de pelea de Nahuel era distinta a las demás, nunca había visto una pose como esa, tanto ofensiva como defensiva.

Era tan rápido, tan ágil, tan habilidoso, que Omar supo en ese mismo instante que en verdad podría morir en sus manos si se descuidaba.

Le había quebrado un brazo a Pietrzak y este aún continuaba peleando. Omar mismo tenía un hombro dislocado y la nariz partida, pero no iba a dejar de pelear hasta que uno de los dos cayera. Por eso, cuando Nahuel volvió a atacar a gran velocidad, Omar le frenó el brazo bueno y de un golpe seco se lo quebró, sin embargo Nahuel dio un giro muy habilidoso en el aire y enredó sus piernas en el cuello de Omar para arrojarlo al suelo en una llave de estrangulación.

Tomó entonces un cuchillo de su pierna y lo clavó en la pierna del muchacho, pero ni así este dejó de presionar con sus músculos para entrangularlo.

Ambos estaban muy heridos, llenos de sangre, pero Omar estaba en verdad muy cansado de esa vida. Con el poco oxígeno que le quedaba miró al rostro a Nahuel Pietrzak, de rasgos atractivos pero gestos enfadados y llenos de odio, con sus pequeños ojos azules grisáceos que ansiaban matarlo.

Omar dejó de defenderse, si moría le daba igual. Si vivía, también le daba igual. Y si vivía, no lo iba a hacer como el ganador. Once años como el mejor elemento era suficiente para él, que fuera el insoportable Nahuel quien tomara esa responsabilidad. Sin embargo no se rindió, dejó que fuera Pietrzak el que decidiera su vida.

Nahuel Pietrzak aflojó su agarre antes de dejar inconsciente a Omar y se hizo a un lado. Miró con su rostro furioso hacia Jonathan.

—Gané —le dijo.

—Así es, hijo. No esperaba menos —dijo Jonathan con orgullo.

Omar tuvo que toser para poder respirar y recuperar algo de oxígeno. Tanto él como Nahuel Pietrzak tuvieron que ser atendidos enseguida, por las múltiples heridas en sus cuerpos. Fue Raúl quien le acomodó el hombro dislocado a su hermano, quien lanzó un fuerte alarido de dolor.

—¡La recalcada concha de tu hermana! —gritó Omar—. Ese pendejo hijo de mil puta se dislocaba y acomodaba los huesos como si nada, es un puto monstruo.

—Lo es —admitió Raúl y se sentó junto a su hermano mientras una enfermera sanaba las heridas en Omar—. Lauchita… ¿en verdad perdiste?

—¿Vos qué carajo creés? Me encanta tener los huesos dislocados, y no soy un fetichista de la estrangulación —bromeó él—. Aunque si es una mujer muy sexy tal vez lo acepte, ¿eh?

—Andate —ordenó Raúl a la enfermera con una mirada intimidante—. Yo me encargo.

Ella se alejó enseguida para dejar a los Leiva solos. Raúl comenzó a desinfectar las heridas en su hermano menor, mientras este continuaba bromeando.

—Hablo en serio, Omar. ¿En verdad perdiste?

—¿Vos pensás que le dejaría ganar a ese engreído hijo de puta?

Raúl entrecerró los ojos para analizar a su hermano. Era cierto que Nahuel Pietrzak era un monstruo, algo único creado por el mismísimo Jonathan Moms, pero también era cierto que Omar era el talento nato y que tenía muchísima más experiencia que el muchacho.

Mörder [ COMPLETA ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora