Capítulo N° 38

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El cielo se veía nublado, Sveta había llegado a la casa para ayudar a tratar las heridas de Lucas, además de ser una grata compañía con la que él podía hablar sin miedos.

Sveta era la única con la que Lucas hablaba de verdad sobre lo que había vivido, pues ella era tan amable, tan cariñosa y comprensiva, que como una delicada hipnosis él terminaba por soltar su dolor. Ella le hacía caricias en el cabello, lo oía con atención y le decía bellas palabras reconfortantes que le acariciaban el alma.

—Debió ser muy duro, solnyshka —le dijo al acariciarle el cabello con cariño—. Si querés volver a hablarlo sabés que acá estoy.

Lucas la miraba con cariño, pues aunque era muy distinta, le recordaba un poco a su madre. Sveta lo abrazó con cariño y secó sus lágrimas.

—Si querés podemos cocinar algo juntos para cuando regresen la pequeña y el alemán, junto con Jack, ¿te gustaría?

Lucas asintió. No sabía qué poder tenía esa mujer, pero lograba todo en él solo con su suave voz. Terminó por sonreír para ella y se puso de pie con ayuda de un bastón ortopédico que Sveta le había llevado. Eso le ayudaba a movilizarse mejor hasta que su cuerpo recuperase fuerza.

—Estás sanando bien, solnyshka, pronto vas a poder moverte como desees.

—¿Qué es eso de solnyshka? —preguntó él con curiosidad.

—Solcito, pequeño. Solcito.

Lucas sonrió ampliamente y se sentó a la mesa para poder comenzar a cocinar junto a ella, mientras que Jack miraba sus dibujos animados en el sillón, junto a Hund.

Erica y el Loco se habían ido, ella le había pedido como favor que la acompañara a su casa, quería y necesitaba ver el lugar, sentir los aromas familiares y recoger algunos objetos importantes.

Fueron específicamente en un horario en el que ella sabía que los vecinos estaban ocupados o dentro de sus casas. Él abrió la puerta con una ganzúa, pues Erica no tenía la llave de la casa, y al entrar ella tuvo que sostenerse un instante del marco de la puerta, ya que todo seguía siendo ese caos que la llevó hasta Mörder.

Engel, ¿querés que le diga al Gusano para que hagan una limpieza?

—Después, quiero... agarrar un par de cosas.

Con lágrimas en sus ojos Erica recorrió junto a él cada parte de la casa, y de vez en cuando ella se detenía para abrazarse a sí misma al llorar. Tuvo que sentarse a la mesa de la cocina por un instante, con los recuerdos de su madre cocinando allí y Celeste bailando a un costado. Con la risa de su padre que llegaba como música y el abrazo, junto a un beso, que le daba a su esposa mientras cocinaba.

El Loco tomó un vaso limpio que había en una alacena y le sirvió agua, la cual Erica bebió rápidamente para intentar ahogar esa angustia. Él se ubicó de pie a su lado, le hizo un par de caricias en el cabello para reconfortarla, luego de un rato Erica se sintió mejor y pudieron recorrer el resto de la casa.

Al subir las escaleras entró primero en la habitación de sus padres, donde tomó de arriba de la mesa de noche, del lado de su madre, una foto de su casamiento. La tomó con cariño, porque no pensaba dejarla.

—¿Puedo ver? —preguntó él y Erica le extendió la foto mientras tomaba algunas otras cosas—. Te parecés a tu papá, tenés la misma cara.

—Sí... Cele se parecía un poco más a mi mamá —dijo ella con una sonrisa triste—, por eso era más bonita.

Salieron de la habitación, Erica llevaba algunas cosas cargadas encima que colocó en un canasto de mimbre. Luego abrió la puerta de su habitación y entró allí, había polvo en varios lugares, su habitación también había sido revisada y varios objetos se encontraban rotos en el suelo. Erica suspiró al ver la habitación en esos tonos delicados, su cama con objetos lilas, su color favorito.

Mörder [ COMPLETA ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora