EXTRA: Rata | Final

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Con guantes puestos y una mascarilla, Omar se encargaba de limpiar correctamente la casa, en especial su habitación y el cuarto de juegos de Tahiel. Siempre había sido muy estricto con la limpieza por las enseñanzas de su madre, aunque en eso Nahuel era incluso más exigente.

—No me digas, otra vez viene tu monstruo —siseó Nahuel con molestia.

—Sí, Nahuel, obviamente va a venir siempre si esta es su casa —resopló Omar mientras se quitaba los guantes para poder ir hacia la cocina.

—Ya limpié la cocina, y mejor que vos.

—¿Te quedás a tomar unas cervezas conmigo y con Pam, o te intimida un niño de casi tres años? —se burló.

—Ojalá fuera un simple niño de tres años, es una bestia incontrolable —gruñó Fosa—. Voy a estar en mi habitación muy tranquilo, sin soportar a tu bicho ese.

Omar se rió de buen ánimo y encendió un cigarrillo con tranquilidad, para luego subir las botellas de cerveza al freezer y que estuvieran al punto exacto para beber. Revisó la carne en el horno, que se cocía a fuego mínimo para quedar jugoso y perfecto, pues la carne era la comida favorita de Pamela.

Su teléfono comenzó a sonar así que lo tomó del bolsillo para atender.

—Hola, mi vida, mi reina —dijo con ánimo y sopló el humo mientras revisaba las papas y verduras.

Mi tigre, ya preparé a Tahi, en unos minutos salimos para allá —dijo Pamela, y en el fondo se podía oír la voz de Tahiel muy entusiasmado—. ¿Va a estar mi bellísimo y culeable Nahuel?

—Se va a encerrar como el ermitaño amargado que es.

Aw, nunca voy a poder estar con él. Unas ganas de probar qué hay bajo todo ese mal humor —dijo ella con una risita—. ¿Qué hay de la chica esa?

—¿La Bombita? —se rió Omar—. No estaría conmigo ni aunque fuera el último hombre en la tierra.

Bueno, yo no puedo cogerme a Nahuel y vos no podés con la Bombita, parece que no tenemos suerte —dijo con voz animada—. Subí las cervezas, ya estamos saliendo de la habitación.

Pamela colgó la llamada, por lo que Omar continuó preparando las cosas. Abrió unas bolsas de snacks que comenzó a servir en distintos cuencos, porque a Tahiel le gustaban mucho, aunque Pamela casi nunca comía un bocado de esos snacks.

No pasaron muchos minutos antes de que su teléfono volviera a sonar.

—¡Palomita, ya está todo listo!

Sin embargo no se escuchaba su voz, se oía el sonido de algo que se refregaba, como tela rozarse. Pensó que quizá el teléfono se había desbloqueado en su bolsillo, hasta que oyó el llanto de Tahiel.

—¿Hijo? ¿Tahi, sos vos? —preguntó con preocupación.

—¿Papi? Papi… —sollozó Tahiel con más fuerza.

—Tahi, ¿estás bien? ¿Qué pasó? Pasame con mamá.

—¡Vení por Tahi, ahora! —gritó Pamela—. ¡Sabatini se liberó y estoy herida!

Se irguió en ese mismo instante, con su pulso acelerado.

—¡Pamela, alejate de ahí!

Ya es tarde —su respiración se oía acelerada, y con su clásica voz seductora y bromista agregó—: Se suspenden las cervezas, tigre.

—¡Pame, salí de ahí con Tahi! —gritó Omar y tomó las llaves de su auto al instante.

¡Estoy herida, pedazo de imbécil! —gritó. Se oían más disparos detrás—. Tigre, si Nahuel le toca un pelo voy a volver para matarlo, ¿me escuchaste?

Mörder [ COMPLETA ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora