Capítulo N° 34 | parte 2

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Para no molestar en la casa con tanta gente, Chris y Thamma se habían ido por separado cada uno a su vivienda, se habían tomado dos Uber distintos, el Loco fue quien los despidió y, de paso, les agradeció por la ayuda. Cuando regresó dentro aseguró todas las aperturas de la casa y fue a la cocina, donde Erica estaba de pie apoyada contra la mesada. Ella tenía aún la camisa de Aaron, se veían sus medias rojas y, al tener la camisa desgarrada por cuchillos, también podía verse parte de su lencería.

Mein engel, estás herida, hay que curarte —dijo él con su rostro serio.

Erica tenía un corte en la mejilla, sobre el pómulo. También algunos en brazos, vientre y pecho, su ropa estaba bastante deshilachada ya.

Ella no respondió, se mantuvo con la mirada baja, mirando sus manos con sangre, mientras que el Loco preparó la cafetera, pues tenía pensado quedarse despierto hasta tarde solo por las dudas.

—¿Erica?

—Estoy bien... —dijo ella en un susurro, miraba con atención el morral de Martín que estaba sobre la mesa—. Solo pienso en Martín, lo dejé ahí y ahora... él ahora debe estar muerto...

Engel, está bien llorar si es que lo necesitás. No te obligues a ser fuerte en un momento así.

Erica se quedó un instante en silencio, solo mirando ese morral con las pertenencias de Martín, con su mirada vacía y triste. Luego dirigió su mirada hacia a él.

—Voy a bañarme, luego me curo.

Sin esperar una respuesta se fue rápidamente hacia el baño. El Loco la siguió con la mirada, Erica se veía extraña, con una mezcla de emociones muy grandes. Se veía furiosa, triste, pero también desamparada.

Mientras se preparaba el café fue a ver a Jack a la habitación, estaba dormido y abrazaba a Hund. Se sentó por unos instantes a su lado para poder acariciar la cabecita rubia, luego le dio una caricia a Hund. Los últimos días él le estuvo desobedeciendo, pero el Loco sabía que para su querido amigo, Jack era la prioridad. Jack lo necesitaba mucho más.

Les dio un beso a ambos antes de salir, debía cambiarse de ropa, estaba manchada de sangre, pero por el momento prefería llevarle una calentita taza de café a Sveta, y asegurarse también del bienestar de Lucas.

Ese muchacho le causaba mucha curiosidad.

Con dos tazas en las manos bajó cuidadosamente las escaleras para poder acercarse a ellos. Lucas estaba recostado en la cama que habían armado para él, con un suave colchón y cómodas almohadas, con sábanas limpias y mantas abrigadas.

Sveta estaba sentada a su lado en un asiento, tenía una mano del rubio en la suya, la miraba con atención, con su rostro sombrío.

—Le cortó dos dedos de la mano izquierda, meñique y anular —dijo con ese rostro oscurecido por la furia, luego señaló un pie—. También el meñique en el pie izquierdo. Son tres dedos en total.

El Loco se acercó enseguida para verlo, observó con cuidado los muñones que poco a poco cerraban y cicatrizaban, parecían estar bien cuidados.

—Se ve bastante bien, Martín lo debe haber ayudado, él sabía de medicina —dijo en un susurro y miró los moretones y golpes en el rostro de Lucas—. Pobre chico, lamento haber tardado tanto en ir.

Mörder [ COMPLETA ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora