Capítulo N° 30

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Era de mañana y la lluvia había cesado, se veía un intenso y cálido sol en el cielo. Chris se había ido más temprano, pero prometió regresar a la tarde, debía acomodar un par de cosas en donde estaba quedándose. Debido a que era más sencillo encontrarlo si se quedaba en su casa, había decidido regresar a la villa, donde dijo estar más seguro por ser complicado de entrar de noche.

Por su parte, el Loco, Erica y Jack se habían ido con la camioneta al centro, tenían pensado comprar ropa y otras utilidades para la casa. Por ese motivo, mientras que Erica estaba en una tienda de lencería para comprarse ropa interior, el Loco se encontraba con Jack en una tienda infantil.

—Comprendo lo que dice señor, pero necesito que me diga el talle.

—¡Y yo que mierda sé! ¡Es una mierdita chiquitita! ¡Es nene! ¡¿Qué más necesitás saber?! —se quejó él con fastidio, con Jack en sus brazos.

—Pero podría ser un talle dos o un tres, la ropa tiene cambio, si lo desea puede cambiarlo en caso de que no le quede —insistió la vendedora.

Algunas de las vendedoras sonreíam con picardía por ver su belleza y su increíble musculatura, por eso otra de ellas se acercó a él de mejor humor que la anterior. Las mujeres enseguida buscaron distintas prendas para mostrarle, a él le daba igual, pero al menos trató de ver cosas que fueran bonitas.

—Eh, enano, ¿te gusta esto? —le mostró un jean azul, Jack sonrió con alegría y comenzó a aplaudir—. Bueno, se viene con nosotros.

—¿Algo más, señor?

—Sí, más cosas, más, más, más.

El Loco continuó eligiendo distintas prendas, luego pagó y salió de ahí para ir a otra tienda, donde compró una bolsa de pañales extra y algunos juguetes. Jack había quedado fascinado con un pequeño tobogán de plaza blanda, y él no dudó en comprarlo. Era pequeño y entraba perfectamente en cualquier parte de la casa.

Las mujeres se enternecían al ver ese enorme hombre con un bebé tan tierno en sus brazos, al menos hasta que vieron a Erica acercarse a ellos despacio y con cuidado.

—¿Estás bien? ¿Querés descansar? —preguntó él al verla caminar despacio.

—Estoy bien, necesito caminar, no puedo estar siempre recostada —dijo Erica con el sudor recorriendo su frente—. Me gustaría ver esa tienda.

Él dirigió su mirada hacia una tienda de ropa femenina, con bonitos vestidos en la vidriera. Guardó todas las compras en el baúl y luego la acompañó hacia allí, porque estaba sudando bastante y temía que se desmayara.

El Loco bajo a Jack al suelo y lo tomó de la mano para que caminara junto a él, aunque le desesperaba bastante hacerlo porque Jack era demasiado lento o corría demasiado rápido, lo cual era un peligro.

—¿Y mami? —lo miró con tristeza—. ¿O’ta mami?

—Mami… ella está… durmiendo… —el Loco sintió angustia en la garganta, sin saber qué responderle.

Jack comenzó a llorar y se arrojó al suelo en un pataleo.

—¡¿O’ta mami?! ¡Taño a mami! —Jack se refregaba los ojos al llorar, con sus puños—. Mi mami, a mi mami...

El Loco se agachó en el suelo junto a él y apoyó con suavidad su mano sobre la espalda del niño, que se había recostado en la vereda. Las personas los miraban con atención, pero a él no le importaba. Tomó en sus brazos a Jack y lo abrazó, con su propio corazón destrozado y las lágrimas que intentaba retener en sus ojos.

—Yo también la extraño, Jack, yo también…

Jack lloró con fuerza aferrado al pecho del Loco, murmuraba cientos de veces que quería a su mami, y cada palabra era una daga en la espalda del Loco.

Mörder [ COMPLETA ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora