EXTRA: El trato | parte final

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Había dormido poco durante el viaje porque estaba muy ansiosa y también muy angustiada, había aguantado su tristeza y sus deseos de llorar por dos meses, y temía romperse en mil pedazos no bien viera a sus hijos.

Los últimos días había pensado mucho en su familia, en sus padres tan cariñosos con ella pero a la vez tan liberales. Jamás le habían puesto un límite, ni controles, ni prohibiciones, Erica ni siquiera necesitó jamás avisar que se iba a algún lado, y pese a lo mucho que los amó siempre, también se sintió muy desprotegida.

—¿Puedo decirte algo aunque te enojes? —murmuró Erica mirando hacia su maestro.

Los gestos en el rostro de Fosa cambiaron al instante, se volvieron oscuros.

—Si me decís que estás embarazada de Volkov, voy a abrirte el vientre con una daga y extirparte el monstruo con mis dedos, ¿me escuchaste?

Ella curvó sus labios en una sonrisa y sintió sus ojos llenarse de lágrimas, con sus gestos más adoloridos.

—Mis papás eran buenos y muy cariñosos, los amo con toda mi alma, pero a veces sentía que no les importaba si yo estaba bien, o si algo me pasaba —Apretó los labios con fuerza para evitar llorar—. Tampoco me dijeron nunca que estaban orgullosos de mí, supongo que soy un desastre. Lo soy, ¿verdad? Por mi culpa están muertos, ellos, mi hermana. ¿Por qué sentirían orgullo? Estuve con tantos hombres que perdí la cuenta, dije que me dedicaría a la danza y ni siquiera tuve éxito en eso. No fui a la universidad tampoco. ¿Por qué iban a sentirse orgullosos de mí?

—Erica —dijo Fosa con suavidad—. Por supuesto que estaban orgullosos de vos, sos una buena persona, sos muy disciplinada. Sos una superviviente, una mamá amorosa, y honras a tus padres con tu vida cada día.

Erica lo miró con tristeza.

—Vos sos muy estricto conmigo, vivís regañándome por todo, me prohibís hacer cosas y me sobreprotegés todo el tiempo.

—Soy tu maestro, y no sos una alumna muy obediente que digamos.

—¿Creés que en otra vida, en otra dimensión, tal vez en otro universo, yo pueda ser… tu hija? —dijo y se mordió los labios, con sus ojos cristalizados en lágrimas.

—Estaba a un segundo de apuñalarte si decías esposa —dijo Fosa con un gesto asqueado.

—Eso jamás —se rió Erica.

Él la miró fijo a esos ojos grises llenos de lágrimas.

—¿Sabías que te llevo solo once años, verdad? ¿Tu padre te quebraba las costillas acaso?

Erica bajó la mirada con tristeza y algo de decepción, también mucha vergüenza, pensando que tal vez debió guardarse sus sentimientos por siempre.

Sintió la mano de su maestro en la cabeza, le hacía una caricia.

—Y aún así sos mi niña, Erica.

Alzó la mirada para verlo, él estaba serio pero sus ojos de azul grisáceo brillaban y expresaban el cariño que sus labios no.

—Entonces Sveta sería como tu nie…

—No abuses —gruñó él.

Se rió con ánimo al verlo tan enojado, porque era tan orgulloso que jamás iba a admitirlo, y eso para Erica ya era suficiente. Apoyó su cabeza en el hombro de su maestro, mientras el jet descendía hacia la pista de aterrizaje.

Sonrió con alegría, y vio también los labios de Fosa curvarse en una pequeña sonrisa, cuando vieron a Rata allí esperándolos. Con su elegante traje negro y esos dos hermanos japoneses que lo acompañaban.

Mörder [ COMPLETA ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora