Valentina Brescia Wunder regresa al país que la vió nacer sin saber que la magia empezaría a partir de aquél momento. ¿Qué misterios le depara la vida?
[Simón Arrechavaleta x OC!]
Basado en la segunda temporada de Casi Ángeles.
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Se notaba que Feli estaba feliz de volver a casa. La adoraba todos los chicos y, pese a que yo no había compartido tanto con ella como con Tina, sabía lo bien que nos llevaríamos porque la sentía sincera. Además, los chicos ya me habían platicado de ella.
Luego de que todos los chicos le dieran una buena bienvenida llena de abrazos y lindas palabras para una linda bienvenida, Cielo se acercó a ella con su típica sonrisa y sostuvo sus manos.
—Si querés irte a descansar, andá tranquila.
—No, solcito, no- ¡Hace un año que descanso!— a todos se nos escapó una risa y ella nos miró súper contenta —Hola, familia.. diría el jefecito, ¿no que sí?— se rió.
—¡No le digas jefecito!— exclamó mi tía y Feli solo atinó a mirarla asustada —No, sí, porque- ah... no, sory, no, claro, me olvidé de que eras Feli— rió, al darse cuenta —Es la costumbre, sory.
Feli rió con ella.
Es que físicamente eran iguales, pero habían unas cosas que las hacían distintas, cada una tenía algo, una esencia propia que las distinguía.
—¿Dale que bailamos?— propuso entusiasmada, y sonrió —Mi primitis me dijo que acá se arma cada tole tole de bailo y canto.
—¿Te animás a darnos una clase, Feli?
—¡Claro que sí! Pero primero hay que organizar el espacio— aplaudió —¡Vamos a ordenar el espacio! ¡Vamos a ordenar!— cantó.
Todos reímos, contagiándonos de su alegría.
Feli indicó que colocáramos banquitos en el salón, justo en el centro, para poder usarlos. Me senté en medio, entre Simón y Jazmín, y reí cuando sonó a todo volumen la canción. ¡Pero qué tema!
Vamos de paseo pi pi pi en un auto feo pi pi pi pero no me importa pi pi pi porque llevo torta pi pi pi.
Feli y los peques eran los más alegres con el tema.
—Esto es un embole— Simón susurro en mi oído y asentí, dándole la razón —Salgamos del aula.
Negué y reí —¡No!
—Daleee...— insistió, con carita de cachorro.
—¡No!
—¿Qué dijiste? ¿Escuché un sí?
Abrí la boca para responder, pero él agarró una de mis manos y la jaló para llevarme con él. Cómo no nos vió nadie, no tuvimos problemas en escapar y algo me decía que los demás harían lo mismo.
