Destinados #D1 (Completa)

By DeniseAyleen

2M 197K 95.1K

Destinados es la historia de dos mejores amigos de infancia, Brisa y Gastón, quienes en su adolescencia se al... More

Destinados #1
Prólogo
Capítulo uno
Capítulo dos
Capítulo tres
Capítulo cuatro
Capítulo cinco
Capítulo seis
Capítulo siete
Capítulo ocho
Capítulo nueve
Capítulo diez
Capítulo once
Capítulo doce
Capítulo trece
Capítulo catorce
Capítulo quince
Capítulo dieciséis
Capítulo diecisiete
Capítulo dieciocho
Capítulo diecinueve
Capítulo veinte
Capítulo veintiuno
Capítulo veintidós
Capítulo veintitrés
Capítulo veinticuatro
Capítulo veinticinco
Capítulo veintiséis
Capítulo veintisiete
Capítulo veintiocho
Capítulo veintinueve
Capítulo treinta
Capítulo treinta y uno
Capítulo treinta y dos
Capítulo treinta y tres
Capítulo treinta y cuatro
Capítulo treinta y cinco
Capítulo treinta y seis
Capítulo treinta y siete
Capítulo treinta y ocho
Capítulo treinta y nueve
Capítulo cuarenta
Capítulo cuarenta y uno
Capítulo cuarenta y dos
Capítulo cuarenta y tres
Capítulo cuarenta y cuatro
Capítulo cuarenta y cinco
Capítulo cuarenta y seis
Capítulo cuarenta y siete
Capítulo cuarenta y ocho
Capítulo cuarenta y nueve
Capítulo cincuenta
Capítulo cincuenta y uno
Capítulo cincuenta y dos
Capítulo cincuenta y tres
Capítulo cincuenta y cuatro
Capítulo cincuenta y cinco
Capítulo cincuenta y seis
Capítulo cincuenta y siete
Capítulo cincuenta y ocho
Capítulo cincuenta y nueve
Capítulo sesenta
Capítulo sesenta y uno
Capítulo sesenta y dos
Capítulo sesenta y tres
Capítulo sesenta y cuatro
Capítulo sesenta y cinco
Capítulo sesenta y seis
Capítulo sesenta y siete
Capítulo sesenta y ocho
Capítulo sesenta y nueve
Capítulo setenta
Siempre serás tú
Nuevo título
¡Próximamente en librerías!
¡A LA VENTA EL 20 DE ENERO DE 2022!
LIBRO EN FÍSICO: dónde conseguirlo

Epílogo

20.2K 976 818
By DeniseAyleen

Brisa

—¿Puedo pasar? —le pregunto al doctor una vez que sale. Parezco toda una desesperada por la manera en la que me levanto de la silla, pero si lo vemos desde el punto en el que me encuentro, sí estoy desesperada por verlo.

—Sí, está dormido, pero puede pasar —asiente casi sin mirarme. Lo único que quiero es ver a Gastón.

Me giro rápidamente para hacerles una señal a los padres de Gastón para que me dejen un momento a solas con él y, aunque sé que se mueren por ver a su hijo, terminan asintiendo y se dan un abrazo entre ellos. Mis padres me sonríen levemente y les devuelvo la sonrisa un segundo antes de entrar.

Cuando me meto, los ojos se me llenan de lágrimas, y quiero echarme a llorar con fuerza sobre él, pero me contengo para no despertarlo. Me siento muy aliviada de que no esté en peligro, de que la bala haya sido retirada de su cuerpo y de que me hayan dicho que se repondrá muy pronto. A pesar de todo, es doloroso, es insoportable el simple hecho de recordar cuán difícil fue estar en la sala de espera, contando los minutos y segundos para que alguien nos dé algo de información.

Gastón la sacó muy barata, tuvo que soportar mucho dolor y hubo una pérdida de sangre importante, pero al menos la bala no tocó nada supergrave. Y ahora, está bien, descansando e intentando reponerse.

Me siento a su lado un momento. Cuando tomo su mano y siento su calor, puedo respirar sin tanta pesadez. Suspiro lento, le doy un leve apretón y un beso en los nudillos, mientras fijo mi mirada en él, y permito que las lágrimas rueden por mis mejillas. Lo que no me gusta es que por culpa del vendaje en mis manos no pueda sentirlo totalmente, pero me conformo con estar cerca de él.

Estoy tan cansada física y mentalmente que dormir me haría muy bien, después de la noche intensa que tuve, no es para menos. Pero me imagino en la cama sin él, y simplemente siento miedo. Miedo de irme, que alguna cosa pase y terminen diciéndome que Gastón se puso mal y no pudo sobrevivir. La imagen de él cayendo al suelo, mirándome con ojos de terror y diciéndome que me ama, se repite en mi mente una y otra vez.

No es así como esperaba que nos dijéramos que nos amamos, pero a la misma vez pienso que fue el momento perfecto para confesarlo. Gastón para mí lo es todo, tiene una importancia muy significativa en mi vida y siempre la tendrá. Encontró la manera de volver a mí nueve años después, y no es poco. El destino nos puso en el mismo camino otra vez porque quería que tuviéramos ese romance que antes no pudimos.

Sus labios juntos, sus ojos cerrados, su cuerpo relajado y su respiración tranquila es lo más lindo que puedo apreciar en este momento. No veo la hora de que despierte y me pida que le dé un beso, quiero agradecerle lo que hizo, quiero que me escuche al decirle que lo amo. Me muero por oír su voz otra vez.

Me descubro llorando y no puedo evitar soltar un fuerte sollozo. Me tapo la cara. Aunque él esté bien, todavía no logro quitarme el malestar del cuerpo. Mi cabeza sigue viajando a hace horas atrás, y no puedo creer que realmente todo eso haya pasado.

—¿Brisa...? —la voz de Gastón es como una dulce melodía al despertar.

Me reincorporo y me seco rápidamente las lágrimas para verlo. Me siento a un lado de la cama, en el borde, y me inclino hacia él para darle un beso en los labios.

—¿Estás bien? —me pregunta preocupado. Me alejo un poco para que me vea—. No recuerdo qué pasó después de que me dijeras que me amas.

—Eso es porque te desmayaste —respondo—. Yo estoy bien, no me ha pasado nada.

—¿Segura? —quiere levantarse, pero el dolor del disparo lo mantiene a raya. Hace una mueca de dolor y vuelve a intentar levantarse, pero esta vez soy yo quien lo detiene.

—No, Gastón —lo empujo levemente para que vuelva a apoyarse en la cama—. No te levantes, tienes que descansar, ¿bien? No hagas esfuerzos innecesarios.

—Quiero darte un abrazo, no es un esfuerzo innecesario —objeta, y me roba una sonrisa. Me acerco a su cuerpo y, con mucho cuidado, le doy un abrazo que me llega hasta el alma—. ¿Qué te ha dicho el doctor? —pregunta. Su voz parece desprender dolor y cansancio.

—No tengo nada más que los cortes en las palmas de mis manos. Y marcas en el cuello —me toco para que vea.

Hace una mueca.

—Me alegra que estés bien —suelta en un susurro. Su voz es tan pacífica...

—Tú también estarás bien, han retirado la bala de tu cuerpo y no estás en peligro, pero tienes que descansar mucho para reponerte. Y no hacer esfuerzos, claro —lo tomo de la mano y él, débilmente, pero haciendo un esfuerzo, estira su brazo para acariciar mi mejilla—. Te duele, ¿cierto? —me atrevo a preguntar.

—Más de lo que me gustaría, pero no es algo que no pueda soportar —responde. Cierra los ojos un momento y luego suspira—. Que a ti te pase algo, eso sí sería insoportable.

Quiero decirle que estoy embarazada, pero no sé si es el momento adecuado para hacerlo. Podría esperar a que le den el alta para darle la sorpresa, podría preparar alguna cosa para darle la noticia, algo especial y que él guarde siempre en su mente. Además, no siento que un hospital sea el lugar más cómodo para confesarle a él que será papá. Me gustaría hacerlo en casa, en nuestro cuarto y estando solos.

—Deberías descansar —le sugiero, y él asiente, abriendo sus ojos y mirando directo a los míos.

—Lo que hice por ti, lo volvería a hacer mil veces más —me hace saber, y se le ponen los ojos llorosos. A mí igual.

—No me importa si tengo que soportar un dolor enorme. Tú siempre serás lo más importante para mí.

Lo vuelvo a abrazar.

—Pero no quiero que te pase nada, porque sin ti no puedo, Gastón... No quiero perderte otra vez. Te juro que mientras te traían en la ambulancia me asustaba mucho el hecho de pensar que podía perderte para siempre —le reprocho. Siento un dolor agudo en el pecho.

—Sé que te has sentido muy mal, lo siento, pero ni loco iba a permitir que esa demente te hiciera algo. Y hablando de eso, tienes que contarme bien qué ha pasado. Supongo que tuviste que hablar con la policía, ¿no?

—Sí y Liam también. Por cierto, también hay cosas que hablar de él —digo refiriéndome a lo que verdaderamente rompió mi antigua relación—. A él también le dispararon.

—Sí, logré ver que fue en la pierna cuando entré a rescatarte. Pensé que estaba muerto porque había mucha sangre y tenía los ojos cerrados.

—Se desmayó —respondo—, perdió mucha sangre, pero por lo que pude enterarme, estará bien.

Sigo conversando con mi novio unos breves minutos más. No quiero extenuarlo y además sus padres también desean verlo y compartir con él, aunque sea unos instantes. Sé que se repondrá, sé que cada día va a mejorar, y pronto estaremos disfrutando de los momentos especiales que nos merecemos.

Una semana y media después llego a casa con Gastón. Luego de largos días en el hospital, por fin le dieron el alta y ahora estará conmigo en la casa. Me siento orgullosa de mi novio y de su enorme capacidad para reponerse. Sabía que iba a luchar como el valiente hombre que es, que siempre ha sido.

Me muero por entrar y darle la sorpresa que tantas veces he querido darle. Mucho más cuando en el hospital tocó el tema, y me preguntó cuántos hijos me gustaría tener algún día con él. Le dije que tres.

Antes me daba miedo que llegara el momento de decirlo. Eso fue cuando recién me enteré del porqué estaba vomitando tanto, pero ahora las cosas son diferentes. Ahora sé que no se lo tomará mal y que, a pesar de que le agarre de sorpresa, se pondrá contento por ello.

Isaac deja el bolso con la ropa de Gastón encima del sofá y se va a la cocina por un vaso de agua. Los demás, después de recibir a Gastón con un abrazo, un beso, globos y un cartel de bienvenida, se van al patio a disfrutar de la noche. Como celebración, mis padres, mis suegros, mi hermano, mi cuñado, mi abuela y mi mejor amiga están presentes en la casa para hacer una gran cena con todos. Mi idea no era decirle a Gastón hasta que estuviéramos solos, pero, siendo sincera, ya no puedo aguantarme más la noticia.

Subimos las escaleras. Gastón quiere darse una ducha antes de bajar a cenar, así que será una buena idea que le dé la noticia ahora que tenemos un momento de privacidad en nuestro cuarto. Cierro la puerta con llave y él me mira con una sonrisa pícara en la cara.

—No es lo que piensas —digo riéndome.

—¿Para qué otra cosa cerrarías la puerta? Además, no hemos hecho el amor durante un tiempo, así que no tiene nada de malo que quieras que lo hagamos ahora.

Me acerco a él para darle un beso corto. Se sienta en la cama.

—Por más ganas que tenga de que lo hagamos, ahora no es el momento, eso será cuando todos estén durmiendo. Y yo tendré que estar encima de ti para que no hagas mucho esfuerzo —comento.

—Me gusta la idea —responde, y me atrae hacia él para darme un abrazo, pero lo alejo y le pido que cierre los ojos—. ¿Para qué? —quiere saber.

—¡Solo hazlo!

—Bien —dice sin más.

Me voy al ropero y saco el paquete de regalo. También saco de uno de los cajones el test que dejé preparado la noche anterior y lo meto en el bolsillo trasero de mi pantalón.

—Escucho ruido a papel de regalo —me hace saber.

Me paro frente a él.

—Puedes abrirlos.

—¿Me tienes un regalo? No era necesario y lo sabes —dice mirando el paquete.

—Créeme que este no es cualquier regalo. Ten, puedes abrirlo.

Me siento completamente nerviosa. Es la primera vez que voy a hacer esto y solo pensar en que le estoy dando la noticia al hombre que amo, mi corazón se acelera con mucha fuerza.

Nota mi nerviosismo.

—¿Por qué estás tan nerviosa? —inquiere con el regalo en la mano. Gastón no tiene idea de lo que hay dentro del paquete. Me acerca y hace que me siente a horcajadas encima de él.

—Ábrelo —le ordeno nuevamente, y me hace caso.

Rompe el papel y, mirándome a los ojos y con una leve sonrisa, mete la mano dentro del paquete y retira los dos zapatos de lana de bebé. Cuando mira lo que tiene entre sus manos, su entrecejo se frunce, y queda claro que está totalmente confundido, pero estoy segura de que una minúscula parte suya sabe qué quiero decirle con esto.

—Hay algo más en mi espalda —le comunico—. Búscalo con tu mano.

No me dice nada y obedece. Siento cómo su mano saca el test de mi bolsillo y, por cómo me mira, sé que, a pesar de que aún no ha retirado el segundo regalo, ya sabe con seguridad qué es. Cuando lo tiene en sus manos y mira las dos rayitas en la prueba, los ojos se me llenan de lágrimas.

—¿Qué? —entreabre los labios, y me mira sorprendido. Su respiración es un poco irregular.

—¿Entendiste el mensaje? —pregunto secándome una lágrima.

—¡Eh!... Eso creo... Sí... —se queda embobado mirando el test como si este fuera a desaparecer en cualquier momento de sus manos o como si de pronto fuera a despertar de un sueño—. ¡Dime que esto no es un sueño! o que no me estás jugando una broma —me pide, con la ilusión en los ojos.

—¡Gastón, obvio que esto no es una broma!

Sus manos se aferran a mis brazos con debilidad.

—¡¿Cómo pasó esto...?!

—Bueno, creo que ya sabes cómo pasó... —sonrío y esnifo—. No sé exactamente cuál fue la escena sexual que nos dejó embarazados, pero.... ya sabes.

Parte de mí entiende la confusión y sorpresa que Gastón expresa, pero la otra parte quiere ya una respuesta. Quiero que me dé una señal de que esto lo pone contento.

—¡Di algo! —le pido.

—No estoy seguro de qué decir... Estoy en shock. No pensé que este sería tu regalo de bienvenida —sonríe y, de un segundo a otro, se le escapa una lágrima.

—Necesito que me digas que me vas a apoyar, que quieres este bebé tanto como yo lo quiero —me tapo la cara para llorar. De repente me he sentido angustiada.

—¡Oye! —me abraza con fuerza y hace que mi rostro termine escondiéndose en el hueco de su cuello —. Por supuesto que te voy a apoyar, mi cielo... —acaricia mi espalda—. Estoy muy emocionado por la noticia, no puedo creer que seré padre de un bebé tuyo...

—Lo sé desde hace un tiempo, iba a decírtelo el día en que volviste a casa, pero luego... Ya sabes... Me secuestraron, a ti te dispararon y entonces supe que no era el momento adecuado.

—Lo dijiste en el momento perfecto, princesa. ¿Sabes por qué?

Lo miro.

—¿Por qué? —le limpio las lágrimas y él las mías.

—Porque aquí sí puedo hacerte el amor —responde y, aunque no debería hacerlo, me tira a la cama en un movimiento brusco y se pone encima de mí.

Hacemos el amor como nunca... suave y salvajemente. Nos fundimos en cuerpo y alma como si fuéramos uno solo. Gastón parece liberarse de todo dolor. Nuestros cuerpos parecen escribirle un poema a nuestro futuro bebé, un poema que describe el amor al que siempre estuvieron destinados sus padres, desde el momento en que sus miradas inocentes se encontraron en el jardín de niños.

Durante la cena todo es alegría, reencuentro, celebraciones y abrazos generosos que nos damos para demostrarnos lo mucho que nos queremos. Compartimos la noticia del embarazo con el resto de la familia y la celebración se vuelve aún más efusiva. Estos son los momentos que siempre quiero tener.

Los meses pasan, y mi panza va creciendo normal. El embarazo transcurre correctamente y, sin contar los malos humores que a veces tengo, me siento supercontenta por estar esperando una bebita.

Gastón y yo nos la pasamos todo el tiempo pensando en cómo la llamaremos, pero él parece estar más obsesionado que yo con el asunto de los nombres y con mi cuidado. A cada rato me pregunta cómo me encuentro, si necesito algo o ayudándome a bajar hasta las escaleras. Se preocupa demasiado y, aunque a veces es un poco molesto el hecho de que piense que soy una bailarina de cristal, es realmente atento de su parte que ponga todo de él para ayudarme a pasar las etapas del embarazo.

—¿Estás molesta aún, amor? —me pregunta Gastón y lo miro.

—Sí, aún estoy molesta, pero ya te dije que no es contigo el tema, es con todas esas personas que te vinculan con Tiffany como si no estuvieras conmigo —bufo molesta.

Si hay algo que me ha traído inquieta en los últimos tiempos, es la gente que dice que Gastón se vería mejor con Tiffany Landon en vez de conmigo. Sé que no le tengo que hacer caso, pero es muy molesto ver cómo etiquetan a Gastón en fotografías con Tiffany. Ambos se ganaron el papel protagónico en una peli de amor. Ahora que ha salido el adelanto del largometraje, todos los que esperan verla, ya están creando vínculos amorosos en la vida real.

No puedo entrar a Instagram sin dejar de ver cómo las revistas hablan sobre Gastón y Tiffany, como si mi novio no estuviera conmigo o no fuéramos a tener un bebé. Él me pide que lo ignore para que no me haga mal. Dice que después de un tiempo todo se olvida y las cosas pasan. Pero estar en el transcurso es feo, porque siempre veo que a Gastón lo etiquetan en vídeos manifestando por qué él tiene que estar con Tiffany y no conmigo.

Es frustrante.

—Ya se le olvidará a la gente.

—Yo no estoy acostumbrada a este tipo de cosas. No me gusta que la gente diga que yo no soy lo suficientemente linda para ti o que Tiffany tiene más tetas y culo que yo, que no te merezco, que soy una falsa... —suspiro—. Estoy muy sensible en estos últimos meses, el embarazo va bien, pero los síntomas físicos y emocionales me traen loca y...

—Lo sé, te pone mal todo, amor. Lo entiendo, pero estoy contigo —planta un beso en mi mano, luego vuelve la vista al frente y ambas manos al volante.

Me llega un mensaje. Es Isaac avisándome en qué habitación de parto están.

—¿Puedes creer que dentro de unos meses tú vas a estar en el lugar de Stef, amor? —me pregunta Gastón y lo miro conducir.

—Me da miedo —confieso—. Dicen que duele muchísimo.

—Yo estaré allí contigo cuando tengas ese bebé, cielo. Lo prometo.

Le regalo una sonrisa, y mi mente vuela a Stef. ¿Ya estará pujando para dar a luz a la pequeña Kendall? Al final, terminé teniendo la razón... Stef no se aguantó y pidió que le dijeran el sexo de su bebé.

Estoy nerviosa por ella. Me puse como loca cuando Isaac me llamó diciéndome que Stef rompió bolsa antes de tiempo, y que iban volando al hospital. Así que le pedí a Gastón que terminara de bañarse rápido para ir con ellos.

La relación de Isaac y Stef es algo que ha ido de lo mejor, desde un principio. Se nota que mi hermano ha madurado mucho, que solo tiene los ojos puestos en una sola mujer y que ama a Stef con locura. Lo confirmé cuando me dieron la noticia de que Isaac le dará el apellido a Kend al nacer. Se me hace algo superhermoso e importante.

Diez minutos después, Gastón deja el auto en el estacionamiento, y luego me ayuda a bajar. Mi panza aún está en crecimiento, pero ya me siento supergorda, pesada y me canso muy rápido.

—Vamos —rodea mi cintura con su brazo.

Mientras caminamos hacia la entrada, sostengo la B del collar que Gastón me regaló después de regresar de su último viaje. Las fechas de grabaciones llegaron, y Gastón tuvo que partir de la ciudad por casi un mes y medio. Al llegar a casa de sorpresa, me trajo esa joya de plata como presente.

Durante su ausencia no me sentí para nada inquieta porque D.M ya no existía ni existe. Tyler y Debby fueron encerrados y sentenciados a varios años de prisión. Y Matt murió esa noche cuando lo arrojé de las escaleras y se golpeó la cabeza. Caitlin no ha sido encontrada desde entonces, nadie sabe de ella, nadie la vio y todavía se busca. Pero algo me dijo, en todo momento, que ella no iba a aparecer cuando Gastón estuviera de viaje. Además, pasé todo aquel tiempo con Stef, Isaac y mi abuela en la casa de Gastón.

Subimos hasta la planta indicada y, cuando veo el número de habitación en el que Stef está, mi primer impulso es meterme para estar con ella. Pero Gastón me detiene.

—¿Qué estás haciendo? No puedes entrar ahí así nomás, te echarán enseguida, Brisa —dice mientras mantiene una sonrisa.

—Sí, tienes razón, no sé en qué estaba pensando.

Escucho un par de gritos, y me pongo en alerta. Esa es Stef.

—Ese dolor insoportable es el que sentiré yo, Gastón —le digo con el miedo en la voz.

—Sé que temes no poder tener a nuestra bebé —me acaricia la panza, y me empuja levemente al asiento detrás de nosotros para que no esté parada—, pero todo estará bien, Bri. Tú vas a poder.

Esperamos unos largos quince minutos hasta que vemos que la puerta de la habitación se abre. Mi hermano Isaac sale, y nos da la señal de que podemos pasar. El llanto de un bebé se oye, y cuando veo a Stef sosteniendo a su beba, se me saltan las lágrimas de la emoción. ¡Soy tía!

—¡Dios mío, no puedo creer que esto esté pasando! —me acerco a mi cuñada y le doy un beso para felicitarla. Después felicito a mi hermano con un abrazo, mientras Gastón hace lo mismo con Stef y se queda viendo a la bebé.

—¡Esta es la preciosa Kendall! —dice Isaac—. ¡Mi preciosa nena!

Me limpio las lágrimas y miro a Stef.

Está transpirada y se la ve muy cansada, pero, sobre todo, a pesar del dolor que debe seguir sintiendo, se le ve muy feliz. Ya me dan ganas de tener a mi hija en mis brazos...

La enfermera se lleva a Kendall para limpiarla y vestirla. Gastón me saca un segundo de la habitación para hablarme sobre algo.

—Ya sé qué nombre podemos ponerle a nuestra bebé...

Sonrío.

—¿Cuál? 


Continue Reading

You'll Also Like

253K 12.3K 30
¿Y si te robo un beso? #2 Lia y Zachariah creyeron que todos los problemas estaban resueltos y que de ahora en adelante todo iría bien. Pero la vida...
1M 91.2K 44
¿Y si por accidente te ganas el odio del cantante más famoso del país? *♫* Kale es el cantante juvenil más amado de la década, pero está cansado de s...
2.7M 130K 55
Cuando te han traicionado lo ultimo que quieres es volver a jugártela en el amor. Pero de vez en cuando hay que arriesgarse y apostarlo todo aun sabi...
25.4M 1.4M 62
[ PUBLICADO POR NOVA CASA EDITORIAL] "Se tomó el puente de la nariz y pude notar cómo contenía su rabia. -Maldita sea, Vega. Trato de ser amable cont...