Destinados #D1 (Completa)

Da DeniseAyleen

2M 197K 95.1K

Destinados es la historia de dos mejores amigos de infancia, Brisa y Gastón, quienes en su adolescencia se al... Altro

Destinados #1
Prólogo
Capítulo uno
Capítulo dos
Capítulo tres
Capítulo cuatro
Capítulo cinco
Capítulo seis
Capítulo siete
Capítulo ocho
Capítulo nueve
Capítulo diez
Capítulo once
Capítulo doce
Capítulo trece
Capítulo catorce
Capítulo quince
Capítulo dieciséis
Capítulo diecisiete
Capítulo dieciocho
Capítulo diecinueve
Capítulo veinte
Capítulo veintiuno
Capítulo veintidós
Capítulo veintitrés
Capítulo veinticuatro
Capítulo veinticinco
Capítulo veintiséis
Capítulo veintisiete
Capítulo veintiocho
Capítulo veintinueve
Capítulo treinta
Capítulo treinta y uno
Capítulo treinta y dos
Capítulo treinta y tres
Capítulo treinta y cuatro
Capítulo treinta y cinco
Capítulo treinta y seis
Capítulo treinta y siete
Capítulo treinta y ocho
Capítulo treinta y nueve
Capítulo cuarenta
Capítulo cuarenta y uno
Capítulo cuarenta y dos
Capítulo cuarenta y tres
Capítulo cuarenta y cuatro
Capítulo cuarenta y cinco
Capítulo cuarenta y seis
Capítulo cuarenta y siete
Capítulo cuarenta y ocho
Capítulo cuarenta y nueve
Capítulo cincuenta
Capítulo cincuenta y uno
Capítulo cincuenta y dos
Capítulo cincuenta y tres
Capítulo cincuenta y cinco
Capítulo cincuenta y seis
Capítulo cincuenta y siete
Capítulo cincuenta y ocho
Capítulo cincuenta y nueve
Capítulo sesenta
Capítulo sesenta y uno
Capítulo sesenta y dos
Capítulo sesenta y tres
Capítulo sesenta y cuatro
Capítulo sesenta y cinco
Capítulo sesenta y seis
Capítulo sesenta y siete
Capítulo sesenta y ocho
Capítulo sesenta y nueve
Capítulo setenta
Epílogo
Siempre serás tú
Nuevo título
¡Próximamente en librerías!
¡A LA VENTA EL 20 DE ENERO DE 2022!
LIBRO EN FÍSICO: dónde conseguirlo

Capítulo cincuenta y cuatro

10.8K 878 755
Da DeniseAyleen

Brisa

Esta noche se siente incómoda y solitaria. Gastón está en el sofá, a unos metros de mi habitación, pero siento como si hoy estuviera sola en la casa.

Mi mirada está fija en el techo o, más bien, en la oscuridad. Tengo que contenerme para no levantarme, cruzar el pasillo y despertar a Gastón para decirle que venga conmigo a la cama. Anoche dormimos abrazados, y ahora que no tengo sus brazos rodeándome, hay algo que me falta. Lo quiero conmigo, pero me tengo que contener. Él me ocultó algo importante y tomó una decisión que no me gusta.

Me pongo de costado cuando escucho pasos. No sé por qué, pero tengo la sensación de que Gastón entrará a mi cuarto. Cierro los ojos para fingir que estoy dormida cuando escucho que la perilla de la puerta se gira. Aún con los ojos cerrados, puedo notar que la luz del pasillo entra e ilumina la pieza, pero no dura más de tres segundos.

¿Qué hace aquí?, ¿qué es lo que quiere? Tal vez, despertarme y disculparse una vez más. Y quiero perdonarlo, pero luego me acuerdo de todo y analizo más las cosas y es ahí cuando la rabia vuelve a aparecer. Como ahora. Estoy en un dilema. Parte de mí quiere perdonarlo. Parte de mí quiere odiarlo.

El colchón se hunde y, un momento después, siento que sus labios dejan un beso en mi mejilla, uno que le provoca a mi cuerpo un calor reconocido. Me ha gustado su tacto sobre mi piel. Otro beso es depositado en mi mejilla y pongo de mí para no abrir los ojos.

—Bri... —susurra en mi oído y abro los ojos. Creo que de todas maneras no me va a ver. No hay luz—. Amor, perdóname —me dice con voz dulce, pero a la vez seductora.

Eso es tentador. Más estando en una cama.

—¿Estás despierta? —me pregunta, tocando mi brazo y acomodando mi pelo.

¿Qué le digo?, ¿que no? Eso sería estúpido. Me quedo callada.

—Brisa —llama después de un momento—. Despierta, por favor...

También es estúpido hacerme la dormida.

—¿Qué pasa? —le pregunto.

—Hola —me besa la mejilla otra vez. Disfruto de ese contacto.

—Hola.

—No podía dormir —confiesa, tocando mi mejilla izquierda con la yema de sus dedos. Me pongo boca arriba.

Somos dos.

—No me gusta que estemos así. Ya hemos tenido lo suficiente hace unos días, ¿no crees?

—Yo no soy quien está dejando que un ex se quede a vivir en mi casa —le contesto, intentando encontrarlo a través de la oscuridad.

—No quiero que empecemos a pelear ahora también. No es momento. Son las cuatro de la mañana.

¿Las cuatro?, ¿tan rápido se pasó el tiempo? Mañana tengo que ir unas horas a la universidad. Entro un poco más tarde, pero no llegaré a dormir lo suficiente como para sentirme con energía. Suspiro.

—Tengo que dormir —le digo. Mi tono no es demandante ni nada, al contrario, es tranquilo. Él tiene razón. No es momento para pelear.

—Yo no podré dormir si estamos así, Brisa.

—¿Y qué es lo que quieres que yo haga?

—Que me perdones.

—No es tan fácil.

—Para mí tampoco, mi amor. ¿Realmente piensas que a mí me agrada, aunque sea un poco, que ella se quede en mi casa? Porque no.

—No confío en Sofía.

—Lo sé. A decir verdad, yo tampoco. Pero que no confíes en ella no significa que tienes que desconfiar de mí. Yo no te voy a engañar.

—Sé que no —contesto.

—¿Entonces...?

—¿Entonces...? Gastón, ¿cómo te sentirías si yo estuviera embarazada de Liam, y le pido que viva conmigo? Sé que no es exactamente lo mismo, pero imagino que sería incómodo para ti.

—Por supuesto que lo sería —concuerda con algo de molestia. No es un secreto que a Gastón no le cae para nada bien Liam.

—Entonces comprendes lo que me pasa.

—Sí, obvio que sí, y por eso temía decírtelo, pero te pido por favor que confíes en mí, ¿sí? De verdad. Confía en mí. Te lo pido. No quiero que esto nos separe. Me siento atado de pies y manos.

Me quedo en silencio. Gastón toma un mechón de mi cabello y lo coloca detrás de mi oreja. Luego me acaricia el brazo y la mejilla con ternura.

En este momento tengo dos opciones. Una de ellas es pedirle que se vaya y que las cosas queden como están. Y otra es pedirle que me bese y hacer una tregua. Y para ser sincera, quiero mucho la segunda opción. Sigo molesta, que no se me malinterprete. Pero no quiero volver a estar mal con Gastón. No tengo que dejar que Sofía nos arruine, porque seguro es lo que ella pretende.

—Brisa, por favor...

—¿Prometes que, si ella se pasa de lista, la pondrás en su lugar? No importa si es algo pequeño, tienes que...

—Lo prometo —asegura, con voz firme y decidida—. Haré lo que tú quieras.

—No se trata de hacer lo que yo quiero, se trata de hacer lo posible para que nuestra relación siga caminando todos los días, y que Sofía no sea la piedra que arruine nuestro camino.

—Caminaremos juntos, no te preocupes. Ella no arruinará nada. No la dejaremos.

Busco su nuca en la oscuridad y, cuando la encuentro, tiro de él hacia mí para que me bese. Su boca se encuentra con la mía. Sus manos tocan mis caderas, las presionan, las disfrutan. De beso en beso pasamos a caricias y de caricias pasamos a hacer el amor de una manera intensa, como si no lo hubiésemos hecho durante mucho, como si hubiésemos acumulado las ganas. Y así nos quedamos juntos, dormidos hasta el amanecer...

Horas más tarde, me preparo a los apurones para ir a la universidad. Compramos un café en el camino para no llegar tarde y para al menos tener algo en el estómago. Después de ello, aprovecho el momento para dejarle en claro a Gastón un par de cosas sobre la convivencia que tendrá con Sofía.

Siempre me consideré una persona celosa, y aún me molesta saber que ella vivirá en su casa, pero no me queda otra que aceptarlo porque, me guste o no, Gastón será padre de un bebé de ella. No volví a enojarme con él por esto, pero sí le aclaré otra vez que no toleraré que Sofía se acerque a él más de lo debido, e incluso, le pedí que hablara con ella para aclararle que, lo único que los une, es el bebé. De seguro, para algunas personas esto podría parecer extremo, o no sé, pero desde mi punto no creo que lo sea. ¡Las cosas como son! Cada uno en su lugar.

—¡Te quiero! —le doy un besito en los labios y le sonrío—. Gracias por traerme.

—¡Te quiero! —me responde, robándome otro beso.

—¡Adiós! —lo saludo cuando me bajo del auto. Me saluda con la mano y me doy la vuelta para caminar hasta la entrada de la universidad, donde me espera Stef.

—¡Buen día! —me saluda.

—¡Amiga! —me acerco para abrazarla—. Es bueno tenerte de vuelta en la uni. Se te extrañaba por aquí. —le manifiesto con emoción.

—Ya no podía seguir perdiendo clases. No por culpa de un idiota tengo que perder mi último año de universidad. Sería una tonta si me quedo en casa a deprimirme porque alguien no me quiere. Yo puedo sola. No lo necesito —expresa con seriedad y firmeza. Me gusta que hable así, que sepa lo que es mejor para ella.

—¡Así se habla!

—El fin de semana que viene puede que vaya a casa a hablar con mamá y papá. Tienen que saber sobre esto. No puedo ocultárselos.

—¿Quieres que te acompañe?

—No. No hace falta. Tengo que hacerlo sola.

—¿Segura?

—Segura —responde, y noto que hay algo que le incomoda. Y no es solo por lo de ir a decirle la noticia a sus padres—. ¿Crees que... él venga?

—¿Matt? —Arrugo la nariz—. No. Lo dudo mucho, amiga. No ha estado asistiendo a las clases desde hace días. ¿Recuerdas que te lo dije?

—Sí, pero... ¿crees que venga hoy?

—¿Tú esperas que sí? —la miro.

—No, no quiero verlo otra vez. Creo que le he agarrado miedo después de todo.

—Y yo no te juzgo —asiento.

Después de las clases, Stef y yo decidimos pasar un rato juntas y nos vamos para su casa. Mi hermano irá en un rato, así que podré verlo otra vez. La verdad, me sorprende mucho la rapidez con la que Isaac y Stef se han hecho amigos. Mi hermano siempre fue muy social, siempre tuvo esa facilidad para hablar con la gente y hacer amistades, pero nunca pensé que estaría uniéndose tanto a Stefanía.

Creo que Isaac se siente atraído por ella. A veces, él tiene ciertas actitudes al hablarle y al mirarla, que me dejan con la sospecha. Pero espero que él sepa que este no es el momento para que mi amiga empiece nada con nadie, no la está pasando bien, y acaba de terminar la relación que tenía con el padre de su futuro bebé.

Terminamos una tarea pendiente, y me voy a la cocina a preparar palomitas de maíz. A la mitad de la película, el timbre suena y Stef se levanta para abrir la puerta. Isaac no tarda en aparecer en la sala y saludarme.

—Te traeré algo para tomar. Tengo el jugo que te gusta, Isaac.

—Gracias —le sonríe y cuando desaparece Stef, él se voltea a verme—. Bri, estaba pensando que podíamos salir a bailar los cuatro juntos. Stef ha tenido muchas cosas en la mente y le haría bien salir a divertirse uno de estos días. ¿Qué te parece? Sé que ella se negará, pero podemos convencerla. Cuando su panza crezca, ella no podrá salir a bailar, y cuando el bebé nazca, mucho menos.

Pienso sus palabras. Isaac tiene razón, Stef es de las personas a las que les encanta salir a bailar. Ama moverse, le gusta beber en las salidas y ponerse bonita para ocasiones como estas. Después se verá limitada. Tiene que salir ahora que puede. Tal vez no beberá, pero bailará mucho con nosotros.

—¿Te parece?

—Me parece —respondo.

Una hora después logramos convencer a Stef de salir. Al principio se negó, pero yo notaba que, por dentro, ella se moría de ganas de decir que sí. Eso fue lo que me motivó a seguir insistiendo.

—¿Te paso a buscar más tarde? —me pregunta Gastón al otro lado de la línea.

—Sí, eso sería genial. No tengo ganas de pedir un taxi. Menos de noche.

—De todas formas, si me decías que no, te iba a ir a buscar.

—¡Qué posesivo! —bromeo.

—Solo me preocupo por ti, no pienses que mi intención es poseerte.

—Lo sé. Era una broma —le hago saber—. Entonces, ¿seguro que sí quieres salir con nosotros a bailar este viernes?

—Tenerte a ti moviendo tu culo de lado a lado, con tu espalda apoyada en mi pecho... No me lo perdería por nada.

Me pongo colorada.

—Brisa —rompe el silencio, y algo raro en su voz me pone alerta.

—¿Qué pasa?

—Es Sofía.

—¿Qué hay con ella? —resoplo.

—Se muda hoy. Iré a su casa a ayudarla con sus bolsos. ¿Te molesta?

¿Hoy?, ¿tan pronto? Sabía que no sería dentro de mucho, pero no pensé que ese día sería hoy. Un atisbo de celos me recorre el cuerpo entero y ya no hay rastro de una sonrisa en mi cara. ¡Maldita Sofía! Esto no me gusta nada.

—¿Brisa? —Habla—. ¿Sigues ahí?

—Aquí estoy —intento ocultar mi molestia.

—¿Estás enojada? Sí, estás enojada, ¿cierto?

—No.

—¡Ay, Brisa!... no lo niegues. Tu sequedad lo aclara.

—Solo es un poco molesto, pero estoy bien.

—Cuando la traiga a casa prometo ir a buscarte donde Stef para pasar un rato contigo. ¿Quieres? Y no pasará nada con Sofía. Te lo prometí.

—Sí, pero ella no. Pero sí, anda. Después ven a buscarme. Y no te tardes mucho, por favor. Y que no se te haga la linda porque la pondré en su lugar yo. Y sabes cómo soy cuando me enojo.

Suelta una risa juguetona. Yo también termino riéndome un poco porque, a pesar de estar un poco incómoda con esto, su risa es tan bonita que se me contagia.

—No me tardaré. Te extraño, y eso que no ha pasado mucho sin vernos.

—¡Adiós, Gastón! ¡Te quiero!

—¡Te quiero! Y solo a ti, recuérdalo.

—¡Adiós! —respondo, con una sensación extraña en el estómago.  

Continua a leggere

Ti piacerà anche

504K 45.1K 91
A HARRY POTTER FANFICTION #3 Alexandra Berrycloth entra al colegio Hogwarts de magia. Estando ahí, ella hará amigos y hasta enemigos. No teniendo en...
290 144 32
Esta es la historia de Arabella Baker y Andrew Calloway (es aparte de Serendipia así que no es necesario leerla para leer esta) Gente, la portada la...
106K 17.7K 44
¿Y si es muy tarde para empezar de cero? Cuando Gia Davies se muda a Nueva York, está huyendo. Se ha dado cuenta de que su carrera no le gusta, su re...
305K 11.8K 41
Se llama Marcos. Se apellida Cooper. Y toca la guitarra. Jude Brown es una estudiante de periodismo, tras un largo camino en su vida, tiene que busc...