Destinados #D1 (Completa)

By DeniseAyleen

2M 197K 95.1K

Destinados es la historia de dos mejores amigos de infancia, Brisa y Gastón, quienes en su adolescencia se al... More

Destinados #1
Prólogo
Capítulo uno
Capítulo dos
Capítulo tres
Capítulo cuatro
Capítulo cinco
Capítulo seis
Capítulo siete
Capítulo ocho
Capítulo nueve
Capítulo diez
Capítulo once
Capítulo doce
Capítulo trece
Capítulo catorce
Capítulo quince
Capítulo dieciséis
Capítulo diecisiete
Capítulo dieciocho
Capítulo diecinueve
Capítulo veinte
Capítulo veintiuno
Capítulo veintidós
Capítulo veintitrés
Capítulo veinticuatro
Capítulo veinticinco
Capítulo veintiséis
Capítulo veintisiete
Capítulo veintiocho
Capítulo veintinueve
Capítulo treinta
Capítulo treinta y uno
Capítulo treinta y dos
Capítulo treinta y tres
Capítulo treinta y cuatro
Capítulo treinta y cinco
Capítulo treinta y seis
Capítulo treinta y siete
Capítulo treinta y ocho
Capítulo treinta y nueve
Capítulo cuarenta
Capítulo cuarenta y uno
Capítulo cuarenta y dos
Capítulo cuarenta y tres
Capítulo cuarenta y cuatro
Capítulo cuarenta y cinco
Capítulo cuarenta y seis
Capítulo cuarenta y siete
Capítulo cuarenta y ocho
Capítulo cuarenta y nueve
Capítulo cincuenta
Capítulo cincuenta y uno
Capítulo cincuenta y dos
Capítulo cincuenta y cuatro
Capítulo cincuenta y cinco
Capítulo cincuenta y seis
Capítulo cincuenta y siete
Capítulo cincuenta y ocho
Capítulo cincuenta y nueve
Capítulo sesenta
Capítulo sesenta y uno
Capítulo sesenta y dos
Capítulo sesenta y tres
Capítulo sesenta y cuatro
Capítulo sesenta y cinco
Capítulo sesenta y seis
Capítulo sesenta y siete
Capítulo sesenta y ocho
Capítulo sesenta y nueve
Capítulo setenta
Epílogo
Siempre serás tú
Nuevo título
¡Próximamente en librerías!
¡A LA VENTA EL 20 DE ENERO DE 2022!
LIBRO EN FÍSICO: dónde conseguirlo

Capítulo cincuenta y tres

10.5K 922 636
By DeniseAyleen

Gastón

—Me alegra mucho que Stef parezca estar mejor. No es que sea la misma Stef bromista de antes, pero al menos hoy la vi reírse muchísimo —comenta Brisa sonriéndome.

Asiento ante su comentario y la atraigo para besarla.

Durante la visita a casa de Stef, me contuve para no besar apasionadamente a mi novia, porque su hermano estaba ahí, y además porque Stef se encuentra pasando un mal momento sentimental. No quería ser imprudente e inoportuno con mis demostraciones públicas de afecto. Eso habría sido incómodo. Contener las ganas de besarla requirió mucho de mí, y ahora que estamos solos en el pasillo del edificio, a punto de entrar a su departamento, tengo que aprovechar la oportunidad.

Empiezo a besarla y meto mi lengua en su boca. No tengo que pedir permiso para poder hacerlo, porque parece tan entusiasmada como yo. Le muerdo el labio y se lo estiro.

—¿Tienes ganas de ir a la cama? —me pregunta con voz juguetona.

—Sí..., pero no a dormir —murmuro y aprisiono otra vez su labio con mis dientes. Suelta un gemido—. ¿Te dolió?

—Un poquito, pero estuvo bien —responde—. Será mejor que entremos antes de que alguien salga al pasillo y nos vea.

—Sí —la tomo de las piernas para que rodee mi cintura con ellas.

—Oye, no... —se ríe—. Alguien saldrá y nos verá. Bájame, ¡bájame! —me pide, pero no le hago caso.

—Nadie nos verá. Además, estamos aquí nomás —meto la llave en la cerradura y cierro con el pie cuando estamos en el interior del depa.

La vuelvo a besar con ganas, mientras camino hasta su cuarto, con ella aún rodeando mi cintura. Tengo muchas ganas de hacérselo de nuevo, ganas de tocarla, de verla desnuda y de escuchar cómo gime debajo o encima de mi cuerpo. O en cualquier posición en que ella quiera hacerlo.

La acuesto sobre la cama y me separo un poco para quitarme la remera. La excitación que empiezo a sentir me da calor.

Brisa se queda observando mi cuerpo y su cara de deseo me roba una sonrisa. Me encanta cuando se muerde el labio y me mira de esa manera juguetona. Me subo encima de ella y le desabotono los tres primeros botones de su camisa a rayas, pero me detengo cuando una persona pasa por mi mente, Sofía.

No puedo hacer estas cosas con Brisa, sabiendo que le estoy ocultando algo que la va a molestar un montón. Que Sofía vaya a vivir conmigo es una locura, pero ya lo he acordado con la madre de mi hijo. Tengo que decirle la verdad. De lo contrario, esta noche no podré dormir. Se va a enojar, pero estoy seguro de que va a ser peor si lo dejo pasar.

Brisa

—¿Qué tienes? —le pregunto con la respiración agitada.

Gastón, quien está encima de mí, se disculpa y se pone de pie para buscar su remera del suelo.

—¿Qué... qué haces? —lo miro.

—No puedo hacer esto... No sin... hablarte de algo... —responde, colocándose la remera.

Me siento en la cama, abotono mi camisa y lo miro con preocupación.

¿No puede hacer esto?, ¿qué cosa tan importante tiene que hablar ahora... justo en el momento en que íbamos a tener otra noche de placer? Ahora me siento frustrada y algo asustada. Nunca es bueno que te digan que hay que hablar.

—¿Qué pasa, Gastón? —palmeo la cama para que tome asiento a mi lado. Se mantiene callado y con la vista al suelo. Parece dubitativo—. Gastón —lo llamo—. ¿Hiciste algo malo?

—No. Bueno... no sé.

—¿No sabes? —lo veo con recelo. ¿Qué clase de respuesta es esa?

—Sofía tiene riesgos en el embarazo —confiesa y, aunque me parezca algo importante y grave teniendo en cuenta que hablamos de la vida de un niño, sé que no es eso lo que quiere decirme exactamente. O sí, pero no es el punto que él quiere tocar.

—¡Ah!, ¿sí?

—Sí... Y quiere vivir conmigo, en mi casa...

Me quedo estupefacta ante lo que oigo. Eso no me lo esperaba. Me levanto de la cama.

—¿Qué?, ¿esto es broma?

—No —responde, tomándome de la mano para que me siente. Creo saber a dónde va esto y no me agrada ni un poco—. El doctor dijo que ella tiene que descansar, que no tiene que hacer mucho esfuerzo y ella no tiene a nadie aquí en la ciudad, nadie que la pueda cuidar y asistir durante estos períodos.

—Espera —me vuelvo a levantar de la cama con las chispas en los ojos—. Supongo que no estarás intentando decirme que esa mujer, o sea, tu exesposa y quien claramente desea atraparte con su telaraña, va a vivir en tu casa... ¿o sí?

Aparta la mirada de la mía. Su silencio me deja las cosas claras.

—¡Estás demente, Gastón!

—Sé que esto no está del todo bien teniendo en cuenta que estoy contigo, pero ella lleva un hijo mío... y su vida corre riesgo. No tiene a nadie que la cuide. Y no pienso dejar que se vaya a Nueva York.

—¡No hace falta que tú tengas que dejarla quedarse en tu casa! Sofía tiene un departamento, ¿no? Ayúdale con lo que necesite y contrátale a alguien que la cuide, que le cocine, que limpie la casa... no sé. Pero que ustedes dos vivan bajo el mismo techo no me parece. Y mírame, Gastón —le ordeno con toda la autoridad que puedo llegar a tener—, no me gusta esta idea. La repruebo.

—Ella no quiere que nadie la cuide. Y... ya le dije que sí...

¡¿Qué?!

—¿Ya le dijiste que sí? —chillo—. Antes de decir que sí, tenías que consultarme, que pedir mi opinión. Somos pareja, ¿sabes? Las cosas son de a dos, no de uno solo.

—Cuando acepté tú y yo habíamos terminado, Brisa —se pone de pie para mirarme y me toma de las manos. Quiero zafarme, pero él no me lo permite.

Estoy disgustada. Bueno, esa palabra se queda corta para describir el enojo que siento hacia Gastón y Sofía. No me gusta esa idea. Hay una parte de mí que me dice que estoy siendo algo egoísta, pero la otra parte me grita que Sofía está siendo caprichosa. ¿No quiere que nadie la cuide?, ¿qué se cree? Sé que lo hace porque quiere tener a Gastón en la palma de su mano. A mí no me va a engañar.

No sé si Gastón es tonto o qué... O sea, ellos dos no están más juntos y Gastón no la quiere. Ella es grande, y sí, sé que tiene riesgos en el embarazo, pero tendría que aceptar que alguien la cuide, total, Gastón le pasará dinero y se cerciorará de que las cosas vayan bien.

No me siento cómoda porque, como dije, sé las intenciones de Sofía, sé lo que quiere. Quiere a Gastón. No sé si está arrepentida de las malas pasadas que le dio a Gastón, pero sea lo que sea, no confío en ella y nunca lo voy a hacer. No me cae bien.

—Entonces... dile que no, que has cambiado de opinión. Puedes poner a alguien que la cuide —vuelvo a sugerir.

—Ella no quiere a nadie que la cuide —repite.

Entorno los ojos.

—Y ¿quién se cree ella que es para pedir cosas?

—Sabes cómo es Sofía.

—¡Sí, es una araña, eso es lo que es! —espeto, molesta.

—Brisa, yo no voy a hacer nada con ella. No me tocará y yo no la tocaré.

—¡Claro! Eso solo será hasta que Sofía te pida que le ajustes la ropa interior porque ella no puede hacerlo sola.

—Brisa... —exclama un poco molesto. ¿En serio se va a molestar? No fui yo quien armó todo este embrollo y tampoco soy quien no es capaz de decirle a Sofía que no.

—¿Sabes qué? ¡Haz lo que se te dé la gana! Vete con ella, tiéndele la cama, dale de comer en la boca...

—¡Basta! —me detiene cuando quiero irme a otra parte.

—¡No!, ponte en mi lugar, Gastón...

—No es fácil para mí tampoco, ¿sabes? ¡Me siento entre la espada y la pared!

—¡No pretendas que lo entienda!, ¡no pretendas que acepte!, ¡no pretendas que se me haga fácil o que haga como si nada estuviera pasando!

—Solo será por un tiempo hasta que ella salga de la zona de peligro. ¿No te ha quedado claro que solamente te quiero a ti?

—Esa mujer terminará insinuándosete todo el puto tiempo. La conoces más que yo, deberías saberlo ya —lo miro furiosa.

—Ya, pero eso no significa que le daré paso.

—Tú no le darás paso a sus jueguitos, pero sí le estarás dando paso a mi disminución de cordura.

—Esto también es difícil para mí —me vuelve a decir, pero debería dejar de hacerlo. Ya sé que es difícil para él, lo entiendo, pero él es quien debería entenderme a mí. Ya es demasiado con tener que soportar la simple idea de que va a tener un bebé con la harpía de su exmujer como para que ahora me venga a decir que va a ir a vivir con él.

—Quiero dormir, Gastón. —Busco ropa cómoda en mi armario—. Me has arruinado la noche. ¡Gracias por ello! Si quieres quedarte, quédate, pero te vas al sofá —le aclaro.

Salgo del cuarto y me voy hacia el baño para cambiarme.

—Brisa... —escucho que me detiene, pero no le respondo.

Cierro la puerta del baño de un portazo. ¡Sofía puede irse bien a la mierda!   

Continue Reading

You'll Also Like

105K 17.6K 44
¿Y si es muy tarde para empezar de cero? Cuando Gia Davies se muda a Nueva York, está huyendo. Se ha dado cuenta de que su carrera no le gusta, su re...
2.3K 331 26
¿Que se supone que haga cuando despierto en un lugar que no conozco, reina de un sitio que me es ajeno y peor aún, con la mente en blanco? Todos pare...
25.4M 1.4M 62
[ PUBLICADO POR NOVA CASA EDITORIAL] "Se tomó el puente de la nariz y pude notar cómo contenía su rabia. -Maldita sea, Vega. Trato de ser amable cont...
253K 12.3K 30
¿Y si te robo un beso? #2 Lia y Zachariah creyeron que todos los problemas estaban resueltos y que de ahora en adelante todo iría bien. Pero la vida...