Paranoia [Teen Wolf]

By its_the_impala

372K 33.2K 6.4K

[Libro dos de la saga de Stilinski Twins] «Paranoia es solo un sentido desarrollado de precaución» Cuatro mes... More

Sinopsis
1. Tattoo
2. No le agrado a los pájaros
3. Here we go again
4. Fearless
5. Patrones que no existen
6. ¿Isaac? ¿Ya lo recuerdas?
7. Planeamos robar un banco
8. Just give me your tears
9. Emptyness
Trailer temporada 6b!
10. Definitivamente, hoy no es mi día
11. Cause it hurts like hell
12. Una tarde casi normal
13. Demasiados pensamientos
14. Sobreviviendo al Motel de los Suicidios
15. Sobreviviendo al Motel de los Suicidios
16. This is about us
17. ¡Ten cuidado si eres médico!
18. Un mal presentimiento
19. Para curar hay que sufrir
20. Memories
21. Sigamos con el plan... Ah, es verdad, no tenemos uno
Goodbye, Teen Wolf
22. El recital
23. Mi profesora de Literatura quiere matarme
24. Convincing you
25. Resiste, Cora
26. Guardianes
27. Need you to come back
28. Retirados, sí. Indefensos, no.
29. El atardecer
30. ¿El Nemeton no aparece en el GPS?
31. Que el show comience
32. Dieciséis horas
33. Corre, cariño, corre.
34. Tres Alfas y un darach
35. Lunar Eclipse
36. Cerrando etapas
37. ¿Esto es real?
38. Keeping up
39. Cuervos vs hamingja
40. La puerta entreabierta
41. Problemas con coyotes
42. Problemas con coyotes
43. Problemas con coyotes
44. Oír tu voz me hace bien
45. Un psicópata suelto. En Halloween. ¿Coincidencia?
46. Hora de una historia y de sushi
47. Problemas técnicos (más bien eléctricos)
48. Stranger dreams
49. La nuit est a nous
50. Post-party
52. Otra perspectiva
53. Una llamada a medianoche
54. Una llamada a medianoche
55. Falling for you
56. En el entretiempo
57. Giving in
58. Fases de un macabro plan
59. Desperté con caos a mi lado
60. Wake me up when you need me
61. Me doy cuenta de lo que soy capaz
62. Soluciones temporales
63. Echo House
64. Echo House
65. Echo House
66. All Hell's Loose
67. Uno de dos
68. Siendo yo misma
69. Ahora lo que importa es Stiles
70. Kanji
71. Nos escapamos con una chica del instituto mental
72. Coup de foudre
73. Coup de foudre
ACLARACIÓN
74. Bad Moon Rising
75. No es el momento adecuado
76. The Divine Move
77. Todo tiene un final
Epílogo
Agradecimientos
Libro #3: Black List + Sinopsis
Playlist

51. ¿Dormir o volverse loco? Una decisión complicada

3.8K 362 28
By its_the_impala

51. ¿Dormir o volverse loco? Una decisión complicada

Tardé alrededor de veinte minutos en llegar al instituto. Me sentía exhausta. Y no sólo porque corrí hasta aquí, sino también porque apenas he dormido. Estaba ansiosa y cubierta de sudor. Tenía miedo de haber llegado demasiado tarde y que Stiles esté metido en algún problema.

Era temprano todavía. Los demás empiezan a aparecer en el instituto a eso de las 7:45 a.m. Por lo tanto tenía casi otros veinte minutos antes de que las personas empiecen a aparecer.

Me acerqué a las puertas principales, las que se encuentran en frente al estacionamiento. Un escalofrío me recorrió el cuerpo cuando mis manos tomaron las barras de metal y empujaron para entrar. Al estar dentro, me quedé quieta un momento. Además de aquél escalofrío, experimenté una sensación de dejá vù. Como si hubiera cruzado estas puertas hace pocos minutos. Deseché el pensamiento al recordar mi sueño. Tal vez por eso percibía tal cosa.

Moví mi cabeza sacándome de mi pequeño trance y me dirigí con paso apurado al aula de Química. Stiles me pidió que fuera ahí, con suerte seguiría en la sala. Pero al pasar por la puerta, no le encontré. Revisé cada rincón. No había nadie ni nada en particular.

Eso hizo que mi corazón latiera con más rapidez. ¿Y si llegué muy tarde? ¿Y si lo que sea que descubrió le alcanzó? Incluso empecé a llorar sin darme cuenta. Salí al pasillo principal. Por alguna razón, que estuviera vacío me hacía sentir peor. Me limpié la humedad de mis mejillas, aunque era contraproducente ya que las lágrimas no parecían poder detenerse. Supongo que el cansancio hace que tenga poco control sobre mis emociones.

La angustia hizo un nudo en mi estómago. Sentía náuseas. Si estaba entrando en pánico, la vista no tardaría en nublarse. Probablemente caiga al suelo, mi inconsciente tratando de que me quede quieta y así regular el elevado pulso. Coloqué mi mano contra la pared, sintiendo el frío de los azulejos. Cerré los ojos y traté de regular mi respiración.

No sé ni para qué me gasto en tratar de controlarme cuando nunca me ha servido. Siempre estaban papá, Stiles, e incluso Allison, para ayudarme a salir del estado de pánico. Ese pensamiento, de que no puedo detenerme a menos que alguien me ayude, me hizo sentir impotente. Me hizo preocupar aún más. Porque Allison no llegaría hasta dentro de quince minutos, si es que incluso viene a clases. Papá está en el trabajo o en casa, ya ni lo recuerdo. Y Stiles... Oh, Stiles, ¿quién sabe dónde está? ¿Si está sano o...?

No, no puedo pensar en eso.

Alcé mi mirada sin un objetivo en claro. Delante de mí estaban las puertas que llevaban a los vestuarios y los casilleros de los demás deportistas del instituto. Antes de aquellas puertas enormes de color gris, había un pequeño pasillo a la derecha, un baño. Me llamó la atención aquél pasillo por una sombra que se movía.

Mi determinación para averiguar si esa sombra era Stiles u otra cosa me dio fuerzas para ponerme firme y caminar hacia ahí. La vista no se me nubló, eso era una buena señal. Caminé con lentitud para que mi pulso y respiración se mantuvieran en magnitudes normales.

Entré hasta estar enfrentada al gran espejo. Cada cubículo estaba vacío. No había nadie ahí. Antes de salir y reanudar mi búsqueda, abrí una canilla y metí mis manos abajo del agua fría.

Sentía los dedos de mis pies y manos terriblemente fríos, pero mi rostro parecía superar los treinta y siete grados normales del cuerpo humano. No me sentía enferma ni con fiebre, sino con mucho calor. Incluso había empezado a transpirar. Junté mis manos a modo de vaso, con el agua que se acumulaba entre mis dedos alcé ambas y agaché mi rostro. Cerré los ojos y sentí cómo el líquido chocaba contra mis mejillas, frente, párpados y nariz.

Me sentía un poco más fresca. El agua limpió vagamente los rastros de las últimas lágrimas. Me pasé las manos por mi cara, masajeando un poco toda el área, antes de abrir los ojos.

Ojalá no los hubiera abierto.

A través del espejo, vi a la cosa de mis sueños. Al hombre vendado en la cabeza. Tenía la misma campera militar, jeans oscuros y vendas también en las manos. Esta vez sí tenía hueco para su boca, pero de aquél hueco salían dientes filosos y plateados. Parecían de mentira. Las vendas eran del mismo color blanco amarillento. Podía notar con claridad la cavidad de los ojos y la pronunciación de la nariz.

Me giré sorprendida, lista para correr, pero el hombre no estaba detrás de mí. Confundida, volví a enfocar mi vista en el espejo. El hombre estaba ahí, en el espejo, pero no a mi lado, en la realidad. Cerré los ojos con fuerza.

—Esto no es real... Es un sueño... —murmuré. Sentí cómo mis manos empezaron a temblar. El poco control que tenía sobre mi respiración se perdió. Mis poros producían excesos de sudor, cubriendo cada milímetro de mi piel.

Lo único que podía escuchar era el aire saliendo exageradamente de mi nariz y boca. Hasta que un gruñido áspero interrumpió en el ambiente. Ya había escuchado ese sonido antes. La vez que me quedé sola en casa y alguien se ocultaba en la habitación de mi hermano, la vez que me desperté con Derek a mi lado y mi cuerpo estaba inmóvil... En ambas situaciones, este hombre momia estaba acompañado de Jennifer. No quise arriesgarme a abrir los ojos y encontrarle ahí. Tal vez si los mantenía cerrados, todo se esfumaría.

Tal vez despertaría.

El gruñido se tornó en una respiración entrecortada. Seguía siendo áspero, como si el hombre necesitara un vaso de agua. Yo no le iba a ofrecer tal cosa.

Al no poder observar qué ocurría, recurrí a mis otros sentidos. Había cruzado los brazos contra mi pecho, dándome algún tipo de protección. Mis manos sólo podían tocar la tela de mi remera sudada. Intenté pensar en eso, en las fibras de algodón. Pero mi sentido de audición captó algo que desvió mi foco de atención. Pasos. Torpes y rasposos. Parecía que alguien cojeaba al caminar.

El sonido arrítmico de los pasos me ponía más nerviosa. Apreté mis uñas contra las palmas de mis manos. Sentía cómo mi cuerpo temblaba como si estuviera muerta de frío. Sentí algo de humedad en mis mejillas, supe que estaba llorando otra vez. El llorar me ayuda a liberar un poco de angustia, pero no lo suficiente.

Los pasos se detuvieron y estaba segura de que el hombre momia estaba detrás de mí. Apreté con más fuerza los ojos. Me dolía la cabeza y sentía pequeños cosquilleos en la zona por toda la presión que les hacía.

La respiración entrecortada no se detuvo en ningún momento. Ahora la sentía más cerca de mí. Podía sentir el aliento chocando contra mi nuca y cabello. Usualmente el aliento es cálido porque nuestro cuerpo está a treinta y siete grados, pero el de este hombre era helado. Lo cual no tiene sentido, pero dudo mucho que mis pesadillas tengan otro sentido mas que hacerme perder la cabeza de los nervios.

—No es real, Sarah... Estás dormida... —me susurraba. Intentaba hacerme despertar. No sabía cómo hacerlo. Quería abrir los ojos y ver que estaba en el departamento de Derek, con él a mi lado, cálida y protegida. Todo lo contrario a cómo me sentía.

El aliento frío del hombre momia hacía que mi piel empezara una cadena de escalofríos a lo largo de mi cuerpo. Haciéndome temblar aún más. Ya no lloraba, sentía el rastro de lágrimas en mis mejillas pero ya no podía llorar más. Estaba tan nerviosa, tan al borde de perder la cordura que mi cuerpo decidió no gastar energías en seguir llorando. No cambiaba el hecho de que quería llorar aún más. Tenía tanto miedo.

No sé de qué. Porque si bien no es una agradable visita la del señor Momia, él no parece estar haciendo nada. Tal vez no pretendía herirme. Tal vez era alguien (¿algo?) bueno. Como aquella señora de piel morena que aparecía en mis sueños. A la cual no volví a ver desde el sacrificio. Desde que estuve muerta por dieciséis horas.

Teniendo esa idea en la cabeza, pensando que el hombre no me haría daño, abrí los ojos. Estaba enfrentada al espejo. Podía ver el desastre de mi rostro. Ojeras pronunciadas, cabello despeinado, brillo de las lágrimas en todo rincón de mis mejillas, mandíbula y barbilla, gotas de sudor cayendo de mi cuello... Era verdaderamente un desastre.

El hombre momia había desaparecido. Su respiración áspera y pasos torpes se esfumaron, dejando un silencio espeluznante. Mi respiración seguía agitada, pero mucho menos que hace unos minutos con la visita de aquél sujeto. Me relamí los labios secos y descrucé mis brazos. Miré las palmas de mis manos. Las marcas de mis uñas se veían moradas. Ignoré eso. Me concentré en los dedos.

En los sueños tienes dedos de más. Recordé lo que me dijo Stiles una vez. Empecé a contar en silencio y a mi ritmo.

Uno... Dos... Tre-tres... Las yemas de mis dedos tocaban levemente las puntas de mis otros dedos. Cuatro... Cinco... Inhala, exhala. Ya vas una mano. Tienes todos los dedos. No hay de más, ni faltan.

Seis...

—¿De nuevo con lo de los dedos?

No, no, no.

—Esto es deprimente. ¿Y tú fuiste la que me revoleó por los aires y consiguió superar mi poder?

No quise alzar mi mirada, pero mis ojos ya la habían visto. Jennifer estaba cruzada de brazos empotrada contra los azulejos. En el mismo lugar donde había estado el hombre vendado. Vestía como siempre, de negro y jeans. Tenía una postura relajada, como si no tuviera que moverse para saber que obtendría lo que quería al final.

Ignoré su voz, como ya otras veces he hecho, y me centré en los dedos que me faltaban contar. Seis...

—Vamos, Sarah. Hace mucho que no jugamos. Te he dado un pequeño descanso —por el rabillo del ojo pude ver que movía una de sus manos—. Pero ahora, eso terminó. Volví con más propósito que antes.

Seis... ¿Qué sigue después del seis? Cerré los ojos y respiré hondo. Estaba aplicando bastante fuerza al dedo número seis, consecuencia de mis nervios.

—Rayos... No puede ni contar hasta diez. —escuché un leve tsk que hizo con su paladar y lengua—. Pensé que estarías más lista para poder lidiar conmigo. ¿Qué hizo que te pusieras así? ¿Un par de sombras ninja?

Alcé la mirada y le observé — ¿Esa fuiste tú? —mi mente iba a kilómetros por hora. ¿Jennifer me hizo ver las sombras? ¿Esas tampoco eran real? ¿La fiesta fue acaso real? ¿O todo esto está en mi mente? ¿Cuál fue la última vez que estuve despierta y segura de que lo estaba?

—Ah, ¿ahora sí me prestas atención? —actuó ofendida.

—¡Respóndeme! —alcé la voz, pero eso no me hizo sentir más poderosa. Lo contrario, más vulnerable.

Jennifer rodó los ojos — Quisiera llevarme el crédito, pero no. Los oni no son míos. No todavía.

—¿Los qué?

—¿Sarah?

Me giré hacia la entrada del baño, que estaba a mis espaldas. Reconocí a Scott. Se acercó a mí con un semblante de preocupación. Mirando alrededor y luego posando sus ojos cafés en mí.

—¿Estás bien? ¿Con quién hablas?

Observé detrás de mí. La pared de azulejos estaba vacía. Ni un hombre momia ni un darach psicótico. No había nadie ahí. Gruñí por lo bajo y me agarré mechones de mi cabello. Mis puños cubriendo mi pelo castaño se acercaron al área arriba de mis oídos. Apreté con fuerza.

—¡¡Estaba aquí!! —grité enojada, aunque no sé con quién. ¿Con Scott y sacarme de mi pesadilla mental? ¿Con Jennifer y su información oculta? ¿Conmigo por no reconocer la fantasía de la realidad?—. ¡Ella...! ¡Ella estaba aquí! ¡Y me dijo algo sobre...! —me volví hacia mi amigo, quien me observaba con las cejas alzadas y los ojos bien grandes. Tomé una de sus manos tal vez con demasiada fuerza, pero no lo noté hasta después—. Las sombras... Ella las llamó de otra manera, no sé cómo, pero no son suyos... Eran reales...

—Sarah, ¿cuándo...? ¿Cuándo fue la última vez que dormiste? —preguntó Scott con tono firme. Frunci el ceño.

—¿Eso qué tiene que ver, Scott? —cuestioné con enojo. Solté su mano.

Me alejé unos pasos. No recuerdo que me haya pasado esto antes. Que esté en el centro de una crisis sin saber qué es real y qué no; y que de repente aparezca alguien conocido y esfume toda esa crisis. Sigo soñando. Debe ser un truco de Jennifer. Como en el bosque, cuando me hizo creer que ella era Allison y le ataqué.

"Scott" preguntaba por mis horas de sueño. Me intentará hacer dormir, para que descanse. Y así estaré metida en otro sueño. No puedo dormir. Ella gana si duermo.

—Sarah... —habló mi supuesto amigo. Seguí alejándome.

—Esto no es real. Tú no eres real. —murmuré. Él se detuvo en seco.

—¿Crees que no soy real? —preguntó como si le hiriera decir esas palabras.

—No lo creo, lo sé —espeté—. Intentas engañarme como hiciste con Allison. No caeré en tu trampa, Jennifer.

Mi mente se confundió al ver los gestos de "Scott." Jennifer verdaderamente era una buena actriz, debía admitir eso. Pero yo no me iba a dejar engañar con su acto.

A menos... No, esto debe ser toda una actuación. Está todo en mi cabeza... ¿Verdad?

Mi cabeza me dolía. Ya no estoy segura de lo que está pasando. No entiendo nada.

—Sarah, mírame. Escúchame —mis rodillas empezaron a temblar de sobremanera. No me quedó otra opción que dejarme caer al suelo. Scott (o quien sea que fuere) se acercó a mí y tomó mis muñecas. Las alzó—. Esto es real. No soy Jennifer. Soy Scott. Tu mejor amigo desde los tres años, ¿si? Por favor, Sari, mírame —no me atreví a mirarle. No podía más con las confusiones. No podía identificar si esto es real o no—. Por favor, Sari...

Sentí su mano en mi mejilla. Su pulgar deslizándose, llevándose consigo una lágrima. Al parecer, seguía siendo capaz de llorar.

—Cuenta conmigo. —pidió. Mi vista clavada en mis manos y las suyas—. Uno. —tomó uno de mis dedos—. Repite conmigo, Sari.

—U-Uno...

—Bien, perfecto. —suspiró aliviado—. Dos. —tomó el dedo índice y le dio un pequeño apretón. Repetí el número. Siguió así con los otros dedos. Lentamente, presionándolos para que sintiera su presencia, esperando la repetición de mi parte. Cuando llegamos al diez, él no se alejó ni soltó mis manos. Las tomó con más delicadeza y las acarició—. ¿Ves? Esto es muy real, Sarah.

Asentí lentamente. Mi cabeza aún trataba de comprender lo que acababa de pasar — Lo siento... —fue lo único que pude decir. Odié cuán quebrada sonaba.

Él no respondió ante mi disculpa. Se acercó y me envolvió en un cálido abrazo. Sus brazos rodearon mis hombros y espalda. Me embriagó su olor natural, su aroma. Por unos segundos volví a tener once. Recordé vagamente cómo Scott me ayudó y consoló en el primer año del aniversario de la muerte de mamá. El abrazo me hizo recordar a aquellos que me daba cuando no podía dejar de llorar. Él no me soltaba hasta que me tranquilizara un poco.

Me acerqué a él y oculté mi rostro en su hombro. Terminé de largar lo que me quedaba de lágrimas.

•••

Finalmente, el timbre nos interrumpió. Es decir, las clases estaban por comenzar. Y aún no había encontrado a Stiles. Después de toda la escena en el baño junto a los vestidores, Scott me contó brevemente lo que el señor Argent sabía.

Al parecer, el padre de Allison se enfrentó a estas cosas cuando era más chico. Fue su primera misión. Más de cinco sombras aparecieron y lucharon con todos los japoneses presentes. Según entendí, Chris Argent estaba ahí para presenciar algún intercambio o negocio entre esos japoneses y otros cazadores. No entendí muy bien, y el modo de relato de Scott no era muy bueno.

El tema es que el señor Argent y otro hombre apodado Silverfinger (por una prótesis inusual) salieron con vida. Incluso el señor Argent logró pegarle un tiro a una de las máscaras de las sombras. Cuando pregunté qué fue lo que les dijo al ver el rostro de la sombra, Scott respondió: — No tenía. Según Chris, había pura oscuridad detrás de la máscara.

—Vaya, eso sí que son buenas noticias.

Mencionó que el hombre Silverfinger estaba en la zona por cuestiones de negocios. El señor Argent, Isaac y Allison estaban armando un plan para poder hablar con él y descubrir más sobre estas sombras. Nos llamarían si tenían algo.

Mientras le ponía al tanto con los mensajes que Stiles me había enviado, el susodicho apareció con los ojos bien abiertos en frente nuestro. Incluso Scott saltó del susto.

—¿Dónde estaban? —preguntó. Abrí la boca para preguntarle lo mismo, pero él se adelantó—. Bueno, no importa.

Antes de que él dijera otra cosa, lo abracé con todas mis fuerzas. Él dejó escapar un bufido por la sorpresa. Me acarició la espalda y soltó un suspiro. Me separé unos segundos después. Y lo siguiente que hice fue darle una cachetada.

—¡Hey!

—¡Sarah!

—¡No vuelvas a hacerme eso! —sentí que algunos adolescentes se giraban con miradas curiosas, pero les ignoré. Stiles masajeó su mejilla—. No puedes mandarme esos mensajes y desaparecer.

—Oh, sí, lo siento... Estaba algo ebrio y mi mente... No importa. Lo que importa es que tienen que venir conmigo. Ahora.

No tuvimos opción, sinceramente. Stiles nos tomó de las muñecas y nos guió hasta la sala de Química mientras mencionaba algo sobre la chica de peluca rosa y químicos.

—...Ella empezó a hablar de químicos y la llave teniendo químicos en ella. Entonces pensé en Barrow y el armario del aula de Química, alguien le tuvo que haber dejado entrar... —abrió la puerta del salón. Estaba vacío y no parecía haber nada importante. El rostro de Stiles palideció—. No está... Estaba... No importa. Todavía tengo la llave. —sacó el conjunto de su bolsillo. Sentí otro un dejá vù al escuchar el sonido de las llaves chocando entre sí—. ¿Qué carajo? —sus dedos pasaban de una a una las llaves, pero no parecía encontrar la que él buscaba—. Estaba aquí. Juro que la tenía esta mañana... Juro que la...

—Espera, ¿es la llave por la que me preguntabas anoche? —cuestioné, recordando la conversación vagamente. La fiesta fue anoche, sentía que fue hace días.

Stiles alzó el rostro — Sí, sí, te la mostré, ¿verdad? —fruncí el ceño y negué—. ¿No te la mostré?

—No, sólo me preguntaste si la había puesto ahí. —respondí con calma. Stiles se giró hacia Scott. Sus ojos bien abiertos. Supuse que yo me veía igual cuando Scott me encontró en el baño. Ahora era mi turno de calmarle.

—¿A ti tampoco te la mostré? —volvió a preguntar. Scott negó. Eso pareció ponerle más nervioso—. Estaba aquí hace unas horas... Y el mensaje que dejaron para Barrow, con los números químicos...

—Atómicos. —corregí estúpidamente.

—El mensaje estaba ahí, en el pizarrón y era mi letra. Y yo tenía la llave del armario de Química.

Los ojos de Stiles se veían cansados y nerviosos. Por un momento temía que le surgiera un ataque de pánico. Scott se acercó a él.

—¿Dices que tú dejaste el armario abierto para que Barrow se esconda de los policías y luego le dejaste un mensaje para que matara a Kira? —cuestionó confundido.

—Sé cómo suena, pero miren esto... —sacó su celular, lo desbloqueó y nos mostró una foto de lo que parecía ser un reporte. No llegué a leer de qué se trataba antes de que Stiles lo quitara de mi campo de visión—. Esto es el reporte de las noticias que salió sobre Barrow cuando lo agarraron. Es sobre la bomba que usó. ¿Ven esto? —nos volvió a mostrar la pantalla. Había una foto de una caja pequeña llena de tornillos. Fruncí el ceño sin comprender—. ¿Ven lo que hizo? Puso pernos, tuercas y tornillos. Y escondió la bomba y el detonador en una caja, envuelta en papel de regalo. ¿A qué te recuerda? —esta vez se dirigió a Scott.

Mi amigo alzó la mirada — Al entrenador.

—La broma que le hicimos en su cumpleaños. Esa fue mi idea, ¿recuerdas? Mi idea. Eso no puede ser una coincidencia.

Miré a Scott preguntándole silenciosamente qué debíamos hacer. Stiles está tirando información (que no podemos corroborar al cien por cien) de que él le dio el mensaje a Barrow y le ayudó. Pero no tiene sentido, ¿por qué lo haría? Tal vez todo esto sea producto de su imaginación. Su mente le está jugando juegos, como la mía hace un rato.

Me adelanté y tomé una de sus manos. Inconscientemente jugué con sus dedos, separándolos y uniéndolos — No quiero decir que estás equivocado pero no creo que estés tratando de matar a personas —indiqué. Stiles abrió la boca, pero no supo qué decir—. Acabo de tener un episodio similar, Sti. Nuestras mentes...

Él negó suavemente y volvió a mirar al pizarrón — Estaba aquí. Estaba todo aquí...

—Hermano, ¿estás bien? —preguntó Scott acercándose—. Te ves cansado.

Stiles movió la mano, restándole importancia — No he estado durmiendo mucho.

Mi amigo me observó — ¿Por qué no van los dos a casa y duermen un rato? Falten a clases, digan que se sienten mal o algo.

Mis ojos se encontraron con los de Stiles. Ambos veíamos el problema en el otro. Si no hacíamos algo al respecto perderíamos la cabeza completamente. Él tomó con fuerza mi mano y asintió levemente.

Seguimos el consejo de Scott.

•••

Stiles y yo subimos al Jeep. Nos alejamos del instituto y de toda la situación que pasamos ahí dentro. Viajamos en silencio. Ya parecía ser una costumbre.

Con mi hermano decidimos ir al hospital. Las pesadillas, la ansiedad, el pánico, todo parecía haberse elevado mientras que Scott y Allison parecían haber mejorado después de haber rescatado a Malia. Nosotros sólo empeorábamos. Llegamos a la conclusión de que tal vez no es todo culpa de esas dieciséis horas, tal vez algo más pasaba dentro de nuestras cabezas. Mejor asegurarse con alguien profesional.

La doctora Gardener nos atendió de chicos cuando mamá recayó con su enfermedad y después del funeral. Era más o menos amiga de papá, podíamos confiar en ella para preguntarle sobre cosas en común que nos ocurrían a ambos.

Al llegar al hospital, fuimos a la recepción. Me sentía pesada, como si me costara mover mi cuerpo. También dolía la cabeza. Supongo que será todo el cansancio que tengo encima. Pero aún así, me ponía nerviosa el pensar que la cura, para lo que sea que nos pase, sea dormir. Tengo miedo de no poder despertar, o de no poder saber si desperté realmente o no.

—Disculpen, la doctora Gardener no volverá hasta dentro de una semana —nos indicó la mujer. Sentí la respiración de mi hermano agitarse. Le tomé de sus hombros—. ¿Quieren que les guarde un turno con otro doctor del área? —Stiles parecía entrar en pánico. Traté de calmarlo sin que se me contagiara su desesperación.

—¿Stiles? ¿Sarah? —escuché la melodiosa voz de Melissa McCall. Se acercó a nosotros con los ojos preocupados, los mismos que Scott—. ¿Están bien?

—No lo sé... —respondí con honestidad. Hice que Stiles se alejara del escritorio y le miré a los ojos—. No estamos bien... —susurré más para mí.

—De acuerdo, chicos. Vengan conmigo —tomó aire y nos guió hacia el pasillo. Le dedicó una mirada y un gesto con la mano a la recepcionista. Supongo que después le diría que nos conocía y que todo estaba en orden.

Tomé la mano de mi hermano para asegurarle que seguía ahí y que no le dejaría solo. Además, la unión me hacía sentir más tranquila. Seguimos a Melissa hasta una de las habitaciones del fondo. La abrió con facilidad y nos hizo entrar. Nos indicó que nos sentáramos en la camilla.

—Bien, ¿por qué no me dicen qué anda sucediendo? —preguntó con amabilidad, no enojo. Se cruzó de brazos y esperó a que habláramos—. ¿Por qué quieren ver a la doctora Gardener?

—Sentimos que nos estamos volviendo locos —mencionó Stiles antes de que pudiera pensar una respuesta.

Melissa suspiró y tomó unos papeles que se encontraban contra una tabla de madera. Son los que usan las enfermeras para anotar lo que le ocurre al paciente, así después un doctor lo lee y sabe qué hacer. Sacó una lapicera de su bolsillo del uniforme — Cuéntenme. ¿Cuáles son los síntomas? Tú primero, Stiles.

—Desmayos. No por mucho. Sonámbulo, no me pasaba desde que era chico... Uhm... He estado teniendo mucha ansiedad últimamente.

—¿Ataques de pánico? —Stiles y yo asentimos. Recordé que Stiles era el que respondía y bajé la cabeza. Por el momento, tenía todos los mismos síntomas, salvo los desmayos. Hasta donde sé no me he desmayado todavía.

—Sí, un par. Oh, y he perdido temporalmente la capacidad de leer, pero eso puede ser más por un enorme y gran árbol mágico y nuestro sacrificio —Melissa dejó salir una leve sonrisa ante el comentario.

—Sí, recuerdo algo al respecto... —mencionó. Tomó la hoja que completaba y la alzó para ver la misma hoja debajo pero vacía. Alzó su rostro y me observó—. ¿Tienes los mismos síntomas, Sarah? —asentí.

—Salvo los desmayos. Y creo que tuve ataques más recientes. —acoté. Melissa asintió y escribió a toda velocidad en la hoja nueva.

—¿Cuántas horas duermen? —preguntó ella sin alzar su mirada de los papeles.

Fruncí el ceño pensando en la cantidad de horas que he dormido. Más o menos hice un recuento y mencioné un número. De casualidad, tal coincidía con el de mi hermano: — Ocho.

—¿Por noche?

—En los últimos tres días. —mencionamos, otra vez, al unísono. Eso hizo que Melissa se sobresaltase. Aunque no sé si se sorprendió por decir la respuesta al mismo tiempo o por la respuesta en sí. O ambas.

Ocultó la sorpresa y siguió con el interrogatorio médico — ¿Se sienten irritables? —asentimos. Recordé vagamente la escena en el baño con Scott—. ¿Inhabilidad para concentrarse? —volvimos a asentir, aunque eso no lo consideré síntoma de todo esto—. ¿Comportamiento impulsivo? ¿Sueños vívidos?

Solté un bufido sin notarlo. Ambos me observaron — Sí y sí —respondió mi hermano—. Básicamente todo lo que dijiste. ¿Sabes qué es?

—Eso creo —Melissa bajó la tabla con los papeles y fue a una de las mesadas del lugar. Sacó dos jeringas pequeñas con un pequeño líquido dentro.

—Uh... ¿Qué es eso? —cuestionó mi hermano tensándose.

—¿Confían en mí?

—Cuando no sostienes una jeringa...

Melissa no le dio tiempo a que siguiera con su miedo a las agujas. Le clavó tal en el hombro, apenas tuvo tiempo de reaccionar. Stiles miró el pinchazo y luego a la madre de nuestro amigo — Es midazolam. Un sedativo.

—¿Por qué nos darías un sedativo? —me levanté de la cama cuando Stiles empezó a tambalear hacia mi costado.

—Porque ambos son dos jóvenes muy privados de sueño. Y considerando que tú le tienes terror a las agujas era mejor colocártelo a ti primero —explicó mirándome de reojo. Fui unos pasos hacia atrás, teniendo nuevamente una sensación de miedo debajo de mi piel.

Melissa acomodó a Stiles en la camilla. El sedativo parecía ser instantáneo, porque en pocos segundos se encontraba dormido. Ella le colocó una sábana encima. Me miró a mí y me indicó con su cabeza que saliera. Melissa me siguió unos segundos después. Colocó la hoja completada por los síntomas de Stiles en el fichero transparente que colgaba al lado de la puerta y apagó las luces. Cerró la puerta y me guió hasta la habitación de en frente, que también estaba vacía.

—Tú turno, Sari.

—No quiero. —dije cual niña pequeña. Melissa sacó la jeringa. Me observó con confusión—. No quiero dormir.

—¿Por qué no, cariño? Te prometo que te sentirás mejor —indicó acercándose. Me alejé aún más. Ella mostró una mirada herida, no quería huir de ella pero realmente no quería que me colocara el sedativo.

—No sé cómo son los sueños de Stiles, pero los míos... —me apreté los labios—. No puedo dormir y verle. Que me diga cómo ella ya ganó, cómo todo está yendo a su plan...la soporto estando despierta, pero dormida... Ella tiene una ventaja sobre mí.

Melissa bajó la jeringa. La colocó en la pequeña mesa de luz y se volvió a acercar. Esta vez no sentí la necesidad de alejarme ya que el sedativo estaba lejos de mí. Sus ojos cafés me miraron con una reacción que no pude identificar. Parecía pena pero a la vez no. Leve tristeza.

—¿Quién es ella, Sarah? ¿Quién te da tanto miedo que te impide ir a dormir? —bajé la mirada a mis manos unidas. Un tic que tenía cuando me sentía pequeña. Me relamí los labios.

—Usualmente es Jennifer. Pocas veces, Matt. Y recientemente un hombre... Alguien que no conozco. —era difícil explicarle qué era ese hombre. Pensaría que estoy demente.

Melissa se quedó en silencio un buen rato. Supongo que buscaba las palabras adecuadas — Sarah, ese es el cansancio hablando por ti.

—No, Mel, no lo entiendes —alcé el rostro. Podía sentir mis ojos cristalizados—. Casi lastimo a gente que quiero porque veía a Jennifer en vez de a ellos. Tuve un ataque hace menos de tres horas en el instituto porque ella estaba ahí, hablándome y de repente desapareció y Scott me encontró. No sé qué es real y qué no... No sé si estoy despierta o soñando. No quiero... No puedo irme a dormir.

Otra vez, esa mirada en sus ojos. Tristeza, pena, compasión. Tragué el exceso de saliva por los nervios.

—Te prometo que ninguno de ellos te molestará. El sedativo es potente, tanto que probablemente ni sueñes —me indicó con calma, como si hablara con una niña de seis años. Le observé con las cejas alzadas.

—¿Estás segura? —pregunté. Realmente quería dormir. Quería que mi cuerpo se sintiera fuerte otra vez. Quería que el dolor de cabeza se fuera. Y si Melissa me está dando la solución, y encima no tengo que lidiar con el temor de no volver a despertar... Esto parece demasiado bueno para ser verdad.

Melissa asintió con la cabeza. Miré la aguja pensativa. Unos minutos después asentí y alcé la manga para que la señora McCall me pusiera el sedativo en mi sistema. Ella me besó la sien cuando terminó. Sentí el cansancio aún más pesado. Me costaba mantener los párpados abiertos. Ella me ayudó, como hizo con Stiles, a colocarme debajo de las sábanas.

Lentamente me fui yendo del mundo real. Sentía que caía por un pozo, pero sin tener la desesperación de que chocaré contra el fondo. Como si flotara por el espacio.

—Descansa, Sari.

—Gracias, mamá.

Continue Reading

You'll Also Like

7.8M 468K 96
Esta es la historia de Katsuki Bakugou y _____. Dos adolecentes con una misma meta, ser héroes profesionales, pero también un mismo sentimiento. ¿Qué...
57.3K 3.7K 65
"luz u oscuridad, ambas son tentadoras, pero ¿Qué elegirás tu?" T/N T/A es un chico que vive con sus padres con una vida tranquila hasta que un mes a...
489K 43.1K 50
Segunda parte de Invisible /// Después de ser mordida por Derek Hale, la vida de Lia da un giro imposible. Su cuerpo ha rechazado la mordedura, pero...
43.5K 2.6K 25
¿Y si los Hermanos Winchester hubieran conocido a Castiel y a Crowley de diferente manera? ¿Como seria si el apocalipsis, la resureccion de Dean, los...