31. Que el show comience
Después de hablar con Deaton y Scott, el veterinario nos dijo que teníamos que buscar algún objeto significativo de papá. Según él, yo no necesitaba tal cosa ya que no cumpliría el mismo objetivo que mi hermano y mis amigos, pero decidí acompañar a Stiles hasta casa para que él lo busque.
Estuvimos en silencio en el viaje de ida. Demasiados nervios en cada uno como para intentar hacer una conversación sin ser pesimistas o decir lo asustados que estamos. Era mejor quedarnos callados y apoyarnos con la compañía no con palabras.
Llegamos a casa. Estaba a oscuras. No es la primera vez que vemos así a nuestra casa. Papá suele tomar los turnos de noche, así que más de una vez Stiles y yo hemos vuelto tarde a casa y encontrarla así. Sin ninguna luz prendida, sin ruido dentro... Vacía. Pero ahora, sabiendo que papá no estaba ni en la estación, me hacía sentir que la gran casa era demasiado para nosotros tres. Que aunque estuviéramos todos dentro, aún así parecería vacía.
Intenté que ese sentimiento que tenía no me distrajera. Stiles bajó del Jeep, le seguí el paso hasta la puerta de casa. Sacó las llaves y ambos entramos. Nos quedamos parados en la entrada. Sin ni siquiera prender una luz.
—Sé qué podría funcionar... —mencionó mi hermano. Me giré hacia él, preguntándole silenciosamente qué era—. Pero tengo que arreglarla antes de irnos. Espera aquí.
Hice lo que me pidió. No quiero presionarle ni seguirle como perro perdido, no quiero ocasionarle más nervios. Así que me quedé ahí, apoyé mi espalda contra la puerta de entrada mirando alrededor. Una parte de mí esperaba que papá apareciera preguntando qué rayos hacía en la oscuridad. La otra, la más racional, me decía que eso no iba a pasar.
Pensé en el plan de Deaton. Eso de morir y que él nos traería de vuelta. No era un plan asegurado al cien por cien, y por eso me asusta tanto. Pero lo que realmente me asusta no es no volver a la vida, sino volver con esa oscuridad que según Deaton rodeará mi corazón hasta el día de mi muerte. Eso me da terror.
Ya de por sí he limitado mis habilidades por miedo a que esas leyendas de hamingjas oscuras se hagan realidad en mí. Pero ahora, con una oscuridad dentro de mí... Sé que será más fácil que me vuelva Darth Vader. Y no quiero volverme oscura. Quiero ser útil, quiero intentar prevenir que cosas sobrenaturales pasen y así proteger a mis amigos.
Escuché un golpe seco que me sacó de mis pensamientos. Ignoré la orden de mi hermano de esperar ahí y subí las escaleras. Stiles había ido a su cuarto. Moví la puerta. Le vi sentado en su escritorio, un martillo sobre la madera y él chupándose el dedo gordo de su mano izquierda. Miré el martillo, había algo cerca de él. La placa de papá.
—Le di a mi pulgar en vez de a... —intentó explicar Stiles. Asentí lentamente, entendía la situación.
Me acerqué a él y tomé su mano. Estaba algo temblorosa, no sé si por el golpe o por los incesantes nervios. La acaricié un poco antes de analizar el dedo golpeado. Estaba algo rojo, todavía no se había hinchado por completo. Cerré mis ojos y recubrí el dedo con mis dos manos. Respiré hondo y de manera tranquila, Deaton decía que así era más fácil para usar mi habilidad curativa, especialmente en humanos o criaturas que no se curan solas.
Podía sentir la hinchazón del futuro moretón en su dedo. Como no era un corte, no podía visualizarlo en mi mente cuándo terminaba de curarle. Pero aunque no pudiera verlo en mi mente, sabía que estaba haciendo un buen trabajo. Sentía el alivio de Stiles y cómo de a poco mis fuerzas disminuían un poco. Como no era un gran golpe, no me tomó más de cinco minutos.
Abrí los ojos al terminar. Stiles no me observaba, su mirada estaba clavada en su mano entre las mías. Después sus ojos marrones claro pasaron a la placa de papá. Recuerdo que Jennifer la había abollado con su propia mano. Stiles la ha intentado enderezar. Ha hecho un buen trabajo, seguía algo abollada pero casi plana.
Le miré con ternura — Servirá Stiles, aunque no esté plana. —le dije murmurando. Él miraba fijamente a la placa.
—¿Crees que funcionará? —preguntó, uniendo nuestras miradas—. El plan.
—No lo sé —respondí honestamente—. Pero creo que vale la pena intentarlo. —él asintió. Acaricié una vez más su mano curada. Tomé la placa y se la di—. Ahora vamos, Scott y Allison deben estar esperándonos.
Agarramos un cambio de ropa antes de irnos. Una vez sabiendo dónde están nuestros padres dudo que queramos ir por ropa seca. Stiles agarró una remera vieja y un pantalón de jogging. Yo tomé un viejo camisón gris que no uso, salvo que mi pijama se estuviera lavando. Después de guardarlo en una bolsa, partimos hacia la clínica.
Volvimos de la misma manera en la que fuimos. En silencio. Pero podía notar que Stiles estaba un poco más calmado. Aún no me contó si pasó algo en el instituto. Sé que yo tuve un ataque de pánico y estoy segura de que también Stiles, pero no habla del tema. Tal vez después de todo esto le pregunte qué pasó, pero por el momento no es importante.
Llegamos a la clínica animal. Dentro, Lydia y Deaton estaban terminando de vaciar una de las bolsas de hielo. Habían cuatro bañeras, tres en paralelo y una en perpendicular a ellas, más cercana a la puerta de enfrente. Todas llenas con agua, hielo y muérdago. Lydia e Isaac estaban parados a un costado mirando al veterinario, ya habían terminado su tarea de organizar todo. Allison parecía haber llegado hace unos minutos y Scott entró por la puerta unos segundos después que nosotros.
Deaton nos observó — De acuerdo. ¿Qué trajeron? —preguntó mirando más a Stiles que a mí. Mi hermano alzó la placa de papá. Explicó que la intentó alisar un poco pero que aún no se veía como nueva. A lo que el veterinario respondió diciendo: — No tiene que lucir bien si tiene un significado.
Allison alzó su objeto. Una bala.
—¿Es eso una real bala de plata? —cuestionó Isaac, sacándome las palabras de la boca. Allison asintió.
—Mi padre la hizo. Fue como un acto de ceremonia. Cuando uno de nosotros termina de aprender todas las habilidades para ser un cazador, se forja una bala de plata como testamento del código.
Deaton asintió, supongo que corroborando la historia de Allison — ¿Scott? —mi amigo alzó la cabeza.
—Mi papá le regaló a mi mamá este reloj cuando a ella le dieron el trabajo en el hospital. Ella solía decir que era la única cosa de su matrimonio que funcionó. —todos nos quedamos callados, Deaton volvió a asentir.
—Bien, ustedes tres —señaló a Stiles, Scott y Allison—. Se meterán en estas bañaderas —movió su mano para que su dedo índice mostrara las tres que estaban en paralelo—. Sarah, tú irás en aquella —mostró la que estaba en perpendicular al resto.
Miré la bañadera con el corazón en la garganta. Había suficiente lugar en la sala como para que esa bañadera esté en paralelo a las otras. Estar en perpendicular a mis amigos y hermano no me agradaba, me sentía alejada.
—Necesito que estás ahí porque así estarás cerca de Stiles, Scott y Allison por igual —aclaró el veterinario, como si me hubiera leído la mente.
Asentí, no me pondría a hacer un berrinche por la posición de mi bañadera. Además, lo que decía Deaton tenía sentido. Si yo soy el camino para ellos, debo tener la misma cercanía con los tres. Si estuviera al lado de Scott o Allison o Stiles, no tendría el mismo efecto.
—De acuerdo, los cuatro se meterán dentro. Cada uno de nosotros les sostendrá abajo hasta que estén esencialmente... Bueno, muertos. —explicó el adulto. Isaac y Lydia, los que no se meterían dentro, asintieron. Supongo que mientras fuimos a buscar nuestros objetos importantes, ellos hablaron entre sí para llevar a cabo el plan, con todo lujo de detalles—. Pero esa persona no sólo les sostendrá debajo del agua. Tiene que ser alguien que pueda traerles de vuelta. Alguien que tiene una gran conexión con ustedes. Una conexión emocional.
Lydia miró a Allison. Ambas asintieron, la pelirroja se acercó a la morocha cuando el veterinario dijo: — Lydia, tú ve con Stiles. —las dos chicas fruncieron el ceño. Tenía más sentido que Lydia fuera con Allison ya que son amigas desde que la morocha pisó el instituto. La pelirroja levantó los hombros, disculpándose con la cazadora y se acercó a Stiles, su bañadera era la del medio.
Allison miró a Deaton: — ¿Estás seguro? —le preguntó a él—. Digo, Scott, Sarah y yo estaremos debajo del agua. —Deaton no le respondió. Ella miró levemente a Isaac que estaba justo detrás de ella. Me quedé observándoles sin entender qué pasaba. Parecían más cercanos, eso sí lo he notado, pero no he hablado con ninguno de los dos recientemente como para saber si son más que amigos.
De todas maneras, Allison miró de reojo a Isaac y luego su mirada se dirigió a Scott, que estaba a mi lado. Vi cómo la mandíbula de mi amigo se ponía dura. Pero unos segundos después aflojó — Está bien. —declaró él. No sé si le está dando pase libre a Allison o a Isaac, o su comentario no tiene nada que ver. Son en estos momentos en los que me doy cuenta que por toda esta situación que me da más nervios que un examen de Economía me impide hablar seriamente con mis amigos. De ser así, sabría qué pasa entre Allison, Scott y Isaac.
Dejando eso de lado, Lydia iría con Stiles, Isaac con Allison y Deaton con Scott. Fruncí el ceño — ¿Y yo? —pregunté después de que la tensión entre los dos hombres lobo y la cazadora se terminara de esfumar.
El veterinario me observó. Estoy muy segura de que sus ojos transmiten una disculpa. Eso hizo que mi corazón latiera con más rapidez. Todos tienen a alguien que les traiga de vuelta, más allá del vínculo emocional. Yo no tengo a nadie. Derek sería perfecto para este trabajo, pero no puedo llamarle para que venga. Su hermana se está muriendo y por el momento no he sentido cosquilleos que amenacen con su vida. Todavía no le dio su poder de Alfa. No puedo contar conque él venga a ayudarme.
Deaton tardó en responder y eso alarmó al resto — ¿Quién traerá a Sarah de vuelta? —preguntó con tono protector mi hermano. El resto de mis amigos miraron al veterinario, casi acusándole porque no había otra persona que me ayudase.
—No hay tiempo para esperar a alguien —comentó el adulto. Yo entendía a lo que se refería. No hay tiempo para esperar a Derek—. Por eso, traje esto —se dio la vuelta y tomó un frasco. En él había unas semillas peculiares que reconocí. El recuerdo que resurgió con ello, me dio un escalofrío.
—Anís. —mencioné. El veterinario asintió. El resto me observó extrañados, preguntándose cómo sabía eso—. Gerard lo usó en mí para hacerme decir dónde estaba Derek. Antes de que te llevara a ti. —agregué mirando a Stiles.
Creo que no he hablado de ello con nadie. Scott y Isaac sabían que Gerard me había amenazado con herir a Stiles o a papá si no le decía dónde estaba Derek, pero no sabían que usó unas semillas raras para torturarme un poco en el proceso. Con Allison tampoco lo hablé porque su abuelo era un tema muy delicado. Si bien ella le detesta y no quiere saber nada de él, no quita el hecho de que es su abuelo biológico y tal vez esperaba otra relación con él. Una vez que Stiles apareció vivo, sólo algo golpeado, tampoco se lo mencioné a él. No había necesidad de revivir esa desastrosa noche, Stiles estaba muy afligido por aquello y no era información circunstancial... Hasta ahora.
Deaton levantó el frasco — El anís aumenta las capacidades psíquicas. Esto te ayudará a establecer un camino seguro con el Nemeton. Pero además, funcionará de ancla —abrió tal sacando la tapa. Había una flor de ocho semillas. La sacó con suma delicadeza y con sus dedos rompió tres de esas semillas. Entregó una a Scott, otra a Stiles y la última a Allison—. Ustedes tres le traerán de vuelta.
Los tres analizaron la semilla. Allison tenía el ceño fruncido, Scott parecía estar esperando que la semilla lanzara un láser o algo y Stiles la movía con sus dedos, ansioso. Él levantó la mirada — ¿Estás seguro de que funcionará? No quiero volver a la vida sin mi hermana.
Scott y Allison le miraron y asintieron. Deaton suspiró levemente — Es tan seguro como el resto del plan lo es. —respondió—. Es muy complicado, con bastantes probabilidades de que falle.
Fue mi momento de suspirar. Observé a Stiles — Estará bien. Se podría decir que conozco un poco las capacidades del anís. Funcionará —espero, quise agregar pero desarmaría mi pequeño discurso de esperanza.
Stiles no parecía convencido, pero no había otra opción. Los cuatro tomamos nuestras ropas y elegimos habitaciones al azar para cambiarnos. Saqué el camisón gris que guardé en la bolsa y luego le entregué esta a Stiles. Él y Scott se metieron en una de las salas y Allison y yo en la otra. Cerré la puerta detrás de mí. Allison tenía su pequeño bolso sobre una de las mesas de examinación.
—¿Alli? —llamé. Su mirada parecía perdida. Estaba algo más pálida y demasiado estática. Le conozco. Sé cuando está nerviosa—. ¿Te encuentras bien?
Negó lentamente con su cabeza — Hay tantas cosas que pueden salir mal. —confesó en murmullos, como si no quisiera que el resto les escuchara—. No poder encontrar el Nemeton y que Jennifer mate a nuestros papás, no volver a la vida, que volvamos y tú no... —se le quebró la voz.
Me acerqué a ella y la envolví en un abrazo. Ella me agarró con firmeza, como si temiera que me esfumara si no lo hacía. Acaricié su espalda con suavidad. Podía sentir que estaba sollozando en mi hombro. Cuando le susurré que todo estaría bien, aún si no me lo creía no yo, ella ocultó su rostro entre mi cuello y hombro. Sentí la humedad de sus lágrimas.
—Saldrá bien. —le dije, sin aflojar mi fuerza en el abrazo ni detener mi cariño hacia su espalda—. Tiene que salir bien.
Allison se tomó de mis hombros y se alejó un poco. Era algo gracioso, que yo le esté consolando cuando ella es mayor que yo (tanto en edad como en altura) y es una cazadora. Le sonreí con ternura. Me acerqué y limpié sus lágrimas con suavidad. Sus ojos café me observaron con atención.
—Funcionará, ¿si? Para cuando terminemos esto, estaremos con nuestros papás en casa viendo una estúpida película.
Ella sonrió, soltando el aire que estaba guardando. Bajó la mirada y luego asintió. Se limpió el rastro húmedo de las lágrimas y tomó su camisón.
—Que el show comience.
Ambas nos vestimos. Nos quitamos los pesados jeans y las remeras que un futuro tendrían que ir al lavarropas directo, pero por el momento servirían de nuestras ropas para después de salir de las bañaderas (si es que salimos, claro).
Allison estaba yendo hacia la puerta cuando le detuve. Ella me miró con las cejas alzadas — ¿Me prestas tu celular? Quiero hacer una llamada. —sus ojos café se quedaron mirándome—. No tardaré más de un minuto.
Ella asintió suspirando. Sacó el celular que había guardado en su bolso y me lo entregó — Te esperaré afuera.
Cuando cerró la puerta, desbloqueé la pantalla y fui directo a llamadas. Tecleé el número y me llevé el aparato al oído. Desde chica me he aprendido los números de teléfono. Sabía el nuestro, el de Scott y el de la estación (no el 911, ya había ocurrido un incidente en cuando Stiles quería pizza y tuve que llamar a papá para que la buscase... Digamos que ambos nos llevamos un buen regaño ese día). Ya al crecer me memoricé los números de teléfono, y ahora ya es costumbre saber los números de todos mis amigos. Tengo buena memoria para estas cosas.
Sonaron como cinco tonos. Al final no respondió, el buzón de mensaje apareció mencionando que el dueño del teléfono no estaba disponible.
—Deje su mensaje después del... —pitido. Tomé aire.
—Hey, Derek, soy yo, Sarah. Sólo... —el pequeño diálogo que tenía en mi mente era para hablar con él, no con su buzón de mensajes. Volví a suspirar—. Mira, el plan que tiene Deaton para encontrar a papá es peligroso. Hay muchas cosas que pueden salir mal. Entonces, lo que quiero decir es... No te culpes, ¿si? Nada de esto es tu culpa. —me quedé callada. Mirando las paredes a mi alrededor. Había algo más que quería decirle. Solté el aire que contenía y me armé de valor—. Te quiero. —dije rápidamente como si las palabras me quemaran—. No sé si me escuchaste decírtelo en el ascensor, en el hospital, pero... Sólo quiero que lo sepas. Que te quiero. Y aunque nuestra relación no haya sido un hermoso camino por el prado, aún así siempre te querré, Derek Hale.
Corté el mensaje. Guardé el celular donde vi que Allison lo sacó y salí de la habitación con un nudo en mi estómago. Habría preferido decirle eso en persona, pero ahora no hay tiempo para aquello.
En el pasillo me encontré a Stiles y Scott saliendo de su habitación. Ambos llevaban ropa similar. Remera oscura y jogging. Me observaron unos segundos. Antes de que pudiera decir algo, Scott me envolvió en un repentino abrazo. Sus ojos de cachorro me miraron. No era necesario hablar para saber lo que me quería transmitir. Puse mi mano en su mejilla, acariciándole y le sonreí, queriendo transmitirle que todo estará bien. Él apreció el gesto, luego se alejó y fue hacia la sala principal. Stiles se acercó a mí con una mirada decisiva.
—No dejaré que nada te pase. —comentó estando a unos centímetros. También le sonreí a él, esta vez para evitar las lágrimas. Con Stiles no puedo pretender. Él ve a través de mí y sabe cuándo estoy aterrada, aunque lo disimule muy bien.
—Lo sé. —respondí tomando su mano y guiándonos a dónde el resto nos esperaba.
Cada uno se colocó detrás de su bañadera. Nos miramos entre sí antes de meter un pie en agua helada. Escuché el suspiro de Allison, estaba realmente frío. Lydia, Isaac y Deaton se quedaron detrás de mis dos amigos y mi hermano. Una vez que los tres estuvieron dentro, seguía yo. Metí mis dos pies lentamente.
—Oh por Dios —murmuré al sentir el frío esparcirse por mis desnudas piernas. Me acomodé de tal forma que mi espalda tocara una de las esquinas. Casi todo mi cuerpo estaba debajo del agua con hielo. Empecé a tiritar—. Hagamos esto antes de que me agarre hipotermia —pedí, intentando hacer una broma.
Los tres tenían en una mano la semilla de anís y en la otra el objeto importante de sus padres. En mi mano sostenía el resto de la flor. Les miré, asintiendo. Estaba lista.
—Oh, por cierto —mencionó Stiles a Scott—. Si no vuelvo y tú sí, deberías saber algo —nuestro amigo alzó las cejas—. Tu papá está en la ciudad.
Scott pareció sorprenderse. No ha visto a su papá desde que era pequeño, cuando se separó de Melissa. Recuerdo que Scott estaba muy triste en esa época. Y nunca lo terminó de entender, el por qué se fue. Por qué le abandono. Esa tristeza se transformó en odio a lo largo de los años. Porque Melissa lo tuvo difícil cuando él se alejó. Scott tal vez nunca le perdonaría por dejar sola a su mamá.
—¿Están listos? —preguntó Deaton. Todos asentimos.
Él, Lydia y Isaac pusieron las manos sobre los hombros de mis amigos y hermano. Les impulsaron hacia abajo. Tomé aire y yo sola hice lo mismo. No tenía a nadie que me sostuviera. Me sumergí en el agua.
Segundos más tarde, me empezó a faltar el aire. Mi respiración se agitaba. Necesitaba salir y respirar, pero si lo hacía arruinaría el plan. No podía hacerlo. Pero el pánico se adueñaba de mí lentamente. Nunca fui buena con el agua. Fue casi un reflejo el que mi cuerpo se alzara. Pero algo me mantuvo debajo antes de que pudiera tocar la superficie. Abrí los ojos sorprendida, debajo del agua, para ver quién me sostenía. Me pareció ver una cara conocida. Cabello marrón claro, similar al mío, cara redonda, ojos marrones claros como whisky y algunas pecas recubriéndole el puente de la nariz.
La imagen me tranquilizó. Volví a cerrar los ojos. Pronto, dejé de respirar.
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Lamento haber dicho que actualizaría con más rapidez y no hacerlo. Esta semana ha estado muy ocupada. Intentaré publicar más seguido los siguientes capítulos.
Nos leemos.
Danna