Pauline se fue a su casa temprano en la mañana. Un hecho raro es que estuvimos despiertas hasta las cuatro treinta de la madrugada y a las diez de la mañana ya nos encontrábamos desayunando en la cocina. Ni que decir, aún seguía agotada. Un rato después, el pitido de una motoneta resonó en el exterior de la casa.
—Debe ser mamá —dijo ella.
Tomó sus cosas y nos despedimos en la entrada de casa, le ayudé a abrir la puerta y antes de partir habló en tono confidente <<Luego me cuentas que sucedió>>. Refiriéndose al dicho de que iría a ver a Blake en la tarde.
Sinceramente, al principio, pensé en retractarme. Tenía ese sentimiento dudoso sobre si debería ir o no. Tal vez el no deseaba ver a nadie o en realidad se encontraba enfermo. Lo medité al ordenar mi habitación, cuando ayudaba a Mary a cocinar y hasta en el momento que tuve una buena charla con la abuela por teléfono. No supe más.
No era un clima habitual el que portaba la pequeña cuidad de Accrington, el cielo era grisáceo pero alumbraba una luz amarillenta que se asomaba y desaparecía continuamente entre las nubes. Continuidad de carros transitaban por las calles y personas pasaban por las aceras como si no fuera un fin de semana aburrido y monótono. Mientras me encamina a la morada del castaño, la música que emanaba de mis audífonos era mi única compañía en el largo trayecto. Curiosamente había optado por usar una camiseta roja sobre una chaqueta negra que fue regalo de la abuela, una falda y medias negras y al final mis —pasadas de uso— zapatillas. Al acercarme aún más a la casa de Blake, apagué la música y guardé los audífonos en uno de los bolsillos de la chaqueta. Identifiqué el número de vivienda y toqué el timbre. Al segundo llamado, una joven chica fue la que abrió la puerta. Me examinó de pies a cabeza y luego dijo.
—¿A quién buscabas? —Aunque su tono demostraba desconformidad, adornó su pregunta con una sonrisa al final.
—Yo vine a ver a Blake —contesté, hundiendo las manos en mis bolsillos.
—Ah —chasqueó la lengua, seguido giró la cabeza hacia el interior de la casa y vociferó—. ¡Blake, hay alguien que te busca! —sin obtener respuesta, repitió la acción—. ¡Blake!
—Abbie, tu hermano no esta dentro. —Dijo una voz. La puerta se abrió en su totalidad y el rostro de la madre de Blake fue a lo que mis estímulos respondieron con una sonrisa.
—¡Oh, Lori. Hola! ¿Vienes buscando a Blake?
Mi respuesta fue interrumpida otra vez por la hermana de Blake.
—Así que tu eres Lori —casi gritó—. Ahora sé a quien Blake menciona tantas veces —lo dijo en un tono divertido e hice mi mayor esfuerzo para evitar que el rubor se apoderara de mis mejillas involuntariamente—. Bueno, ha sido lindo conocerte, pero ahora debo irme.
—Ten cuidado —recomendó su madre. Cuando ya se hubo ido, regresó su atención a mi—. Ven, Lori, pasa. Blake está en el patio.
Su hogar contaba con un acogedor recibidor en el que predominaba un suave color amarillo en los sillones, sobre los estantes habían fotos familiares y en la pared sobre la chimenea estaba el televisor, del otro lado estaban las escaleras que conducían a las habitaciones, y aunque no quise mirar mucho por parecer entrometida, Soulla hizo que avanzara seguidamente a la cocina, que también contaba como comedor, y me indicó que saliera las puertas corredizas que conducían al patio interior.
—Está allá arriba —comentó—. Ha estado ahí todo el día, a ver si logras que baje.
Al principio no supe a qué se refería con <<está allá arriba>> porque no había interceptado ningún rastro del castaño hasta que subí la mirada y noté una estructura de madera sobre un gran árbol. Asentí a Soulla y ella regresó al interior de la casa.
Blake tenía una casa del árbol; dato curioso.
Frente al tronco ascendía una corta escalera y aunque pensé correría el riesgo de caerme, resultó ser resistente. Podría parecer pequeña, pero el lugar resultaba espacioso al menos para una persona. Debía encorvarme para lograr pasar por la entrada, pero antes de hacerlo, percibí los suaves rasgueos de una guitarra. Asomé la cabeza y efectivamente Blake estaba de espaldas sentado en el suelo sobre un puff tocando su guitarra. No reconocí la canción que interpretaba y lo noté tan concentrado que no pude hacer que se percatara de mi presencia hasta que terminó. Golpeé la pared con los nudillos, emitiendo un toc-toc, pero ni así se inmutó.
—Abbie, dile a mamá que no voy a bajar ahora —contestó enfadado.
—No soy Abbie.
Alzó la cabeza y volteó a verme, no detecté ninguna emoción pasando por su rostro y otra vez volteó en dirección contraria.
—¿Qué haces aquí? —inquirió receloso.
—Subí por la escalera.
—No te pregunté cómo subiste, sino qué haces aquí.
—Vine a verte.
Fue en vano aguardar una respuesta de su parte, por lo tanto me vi obligada a entrar junto a él. Había unos cuántos juguetes desparramados, suponía que este era el lugar donde solían jugar él y su hermana cuando eran más pequeños.
—¿Por qué querías verme? —preguntó.
—Porque estos días no fuiste a la escuela y me pareció entraño —respondí sinceramente.
—¿Ninguno de los chicos viene contigo?
—No, sólo yo.
Lo rodeé y me posicioné frente suyo.
—Pauline dijo que estabas enfermo.
—Lo estoy —afirmó.
—Pues yo te veo mucho mejor.
—Me estoy recuperando —contrapuso.
Resultaba demasiado evidente que hablar no era lo que realmente quería hacer o quizás no quería hablar conmigo, lo que podría significar que mis sospechas eran ciertas, pero no pensaba que mi visita hasta su casa fuera en vano. Entonces dejé mis intenciones de querer hablar serio con él y le di paso a una charla totalmente superflua.
No funcionó como esperaba, más bien mis comentarios respecto a lo linda que era su casa y sus cosas de la niñez parecían quitarle todas las energías y aferrarse a esa guitarra sobre sus piernas.
—¿Qué estabas tocando antes de que llegara? —inquirí.
—Era una canción de Catfish The Bottlemen.
—Mmm —murmuré—, nunca antes la había oído. ¿Podrías tocar una parte de nuevo?
Lució como si lo meditara por un mínimo de tres segundos, y entonces accedió. Comenzó a jugar con las cuerdas y al mismo tiempo otorgando una melodía suave que concluyó con él mirando al instrumento y pude notar que traía las mejillas levemente rosadas.
—Suena excelente —acompañé mi cumplido con una sonrisa y pasando a sentarme junto a él sobre otro cojín que estaba en el suelo—. Vamos, toca otra.
Cumplió la petición dando rasguidos al instrumento, reconociendo las notas como parte de la canción Love Yourself y para entonces ya me había sumado para continuar cantando la letra suavemente junto a él. Por supuesto que no podría comparar su voz con la mía, Blake tenía al menos dos talentos que conocía: tocaba la guitarra y entonaba perfectamente las notas como para convertirse en cantante profesional.
—No canto para nada bien —reí.
—Sí, pude darme cuenta.
La sonrisa que tenía en mi rostro desapareció momentáneamente para reemplazarla con una mueca sin expresión al oírlo. Blake levantó los ojos hacia mi y comenzó a reírse sonoramente.
—Oye —renegué—, una cosa es que lo diga yo y otra muy distinta es que tu me lo digas.
—¿Hubieras preferido que te mienta, Lori? —dijo, alejando la guitarra y apoyándola sobre la pared.
—No soy partidaria de las mentiras. —Y no extrañaba serlo.
Blake se había incorporado a mi lado, en un acto tan repentino que apenas tuve tiempo de ver su rostro luego de decir aquello. Resoplé sonoramente. Él se ubicó de frente a una de las pequeñas ventanas en silencio.
Creí que esta conversación no llegaría a nada más hasta que luego de unos segundos habló.
—Lo siento.
Aguardé a que prosiguiera.
—De verdad, Lori. Lamento haber sido un patán contigo. Lamento haberte hecho llorar. Lamento que escaparas. Realmente entiendo si no quieres perdonarme pero al menos quiero que sepas que estoy redimiéndome de mis actos. Y es peor es que, sí, yo... presentía que Reece sentía algo por ti pero aún así no dije nada porque rayos, te quiero sólo para mi.
Por supuesto que acepté sus disculpas, eso era todo lo que deseaba. Blake fue el único en disculparse, a diferencia de Reece que pareció verse incómodo al estar conmigo, pero también lo entendía. Tal vez no era demasiado fácil para él estar junto a alguien que...
—¿Te digo qué es lo que más me duele? —resopló—. Si todo esto no hubiera pasado, tu y yo hubiéramos pasado un día de San Valentín juntos.
Sus palabras calaron en el fondo de mi insensible corazón. Admito que realmente me dolió, pero reemplacé ese sentimiento soltando una corta risa.
Reírme en los momentos menos indicados es lo que mejor me sale.
—No la pasé tan bien ese día... —dije, recordando que estuve encerrada en una cabina con un claustrofóbico.
—Coincido; yo estuve enfermo.
Definitivamente lo último que podría querer era estar alejados. No sólo con Blake sino con el resto de los chicos. Por fin había encontrado a personas en quien confiar, sin importar cual sea la situación. No podía perderlos. Tratar de unir al grupo de nuevo sería una misión un tanto agitada.
Heyyy ohhhh!
Admito que este capítulo me disgustó por varios motivos... :x
Prometo que no tardaré demasiado en el siguiente.
ANTES DE TERMINAR, MALDITA SEA, MUCHAS GRACIAS POR LOS VOTOS Y COMENTARIOS EN CADA CAP. NO TIENEN UNA IDEA LO FELÍZ QUE ME HACE SABER QUE LES GUSTA ESTO (SI SE LE PUEDE LLAMAR NOVELA). LXS AMX 🎀
Sandy <3