<< My loneliness is killing me
and I must confess, I still believe, still beliveee!
When I'm not with you I lose my mind.
Give me a siiign!
Hit me, baby, one more time... >>
—¡ARRIBA, LORI!
Cubrí aún más todo mi cuerpo debajo de las sábanas, deseando lo más posible que esto no estuviera pasando. No, no, no, no, no. ¿Cómo podría ella hacerme esto?
¡Un sábado! El día que Dios escogió para descansar de los demás días de la semana... ¿O era el Domingo? No lo sé, denme un momento para procesar la información que recién llega a mi cerebro.
Mis retinas quemaban por la luz solar, todo gracias a Mary quien abrió mi ventana; y Brittney Spears, por lanzar su canción <<baby one more time>> y que resonara por toda la casa.
—Lorraine Danica Evans, vamos, a levantarse —anunció desde algún punto de la habitación.
—Danica no es mi segundo... —mis palabras quedaron ahogadas por un bostezo que podría haber sido un rugido en mi garganta. Creo que me dormí otros cinco minutos. De repente, el calor que me transmitían las sábanas no se sintió más; mi tía había tirado éstas al suelo, casi junto conmigo—. ¡Nooooo!
—Lori, necesito pedirte un favor esta tarde.
Yo. Favor. Tarde.
—S-sí claro, dime...
—Necesito que cuides a Devon por unas horas mientras Rob y yo vamos a un almuerzo en la empresa de su trabajo.
Cuidar. Devon.
—Sí, está bien...
Parece que Mary no entendía mi nivel de cansancio o ni siquiera estaba viéndome como para darse cuenta de que aún no podía abrir los ojos. Para colmo, me azotaba con más preguntas.
—¿Cres que podrás hacerlo?
Deduje que sí, después de todo, ¿qué tan difícil era cuidar a un infante de cinco años?
Tuve que, por responsabilidad, levantarme de mi cama e iniciar mi cotidiana vida. Mis momentos de iluminación —metafóricamente hablando— ocurrían en el baño. Recordé la expresión de Reece y Kennedy, más la de ella que la de el chico. La pelirroja salió despavorida tan rápido como su vestido y los tacones le permitían, mientras que Reece -luego de salir de la estupefacción- casi se desmaya en el lugar. Aún había quedado pendiente ese tema.
—¿Por qué todos actúan así? —había preguntado Cole al ver nuestras rostros confusos. Él fue quién nos llevó a nuestras casas en su camioneta, aunque fuera poco creíble; nos hizo un favor.
***
—Hay comida en el microondas, sólo tienes que calentarla —fue la tercera y última de las recomendaciones de mi tía—. Si quieren postre —se acercó más a mi y susurró—, hay helado en el refrigerador. Que Devon no se entere. Volveremos a más tardar a las seis.
Asentí a todas las palabras que decía y que mi cerebro aún esperaba procesar correctamente. Vamos, ni que me causara tantos problemas. Luego de besar mi frente y la mejilla de su hijo, Mary y Rob partieron en su auto.
Lori: Mis responsabilidades me impiden ir a la guarida hoy :c
Blake: ¡¿POR QUÉ?! :ccccc
Lori: Estoy de niñera.
George: ¡PERO HOY IBA A SER TARDE DE PELÍCULAS!
Lori: Pueden hacerlo tranquilos, no me extrañen demasiado ;)
Luego de mi último mensaje no respondieron nada más. Se me hacía extraño no pasar la tarde junto a los chicos, normalmente cualquier actividad a cualquier hora se resumía a estar con a su compañía, pero supongo que no iba mal quedarme en casa una tarde tampoco.
Posé mi móvil sobre la encimera de la cocina y giré para ver a Devon.
—Entonces... —comencé—, ¿quieres hacer algo?
—¿Quieres jugar con la pista de carreras?
—¡¿Tienes una pista?! —pregunté sorprendida, a lo que él asintió—. ¿Por qué no lo dijiste antes? ¡Vamos!
Pasar el tiempo con Devon era divertido, lograba hacerme reír con cada palabra que decía y como me presionaba para perder el juego. Me enseñó a manejar los controles del pequeño auto rojo el cual elegí para el juego -era más difícil de lo que parecía-, y luego de aburrirnos en las quinientas vueltas, trajo más de sus juguetes a la sala. Por el momento había una variedad de juegos de mesa, bloques apilados simulando estructuras de edificios y los soldaditos de guerra esparcidos por la superficie de la mesa y el suelo. Era entretenido y estaba formando un lazo. Un lazo con la persona con la que compartiría el resto de mi vida. Debía apreciarlo demasiado.
En mitad del juego, dos toques interrumpieron la diversión.
—Oh, hola Señora Greenwell —saludé, sorprendida de encontrar a la vecina frente a la puerta, pero no sola, sino con dos pequeños niños a su lado casi de la edad de Devon.
—Hola, Lorraine, ¿verdad?
Prefería mi nombre corto pero no reclamé nada. Asentí.
—¿Está Mary? —inquirió sonriente.
—Ella salió y no regresará hasta dentro de unas horas. ¿Se le ofrecía algo?
—Lorraine, ellos son mis nietos: Kyle y Keyla —presentó a ambos niños, con cabello rubio cenizo y enormes ojos avellanas; se notaba a leguas que eran mellizos—. Devon los invitó a jugar está tarde, pero...
Me extrañaba que Mary no había mencionado nada acerca de la cita de juegos, suponía que lo había olvidado y entonces no le tomé importancia.
—Si quiere puede dejarlos. Yo los cuidaré, no habrá problemas... —supongo.
—Está bien, si estarás tu entonces supongo que no habrá problemas —la anciana mujer les advirtió a los niños que se comportaran correctamente y la mirada que les lanzó casi los hizo enconger más, y avisando que pasaría a recogerlos más tarde, regresó su casa.
Devon los recibió animosamente cuando los rubiecitos pusieron un pie en la sala, y cuando el niño comenzó a saltar sobre el sofá, supe que nada bueno podría pasar. El desastre se propagó por toda la sala y cada juguete pareció multiplicarse por cada paso que daba en la casa. Había una diferencia muy grande con los hermanos; Kyle era demasiado tranquilo y pronunciaba palabras sólo cuando era necesario, en cambio, Kyla era una niña con altos niveles de hiperactividad y dinámica, hasta podría agregar que era una boca floja por los pequeños -pero igual de malhablados- insultos que soltaba cuando algo le salía mal en el juego. Más de una vez le hice una señal a Devon sacando la lengua y simulando que se la cortaría si se atrevía a repetir algo como eso.
Decidí no ser partícipe y dedicarme a escuchar y observar disimuladamente mientras intentaba de concluir con la lectura de mi libro, aunque casi olvidaba en que parte de la historia había quedado varada.
—¡Kyle, eres un estúpido, no sabes hacer nada! —el sonido de la voz de Kyla me alertó. Levanté la vista, encontrándome con ella insultando a su hermano mientras derrumbaba el edificio de bloques que este trataba de construir—. ¡No sé por qué viniste!
No soporté ver aquel rostro sin expresión del pequeño al abandonar el juego y sentarse en el sofá más grande de la sala. Resignada a tener una tarde tranquila, me acerqué al niño.
—Oye, Kyle, ¿qué sucedió? —pregunté, aunque estaba consciente de las actitudes de su hermana a él.
Negó.
—Soy malo jugando, eso es todo.
—Oh, por favor, nadie es malo jugando —le sonreí—. Ni siquiera yo soy tan mala en la escuela.
Mi risa pareció no ayudar en nada, o Kyle era demasiado pequeño para comprender bromas de preparatoria.
—Tu viniste para jugar con Devon, no dejes que nada te lo impida —a pesar de su corta edad, pareció comprender, me di cuenta cuando levantó la mirada y me miró cortamente—. Vamos —me levanté de mi lugar y me paré frente a él, extendiendo mi mano. Lo conduje de nuevo a dónde estaban los otros dos niños y me senté junto a ellos. Le hice una ademán con la mano para que me imitara—. Y... ¿a qué están jugando? —traté de sonar como una niña más.
Devon quiso contestar, pero fue interrumpido por Kyla.
—Estamos armando un castillo —chilló Kyla—. ¿Quisieras ayudarnos?
—En realidad, no soy muy buena... Pero probablemente Kyle lo sea, ¿qué les parece? —sabía que mi plan iría a funcionar, y resultó ser completamente fiable hasta los treinta minutos siguientes.
¿Saben que alardear mucho está mal? Así como planeé una tarde divertida y armoniosa, se arruinó.
Escuché gritos desde la sala mientras estaba comiendo a escondidas el helado del refrigerador. Mi primer pensamiento fue que era la peor niñera del mundo, pero ¿quién había criado a la niña? Era una completa tirana con su hermano. No me importó dejar de saborear la menta mientras que evitara una posible herida de soldaditos de guerra y luego quejas por parte de los mayores, corrí al desastre de sala y me paré enfrente de ellos.
—¡Hey, yo también quiero jugar!
Devon y Kyla estaban en un extremo de la habitación y me encontré con Kyle sentado justo a mi lado en el suelo. La rubia sonrió con suficiencia, no me agradó en lo absoluto.
—Es un juego de estrategia —espetó, tranquila—. Vamos en equipos. Devon está conmigo, tu niña te quedas con Kyle.
—De acuerdo —asentí conforme—. Kyle tu y yo, ¿sí? —él también asintió—. Y, ¿de qué trata el juego?
No me esperaba nada bueno. Maldita sea estaba por morir. No era un jodido juego infantil, era una cacería. Nosotros éramos las presas, y las armas con las que nos aniquilaban eran los sólidos cubos de plástico.
Algunos impactaron en mi cuerpo causando una molestia donde rebotaban y antes de que nos sacaran un ojo, nos escondimos con Kyle detrás del sofá.
—Tu hermana... —hablé entrecortada— está demente —eso él lo sabía.
Los bombardeos no cesaron y cada vez parecía que aquellos cubos eran interminables.
Decidí que necesitaba apoyo.
En unas horas será, pero les deseo por adelantado unas felices fiestas. Capítulo especial antes de Navidad y último hasta dentro de unos días, posiblemente. Disfruten con los que más aman y gracias, de todo corazón, por darme apoyo esta novela. ¡Buenos deseos y #MerryChristmas! <3
*°Sandy°*