Destinados #D1 (Completa)

By DeniseAyleen

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Destinados es la historia de dos mejores amigos de infancia, Brisa y Gastón, quienes en su adolescencia se al... More

Destinados #1
Prólogo
Capítulo uno
Capítulo dos
Capítulo tres
Capítulo cuatro
Capítulo cinco
Capítulo seis
Capítulo siete
Capítulo ocho
Capítulo nueve
Capítulo diez
Capítulo once
Capítulo doce
Capítulo trece
Capítulo catorce
Capítulo quince
Capítulo dieciséis
Capítulo diecisiete
Capítulo dieciocho
Capítulo diecinueve
Capítulo veinte
Capítulo veintiuno
Capítulo veintidós
Capítulo veintitrés
Capítulo veinticuatro
Capítulo veinticinco
Capítulo veintiséis
Capítulo veintisiete
Capítulo veintiocho
Capítulo treinta
Capítulo treinta y uno
Capítulo treinta y dos
Capítulo treinta y tres
Capítulo treinta y cuatro
Capítulo treinta y cinco
Capítulo treinta y seis
Capítulo treinta y siete
Capítulo treinta y ocho
Capítulo treinta y nueve
Capítulo cuarenta
Capítulo cuarenta y uno
Capítulo cuarenta y dos
Capítulo cuarenta y tres
Capítulo cuarenta y cuatro
Capítulo cuarenta y cinco
Capítulo cuarenta y seis
Capítulo cuarenta y siete
Capítulo cuarenta y ocho
Capítulo cuarenta y nueve
Capítulo cincuenta
Capítulo cincuenta y uno
Capítulo cincuenta y dos
Capítulo cincuenta y tres
Capítulo cincuenta y cuatro
Capítulo cincuenta y cinco
Capítulo cincuenta y seis
Capítulo cincuenta y siete
Capítulo cincuenta y ocho
Capítulo cincuenta y nueve
Capítulo sesenta
Capítulo sesenta y uno
Capítulo sesenta y dos
Capítulo sesenta y tres
Capítulo sesenta y cuatro
Capítulo sesenta y cinco
Capítulo sesenta y seis
Capítulo sesenta y siete
Capítulo sesenta y ocho
Capítulo sesenta y nueve
Capítulo setenta
Epílogo
Siempre serás tú
Nuevo título
¡Próximamente en librerías!
¡A LA VENTA EL 20 DE ENERO DE 2022!
LIBRO EN FÍSICO: dónde conseguirlo

Capítulo veintinueve

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By DeniseAyleen

Brisa

Me paro al lado de Stef para observarme en el espejo. El vestido negro que llevo parece más de fiesta que uno para ir a cenar, pero de las siete veces que me he quejado, Stef me ha dicho que me calle la boca, que me veo bonita y que ella también está vestida como yo.

Le repito varias veces que así no me sentiré cómoda durante la cena, pero ella dice que si nos vestimos así es para celebrar mi cumpleaños, que hay que estar espléndidas.

Decido no quejarme y sonríe con satisfacción, camina hasta mi tocador y agarra mi perfume para bañarme con él.

—Bueno, ¡ya basta!, quiero oler bien, pero no matar a todos de intoxicación por exceso de perfume, querida.

Bufa.

—¡Tras que te ayudo a estar linda, me dices estas cosas! ¡Y no me digas «querida», querida!

No le presto atención. Continúo arreglándome y me pongo los tacones que usé en la fiesta de Gastón. Están nuevos y combinan con el vestido, así que me hacen lucir bien, aunque después, como le dije a Stef, me sentiré fuera de lugar en el restaurante. Es un sitio elegante, pero estoy vestida como si fuera a salir a bailar a un club.

—¿Qué tienes? —la interrogo al ver a Stef con el entrecejo fruncido mirando su teléfono.

—Nada —miente. Me cruzo de brazos.

—¿Qué tienes? —insisto. Mi tono es indagatorio y exige respuestas. Ya sabe cómo soy, no dejaré de preguntar hasta que me conteste.

—¿Notas a Matt algo raro? —me pregunta y elevo las cejas. Conque por ahí va el tema.

Me encojo de hombros y miro hacia la pared, recordando las actitudes de mi amigo.

—Para nada. ¿Por...?, ¿qué te está comiendo la cabeza?

—Eso. Lo noto extraño.

—¿Hizo alguna cosa para que empieces a pensar así? Me imagino por qué lado vas, y no, no creo que te esté engañando. Él no es así, ya comprobó ser un chico fiel y sensible desde un principio, amiga.

—Sí, pero se la pasa con el telefonito la mayor parte del tiempo, y a veces, cuando le platico, no me presta atención. Pareciera que le molesta cuando hablo. Yo sé que a veces puedo ser pesada, pero él es mi novio y tendría que escucharme hablar siempre que quiera contarle algo, y no mirar para otro lado. Es como si solo me prestara atención cuando lo toco para hacerlo... ¡Porque ahí sí que pone toda su concentración!

Mis cejas se mantienen elevadas. Reflexiono sobre la historia que me ha contado y me quedo dudosa, pensando en qué puede ser lo que está pasando con Matt. Dudo mucho que la engañe, se lo acabo de decir a ella, pero sé que si mi amiga dice eso es porque algo hay, alguna cosa pasa y, como pareja, deberían sentarse a hablar sobre eso. Quizá, Stef vio alguna acción que no le agradó mucho y desde allí se hizo la cabeza. Hay muchas posibilidades, pero la infidelidad no es una de ellas. No, para nada. Matt no es de ese tipo de personas. Él quiere a Stef. Lo veo en sus ojos.

—Tienes que hablar con él, así aclaras las dudas. Puede ser que esté pasando algo con su familia y por eso se distrae fácilmente. Esas cosas pasan, ¿sabes?

—No sé. Lo dudo mucho. Y ya que tocas el tema... no quiere que conozca a su familia.

Enarco una ceja.

—¿Cómo que no?

Eso sí es raro. Se acomoda el cabello y me siento en la cama. Me mira por el reflejo mientras maquilla sus labios con mi brillo labial transparente.

—Dice que quiere esperar.

—¿A ...?

—A que tengamos más tiempo juntos.

—Y ¿tú qué piensas de ello?

—No me gusta. Ni siquiera quiere conocer a los míos, por lo mismo, porque quiere esperar a que salgamos más. Mamá sabe que estoy en una relación y quiere que vaya a verla. Me pide que lleve a Matt. No sé qué decirle cada vez que me pregunta sobre cuándo iré, me da vergüenza contarle por qué no puedo ir con él. Además, sé lo que va a decir.

—Eso es raro... Ambos ya están grandes... Yo conocí a la mamá de Liam después de la primera cita...

Stef se da la vuelta interrumpiéndome.

—¡No me refriegues a tu perfecto novio en la cara! —me recrimina evidentemente afectada.

—¡No lo hago! —contesto disculpándome.

—Espero que Matthew no sea ningún interesado. —musita con un dejo de dolor.

Me levanto de la cama y camino hacia ella. Le acaricio los brazos para tranquilizarla. No quiero que se desanime ahora. Estaba muy contenta hace rato cuando hablaba de que quería que me la pasara superbién en mi cumple. En cuestión de unos minutos me pide que no hablemos más del tema y asiento para que no se preocupe.

¿Debería hablar con Matt para que se dé cuenta de que ciertas acciones están haciendo a su novia sospechar? Soy la mejor amiga de ambos, así que puedo meterme para dar consejos. Me siento entre la espada y la pared, porque sé que a Stef no le agradaría que le confesara a su novio lo que habló conmigo, pero no quiero que ande con una maraña de pensamientos en su cabeza.

Stef pone un poco de música y continuamos preparándonos.

—¿No te parece raro que los chicos decidieran irse solos al restaurante a esperarnos allí? —Me coloco un arito y agarro mi celular para ver quién me acaba de mandar un mensaje—. Porque es muy raro. Ya veo que están haciéndome una fiesta sorpresa —bromeo.

Stef suelta una carcajada exagerada y la miro con extrañeza. Lo nota.

—Querida amiga, no eres tan importante —bromea mientras me da unas palmaditas en la espalda. Sonrío—. No, mentira, sí lo eres, pero no, no están haciendo una fiesta sorpresa.

—¿Y tú qué sabes?

—Me lo habrían comentado —responde, meneando las caderas como una borracha.

Abro el mensaje sin ver quién es. Se me escapa una sonrisa al ver la foto que me ha enviado. Se puede ver una parte de su mano en ella. Sostiene una fotografía en la que estamos sentados juntos, él aplaudiendo y yo soplando las velitas. Fue para mi cumpleaños número nueve. No sabía que la guardaba... Parece que el papel de foto está muy cuidado y eso habla muy bien de él.

No sé por qué, pero se me forma un nudito en la garganta. Bueno, en realidad, sí sé que es por los recuerdos, pero hay algo más... algo en mí que no logro descifrar bien.

Stef mira la pantalla cuando se sienta a mi lado.

—¿Y esa foto? ¡Qué hermosa estabas!

—Me la mandó Gastón. Y gracias.

—¿Te pasa algo? —dice, acomodando mi cabello. Niego.

Se me pasa por la cabeza el auto que Gastón me compró. Todavía me cuesta creer, se ha pasado totalmente con lo que ha hecho por mí. Fue realmente atento, demasiado, en realidad. No creí que recordara lo del escarabajo. Era algo de lo que hablé cuando el tema salió. A Stef casi se le cae la mandíbula cuando se lo conté y cuando lo vio. No se lo pudo creer.

Su celular suena y el tono me parece de lo más molesto.

—Atiendo y vuelvo —vocifera y frunzo las cejas.

—Estoy aquí cerca, no me levantes la voz. ¿Por qué no atiendes en la habitación?

No me responde y se va. ¿Por qué no contesta aquí? No soy ninguna chismosa como para que tenga que irse del cuarto. Me quedo mirando el techo, esperando a que Stef aparezca. Podría ir a donde ella, pero no quiero incomodarla. Seguro Matt la llamó y querían hablar de algo. Bueno, no sé. Soy su mejor amiga, pero sé respetar su espacio. Si se ha ido es por algo.

Apago la música y cierro las cortinas de la ventana después de trabarla.

—Volví. —Me volteo a verla. Me sonríe—. ¿Estás lista? —dice con entusiasmo.

—Sí, aunque, en serio, amiga, deberíamos reconsiderar el tema de la ropa porque no me convence. —le insisto.

Rezonga.

—No empieces, estamos bien —toma mi mano—. ¡Nos vamos!

—¿Estás bien? —le consulto mientras me arrastra por el pasillo hasta la puerta del departamento—. Estás rara.

—¡Bufff!, ¿qué dices? Estoy perfectamente, Brisa. No empieces con tus preguntas, ¿quieres? Los chicos nos están esperando en el restaurante.

—¿Quién te llamó? —cierro la puerta con llave y me cuelgo la cartera que casi no llego a tomar por culpa de Stef.

Se adelanta unos pasos y presiona el botón del ascensor. La miro con asombro cuando veo que se mete dentro.

—¡¿Qué haces metiéndote ahí?! ¡Te dan miedo los ascensores! — le recuerdo.

—¡Vamos tarde! —exclama.

—Tú estás más emocionada que yo. ¿Seguro que quieres bajar por ahí?

Asiente y su mirada me convence enseguida. Quizá esto la ayude a darse cuenta que no tienen nada de malo los ascensores.

Entro y presiono el botón de la planta baja. En todo el transcurso en el que estamos metidas allí me quedo observando a Stef, está apoyada contra el muro y callada, muy callada. Me parece que su miedo no se pasará.

Salimos al exterior, y parece más relajada cuando llegamos a su auto. A veces es tan exagerada... pero bueno, supongo que es normal estar traumada con los ascensores, si de niña te quedaste encerrada en uno, durante tres horas, como le pasó a ella.

—¿Tienes la dirección?

—Sí. No te preocupes.

El viaje al restaurante es un poco largo. Yo no sé dónde queda, pero parece que no es tan cerca como pensaba. Ni siquiera sé el nombre del restaurante, no me molesté en preguntar porque no me interesa, solo quiero cenar, reírme, oír a los chicos y a Stef hablar y olvidarme del mundo por un momento. Quiero disfrutar mi cumpleaños y no pensar que mis padres y mi abuela no están conmigo para darme un abrazo.

El viento fresco de la noche entra en el auto y cierro los ojos un rato, disfrutando de la vibra que golpea mi cuerpo con suavidad. Miro las estrellas cuando decido abrir mis párpados y sonrío cuando en la radio pasan la canción de 5 Seconds Of Summer que oí con Stef en la mañana. Tarareo un poco y me decepciono cuando termina.

—¿Puedo saber qué deseaste hoy en la mañana cuando soplaste la vela?

—Eso no se dice.

—Anda, dime.

—Eso no se dice —vuelvo a responder.

Gastón aparece en mis pensamientos. Hoy tenía una cita con la chica del club... ¿Cómo le habrá ido? Espero que bien, y a la vez que no. A veces soy tan egoísta y mala amiga, en este caso. Gastón se merece tener un poco de amor en su vida, alguien que lo ayude a despejarse, alguien que lo haga feliz como Liam me hace a mí. Porque Liam me hizo y sigue haciéndome feliz... ¿o no? Sí, claro que sí.

¿La habrá besado? ¿La habrá llevado a su casa y se lo habrá hecho? Las cosas en las que me pongo a pensar, ¡Dios! Soy patética, a veces.

—¿Cuánto falta? —pregunto minutos después, mientras recuerdo cómo la pasamos hoy Liam y yo en mi nuevo auto. Hoy di varias veces la vuelta a la manzana porque el auto me fascinó y no quería soltar el volante.

—Casi nada.

Me alegro que esa sea la respuesta porque mi estómago está rugiendo desde que salimos, y mi garganta se encuentra seca.

Stef estaciona en una calle en la que hay muchísimos autos más. Me indica que me baje mientras teclea algo en su celular. Miro para todos lados en busca de un restaurante, pero no veo nada.

—¿Con quién hablas? —quiero saber.

—Con nadie —dice.

—¿Y el restaurante? —Me toma del brazo sin responderme y empezamos a caminar hacia un edificio de cuatro pisos. No es un edificio en el que vivan personas, se nota. Es diferente. No hay iluminación. Ni siquiera en las grandes puertas. Está todo silencioso y siento desconfianza—. ¿A dónde me llevas? —pregunto a unos metros de las puertas rojas.

—¡Chitón! —me calla y subimos las escaleras con cuidado por los zapatos—. Entra —me ordena.

Me resisto un poco.

—¿Para qué?

—¡No seas miedosa! —me empuja hacia adelante. Es un empujón leve, si no se lo devolvía—. ¡Entra, anda!

Suelto un suspiro y con recelo agarro el picaporte. Apenas doy un paso al frente y me meto en la oscuridad, las luces se encienden de golpe y mi corazón se acelera cuando escucho a todos gritarme el famoso «¡Sorpresa!». Doy un paso hacia atrás sobresaltada por la impresión.

—¡Feliz cumpleaños! —exclama entusiasta Stef mientras me abraza. Empiezo a oír la música sonar y Liam es el segundo en acercarse a darme un abrazo enorme y a dedicarme las mismas palabras que mi amiga.

Mientras estamos abrazados observo con vergüenza a todos los presentes. Son demasiados. Creo que la mitad de la universidad está presente en mi cumpleaños, y con la mayoría nunca he hablado, pero todos sonríen mientras miran en mi dirección.

—¡Gracias, amor! No me la esperaba, la verdad. Notaba extraña a Stef, pero de verdad no lo esperaba.

—Te mereces una superfiesta —dice Matt, que aparece detrás de Liam y también le doy un abrazo después de separarme de mi pareja. Seguido de él, mi hermano y, después, a mis padres.

¡Sí, mis padres! Cuando los veo caminando hacia mí se me llenan los ojos de lágrimas, pero me contengo porque no quiero hacer tanto drama. Que estén aquí, cerca de mí, sonriéndome, me dice que Isaac me mintió, que ellos sí estaban en la ciudad y que eran parte de la sorpresa.

Les doy un efusivo abrazo a ambos.

—¡Ay, mi hermosa hija! Estás tan grande, todavía recuerdo el día en que naciste. No puedo creer que ya sean veintiséis años de eso.

—¡Te quiero, bebé! —me dice papá, dándome un beso en la coronilla—. ¡Feliz cumpleaños! Tu hermano nos contó que parecías desilusionada cuando te dijo que no estaríamos contigo hoy.

Asiento.

—Hace tiempo que no nos veíamos, y hablar por teléfono no es lo mismo que vernos en persona. —le confieso con nostalgia.

—¡Liam se ha pasado con los preparativos! —comenta feliz.

Tiene razón. Miro rápidamente todo el lugar, hay globos que cuelgan en casi todo el sitio, sobre todo encima de la mesa de postres que, por cierto, es enorme, y de solo ver las cantidades de cosas dulces, me empalago. Las mesas son largas, están decoradas con manteles blancos al igual que las sillas. Hay luces de fiesta encima de mi cabeza y rodeando toda la locación. El DJ está posicionado en un costado con todo su equipo preparado.

Una chica vestida de blanco y negro y con una coleta de caballo me ofrece una copa de champán. Le agradezco y, aunque no me guste tanto, tomo una y le doy un sorbo.

Mi abuela hace una aparición detrás de mis padres, y ahí sí que casi se me saltan las lágrimas de la emoción. A ella no la veía desde hace más tiempo que a mis padres. Me da un beso largo y un fuerte abrazo que aprecio mucho.

—¡Te quiero, mi niña! —me recuerda. ¡Mi segunda mamá...!, ¡siempre será mi segunda mamá! ¡La adoro!

—¡También yo, abuela! Me dijeron que te habías ido de viaje.

—¡Jamás me perdería uno de tus cumpleaños, hermosa!

Sonrío y le doy las gracias a Liam por preparar todo esto para mí. ¡Se ha pasado, de verdad! Lo quiero mucho. Le doy otro sorbo a mi copa de champán, y justo mis padres me dejan espacio libre para ver más a fondo el sitio desde mi posición. Casi me atraganto al ver a Gastón rodeado de chicas. Una de ellas le tiene la mano sobre la espalda y me entran los celos otra vez. Encima se ve tan guapo con esa camisa blanca y esos jeans ajustados. Su pelo está algo alborotado y eso lo hace lucir más hermoso.

Su mirada se conecta con la mía y parece pedirles permiso a las chicas que lo acosan. Camina hacia mí recorriéndome con la mirada y contengo la respiración. No evito la sonrisa en mi rostro y él abre sus brazos para darme un fuerte abrazo.

—¡Feliz cumpleaños! —susurra en mi oído. No me suelta—. ¡Me encanta poder estar contigo esta noche, Brisa! No me lo habría imaginado por la separación. Soy afortunado de poder verte luciendo ese hermoso vestido que llevas y que te hace quedar más hermosa de lo que ya eres —me dice bajito al oído. Mi piel se eriza y se mantiene en ese estado en todo momento, me aferro a su cuerpo con efusividad.

—¡Gracias por volver a aparecer en mi vida!

—¡Gracias por dejarme entrar otra vez! —responde y, seguido de eso, un beso cálido es plantado en mi mejilla.

Es un beso que me llena de sensaciones, de recuerdos y de sentimientos. 

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