Destinados #D1 (Completa)

By DeniseAyleen

2M 197K 95.1K

Destinados es la historia de dos mejores amigos de infancia, Brisa y Gastón, quienes en su adolescencia se al... More

Destinados #1
Prólogo
Capítulo uno
Capítulo dos
Capítulo tres
Capítulo cuatro
Capítulo cinco
Capítulo seis
Capítulo siete
Capítulo ocho
Capítulo nueve
Capítulo diez
Capítulo once
Capítulo doce
Capítulo trece
Capítulo catorce
Capítulo quince
Capítulo dieciséis
Capítulo diecisiete
Capítulo dieciocho
Capítulo diecinueve
Capítulo veinte
Capítulo veintiuno
Capítulo veintidós
Capítulo veintitrés
Capítulo veinticuatro
Capítulo veintiséis
Capítulo veintisiete
Capítulo veintiocho
Capítulo veintinueve
Capítulo treinta
Capítulo treinta y uno
Capítulo treinta y dos
Capítulo treinta y tres
Capítulo treinta y cuatro
Capítulo treinta y cinco
Capítulo treinta y seis
Capítulo treinta y siete
Capítulo treinta y ocho
Capítulo treinta y nueve
Capítulo cuarenta
Capítulo cuarenta y uno
Capítulo cuarenta y dos
Capítulo cuarenta y tres
Capítulo cuarenta y cuatro
Capítulo cuarenta y cinco
Capítulo cuarenta y seis
Capítulo cuarenta y siete
Capítulo cuarenta y ocho
Capítulo cuarenta y nueve
Capítulo cincuenta
Capítulo cincuenta y uno
Capítulo cincuenta y dos
Capítulo cincuenta y tres
Capítulo cincuenta y cuatro
Capítulo cincuenta y cinco
Capítulo cincuenta y seis
Capítulo cincuenta y siete
Capítulo cincuenta y ocho
Capítulo cincuenta y nueve
Capítulo sesenta
Capítulo sesenta y uno
Capítulo sesenta y dos
Capítulo sesenta y tres
Capítulo sesenta y cuatro
Capítulo sesenta y cinco
Capítulo sesenta y seis
Capítulo sesenta y siete
Capítulo sesenta y ocho
Capítulo sesenta y nueve
Capítulo setenta
Epílogo
Siempre serás tú
Nuevo título
¡Próximamente en librerías!
¡A LA VENTA EL 20 DE ENERO DE 2022!
LIBRO EN FÍSICO: dónde conseguirlo

Capítulo veinticinco

29.7K 3K 1.2K
By DeniseAyleen

Brisa

—Gracias por traerme —le digo a Stef y me sonríe.

—De nada, amiga. Te veo mañana.

Le doy un beso en la mejilla y salgo del auto.

—Me envías un mensaje al llegar. —le pido.

Afirma con un movimiento de cabeza y me saluda con la mano. Cierro la puerta del coche y espero a que empiece a conducir para meterme dentro del edificio. Es de noche y no me gusta que se vaya sola, pero por lo menos va en su auto, con las puertas trabadas, como se lo pedí y con las ventanillas subidas.

Cuando llego arriba, me encuentro a Liam preparando la cena. Le doy un beso en los labios y lo ayudo a pelar las papas y a cortar las zanahorias.

—¿Qué tal la película? ¿Te gustó? —me pregunta.

—Mucho, sí. Es verdad lo que Gastón dijo, fue un largometraje diferente al trabajo que usualmente hace.

No miento cuando digo que me gustó mucho. Me encantó verlo en la pantalla grande haciendo lo que ama. Se nota que hubo esfuerzo y estoy orgullosa de él. Lo malo fue que hubo escenas fuertes, escenas de sexo y besos calientes. La protagonista era la chica de la fiesta de anoche, la que se llevó a Gastón a tomarse fotos, esa que interrumpió nuestra conversación. Amanda se llama... creo, aún no estoy segura, no presté atención a su nombre. Lo cierto es que no sé si será por celosa o qué, pero ella no me gustó tanto. En realidad, no me gustó nada que se tuviera que desnudar realmente para la peli. A Gastón no se le vio nada, lo taparon todo, pero a ella la expusieron completamente.

Me enfermaba ver las escenas en las que Gastón la besaba con desesperación, con deseo y luego le quitaba la ropa para hacérselo. Detestaba ver cómo la tocaba, cómo masajeaba sus pechos y cómo fingía sentir placer al hundirse en ella.

Y pensar que ese chico es mi amigo y anoche me besó. Cada beso entre ellos me recordaba al nuestro y era frustrante sentir celos por la muchacha que solo estaba haciendo su trabajo. ¿Gastón habrá sentido algo por ella después o durante las grabaciones? ¿Es ella quien le gusta?

Stef notó que algo me pasaba y no dudó en preguntarme qué tenía. Le mentí diciéndole que me dolían los ovarios y, por suerte, no indagó más y continuamos con nuestra tarde de chicas. No me apetecía contarle lo que tenía porque no quería que empezara a juzgarme por sentirme así. No tenía la seguridad completa de que lo hiciera, pero era por las dudas.

—¿Lo felicitarás? —pregunta Liam mientras me sirve jugo de naranja.

—Le mandaré un mensaje, después.

—¿Un mensaje? Creo que sería más lindo que lo llames —sugiere y lo miro.

No he hablado con Gastón desde anoche, me envió un mensaje pidiéndome disculpas por lo de la televisión y hasta incluso vi que me llamó, pero no respondí. No me apetecía en el momento, me generaba muchos nervios el hecho de hablar con él otra vez. Todavía me genera. No lo veo, pero su voz y sus palabras bastan para ponerme en tensión.

Liam me mira y sonrío falsamente.

—Lo llamaré en un rato, cuando termine de cocinar contigo.

—No hace falta, ve ahora a felicitarlo y aclaren bien lo de esa foto —insiste—. No me molesta seguir con esto yo solo. Además, de seguro terminas rápido y vuelves aquí.

¿En serio vas a insistir, mi amor? Me observa esperando una respuesta y cuando noto que me tardo demasiado y Liam empieza a dudar, asiento y sonrío. Saco mi celular y marco el número de Gastón con las manos algo temblorosas. Un tono, dos tonos, tres tonos, cuatro, cinco, seis...

—Hola —responde y su voz me pone los pelos de punta. Me muerdo las uñas y me voy para el cuarto. Por alguna razón, siento vergüenza de que Liam pueda escucharme hablar. Es algo reciente, he tenido llamadas con Gastón frente a Liam y creo que mi timidez se debe a lo del beso. Quizá Gastón mencione algo y no quiero quedarme muda, y si estoy frente a mi novio, probablemente lo haga.

—Hola —digo, sentándome en la cama y subiendo los pies.

—¿Cómo estás? Me da gusto que llamaras.

Me acomodo el pelo.

—Bien, con un poco de sueño. —Las horas de sueño que tuve en la mañana no fueron las suficientes para sentirme al cien por ciento. Ahora, mi batería debe estar en el veinte.

—Me alegra que estés bien.

Sonrío.

—Gracias. ¿Tú cómo te encuentras?

Lo oigo suspirar.

—Bien, un poco cansado —Hay algo más en su voz. Lo noto.

—¿Seguro que bien?

Se queda callado unos segundos.

—Gastón... ¿sigues ahí? —sé que sigue del otro lado de la línea, soy capaz de oír su respiración, pero ese hueco que está llenándose de silencio no me gusta, me pone nerviosa.

—Te envié un mensaje preguntando si estabas enojada conmigo por la foto que seguro viste en la tele —dice—. Hasta incluso te llamé, pero no me respondiste. Y estaba preocupado. ¿Sabes...? Pensé que no me hablarías más. Estaba siendo un pesimista, pero de verdad lo creía. Con lo que pasó ayer...

Una presión se asoma en mi pecho. Lo que menos quería era que mencionara eso. No sé cómo es que anoche me salieron las palabras para aclararle el tema a Gastón, supongo que, por la molestia y sorpresa, pero ahora, por más que estemos lejos el uno del otro, se siente como si sus ojos avellana estuvieran sosteniéndome la mirada, como si estuviera penetrándome con ella.

—Te llamé para felicitarte por la película. Fui con Stef a verla y nos encantó —cambio de tema. Estoy quedando mal frente a él, pero da igual con tal de no tocar ese asunto.

—Gracias, Bri —me sigue el juego—. Es importante para mí que hayas ido al cine a verla. ¿Cuál fue tu parte preferida?

«Esa en la que te sacaste la remera», pienso y me muerdo la lengua antes de que se me escape de la boca.

—Sé que es un poco cruel que lo diga, pero me gustó mucho cuando le dispararon a la protagonista en el pecho mientras cantaba en el escenario —respondo. No estoy mintiendo, esa parte fue muy inesperada, y soy fan de ese tipo de escenas en las que la historia da un giro rotundo. Bueno, sí miento al decir que es mi parte preferida, pero él no lo sabe—. También me gustó mucho cómo llorabas cuando ella muere, se sintió muy real, hasta se me escapó una lágrima. A mi amiga también, solo que a ella no fue una, sino muchísimas.

Se ríe.

—Quizá mi actuación le llegó más a ella que a ti.

No, en realidad, lo que pasa es que la protagonista no me cayó ni un poquito. Ni en la peli ni en la vida real. Estoy juzgando sin saber, pero las miradas seductoras que le daba a Gastón me ponían de malhumor. Y una vez más, sé que es estúpido de mi parte pensar estas cosas. Necesito que alguien me pegue para volver a tener la mentalidad de la Brisa que aún no había vuelto a ver a Gastón.

—No, si no solté muchas lágrimas era porque estaba en el cine y no quería ponerme a sollozar frente a todos. Stef ya estaba llamando demasiado la atención.

Las próximas preguntas son sobre la película. Después, se hace un incómodo silencio entre ambos que me dan ganas de cortar la llamada.

—¿Estás ahí? —pregunto.

—Estaba pensando en algo —me comenta... y sé a qué se refiere.

Me quedo callada, y entonces, Gastón se decide a preguntar:

—¿Estás enojada por lo de la foto que pasaron en la tele?

Permanezco en silencio, cavilando mi respuesta. No estoy enojada, no estoy molesta, pero sí inquieta por ello. No fue ni es de mi agrado haber salido en la tele como el nuevo amor o, según los medios, la nueva chica con la que Gastón se acuesta. Pienso que esto no habría pasado de no haber subido con él, pero tampoco puedo echarle la culpa a mi amigo porque yo no dije que no, cuando tuve que hacerlo.

Por suerte, hasta ahora me voy librando de que la gente me mire y se dé cuenta de que soy la muchacha que subió al cuarto de un reconocido actor. Sé que esto no será chisme de un solo día, quizá perdurará semanas. Tendré que soportarlo y ya, porque no me queda otra alternativa, y de nada sirve andar quejándome.

—No, quédate tranquilo.

—Entonces, ¿por qué no me contestaste el mensaje y la llamada? No me digas que fue porque no llegaste a atender o porque no tenías tiempo, porque no me lo voy a creer —se apresura a advertir.

Pienso en qué puedo decirle, pero se ve que me tardo más de lo necesario.

—¿Es porque te besé...?

El corazón me late con fuerza en ese momento y el temor de que Liam haya escuchado algo me aterra. Pero es imposible... él está en la cocina y el volumen de la llamada es bajo.

¿Le digo que sí? No tengo ganas de mentirle, tampoco sé qué excusa poner, así que ir con la verdad puede ser la mejor opción. Incluso me deja oportunidad de aclarar mejor lo que pasó y dejar en claro que no se tiene que volver a repetir.

—Porque no volverá a repetirse jamás, te lo prometo. Sé que haberme dejado llevar por un momento estuvo mal, pero quédate tranquila, esto no tiene por qué arruinar nuestra amistad. Lo de anoche no tuvo importancia, no significó nada para mí —aclara con convicción y un nudo aparece en mi garganta y pecho.

«Lo de anoche no tuvo importancia, no significó nada para mí.» Eso dolió. Pero... ¿qué es lo que esperaba?, ¿que él sintiera algo por mí?, ¿que me hubiera besado porque me deseaba de verdad? Soy tan estúpida a veces.

Trago saliva para que el nudo desaparezca, pero es inútil porque permanece inamovible. No esperaba que me dijera algo como eso, no era necesario ser tan duro con las palabras. Podría haber sido más amable, menos brusco. Ni siquiera me dejó responder.

—¡Ah! —es lo único que sale de mi garganta. Hubo cierto temblor en mi voz, pero seguramente no lo notó.

Vuelvo a tragar saliva. Por esto no voy a andar llorando. No merece estas lágrimas. Yo no merezco estas lágrimas. Yo no merezco haber empezado a sentir cosas por él. No me gusta, lo puedo admitir, pero hay algo que no está bien en cuanto a mis sentimientos. Yo no merecía un beso que me dejara confundida. No merecía un beso que me llenara de dudas, inseguridades y menos merezco palabras duras de parte de quien me besó. Lo peor de todo es que quiero recriminárselo, pero no tengo ningún derecho.

—¿Estaremos bien? —me consulta.

—Sí, Gastón.

—No me agrada la forma en la que pronunciaste mi nombre. Pareces molesta.

Suspiro. No sabes nada.

—No, en serio, estamos bien, no te hagas la cabeza. Dejemos eso en el pasado o mejor hagamos como que no pasó.

Sí, eso será mejor.

—Bien, hagamos eso, entonces.

—Bien.

—¿Sabe Liam lo de la foto?

—Sí, lo sabe, y no está para nada molesto. Tengo el mejor novio del mundo —respondo, intentando darle celos. Ahora sí me veo como una tonta.

Me despido de Gastón diciéndole que debo ayudar a Liam a preparar la cena, lo cual es cierto, pero una parte de mí solo lo dice para que le quede claro, que tengo un hombre que me ama y para el cual soy importante, muy importante. Soy una estúpida, lo sé, pero no sé cómo hacerle sentir esta incomodidad que estoy experimentando.

Mi novio me espera en la cocina con los vegetales ya cortados, y me sonríe. Sin duda es el mejor novio del mundo. Mientras cenamos no me canso de alabar su sazón y su ingenio para cocinar, no quiero que me pregunte nada sobre la película, sobre la foto o sobre Gastón. Solo quiero disfrutar del presente sin pensar en nada más.

A la mañana siguiente estoy con Stef en Wells, una cafetería cerca de la universidad. Quedé en desayunar con Liam, pero tuvo que salir volando al trabajo. Mi amiga fue muy amable en ir a recogerme y decidimos desayunar algo antes de que las clases empezaran. Pedimos un café y medialunas acarameladas. No soy muy fan de las medialunas, pero hoy estoy antojada de eso.

—Muéstrame qué decía el mensaje —pide y saco de inmediato el celular.

Cuando bajaba las escaleras recibí un extraño mensaje que contenía una sola palabra: «Aléjate».

Mientras viajaba con Stef en el auto le comenté sobre ello y le dije que se lo mostraría al llegar. No es la gran cosa, la verdad, siento que es algo absurdo y que seguramente quien envió el texto se equivocó de persona. Firmaba como «D.M», ambas letras en mayúscula. No le di importancia y seguí con mis cosas. Claro que al principio me extrañó, pero no siento que sea algo de qué preocuparme. Tengo cosas más importantes en las que enfocarme.

—¡Qué raro! —dice Stef—. Encima el número está bloqueado. De no estarlo, si me dabas permiso, preguntaba quién era.

—Si así fuera, dudo mucho que esa persona te conteste.

Se encoje de hombros.

—¡¿Qué más da?! Ten —me tiende el celular y lo guardo en el bolso.

La camarera llega con nuestro pedido y le agradecemos. La muchacha que se nota que tiene muy pocas ganas de trabajar, me mira más de lo que debería y luego mira detrás de Stef. Se va de mi lado y busco detrás de mi amiga lo que la chica observaba. Me da curiosidad. Mis músculos se tensan un poco cuando veo que hablan sobre Gastón y la reciente foto capturada.

—¿Qué estás mirando? —pregunta Stef, con la boca llena. Hago una mueca de asco y señalo con mi cabeza para que mire detrás—. Están hablando otra vez de nosotros.

Me doy cuenta de que la camarera me mira desde lejos. Por la forma en que lo hace da miedo.

—Mírale el lado bueno. ¡Eres famosa!

—Yo no quiero ser famosa, Stef —Bebo un sorbo de café—. Ahora todos los que defienden a Sofía deben odiarme por ser la supuesta amante que Gastón tenía cuando estaba casado.

—No te tiene que importar lo que los demás digan —me dice, y pienso en que ella también debería repetirse eso cuando duda de sí misma.

—No es que importe... ¡Mentira!, sí me importa.

—Te superentiendo. Bueno, no en realidad, porque no me ha pasado nunca algo así. Por suerte.

La fulmino con la mirada.

—No me estás ayudando, ¿sabes, amiga?

—Perdona —muerde la medialuna—. Ya verás que cuando menos te lo esperes, todo habrá pasado. Encontrarán a alguien más para inventar cosas. Nadie se dará cuenta de que eres tú la mujer que se metió al cuarto de Gastón.

—Oye, disculpa la molestia, amiga —dice una joven rubia con ojos café—. ¿No eres tú la chica de esa foto? —señala el televisor. Miro la imagen en la que aparezco con mi amigo y trago saliva después de mirar a Stef.

Y ella dijo que nadie se daría cuenta... Ahora ve que sí.

—No, perdona, te estás confundiendo —agacho la mirada.

—No, claro que no —sonríe—. Ahora que te veo más de cerca lo confirmo.

—No soy yo.

—¡No finjas!

—¡Te dijo que no! —se mete Stef, mirando a la chica de manera desafiante.

—¡Estoy hablando con ella, no contigo! —ataca la otra rubia.

Stef eleva las cejas.

—¡Si no dejas de molestarnos pediré que te echen!

La rubia se ríe.

—Solo quería decirte que es de muy mala onda que anduvieras acostándote con un tipo casado. —Frunzo las cejas, molesta.

—¡No sabes nada!, así que mejor regresa a tu asiento antes de que te mande yo con una patada en el culo —la desafío y estoy a punto de levantarme para ponerme a su altura. Se ríe otra vez, aumentando mi malhumor y regresa a su mesa, que está ocupada por unas tres chicas más. Escucho que todas se ríen.

—Termina tu desayuno rápido, no tengo ganas de estar aquí. ¡Ni desayunar tranquila se puede!

Mi café queda a medio terminar y mi medialuna también. Mi hambre se ha quedado atrás y Stef aprovecha para comerse mi comida. Pagamos el desayuno, nos levantamos de la mesa y vamos a la salida. No hace falta darme la vuelta para saber que tengo la mirada de varias personas sobre mí.

—¡Chismosos de mierda! —comenta mi amiga en voz alta y estoy segura de que la gente ha llegado a escucharla.

—¡Stef! No digas eso.

—Es la verdad.

Las clases transcurren lentas y me desespero, a eso se le suma las miradas incisivas de la gente en la universidad. Algunos ni se inmutaban cuando estaba presente, pero otros, en especial las mujeres, sí me notaban. Intenté no prestarles atención, pero se estaba tornando más que molesto. Sin embargo, no le dije nada a nadie e hice mis cosas como en un día normal.

Liam sigue en el trabajo, me dijo que se quedará hasta tarde, así que Stef y yo optamos por ordenar unas hamburguesas, papas fritas y dos vasos grandes de cocacola en McDonald's. Después, retrasando los estudios de hoy, acompaño a Stef al centro comercial a comprarse un par de zapatillas cómodas para andar en casa. Damos vueltas y vueltas por varios lugares, pero ella parece no convencerse con nada, y eso que he visto calzados muy bonitos y a buen precio, pero supongo que sus gustos no son tan parecidos a los míos.

Cuando por fin se decide por unas zapatillas blancas que lucen cómodas, le digo que me invite a un helado de frutas por haberme hecho andar para todos lados. Stef acepta con una sonrisa, parece nerviosa, pero no le pregunto nada.

Faltan un par de locales para llegar a la heladería cuando siento que unos firmes brazos de hombre me abrazan por detrás y me levantan del suelo. Inmediatamente, me asusto y miro a Stef con cara de sorpresa, pero ella sonríe y yo no entiendo por qué.

Lo primero que se me pasa por la cabeza es que es un secuestro.

—Oye, ¿qué haces, imbécil? Suéltame.

—Me parece que esa no es forma de tratar a tu hermano mayor, Bri. 

Continue Reading

You'll Also Like

106K 17.7K 44
¿Y si es muy tarde para empezar de cero? Cuando Gia Davies se muda a Nueva York, está huyendo. Se ha dado cuenta de que su carrera no le gusta, su re...
306K 11.9K 41
Se llama Marcos. Se apellida Cooper. Y toca la guitarra. Jude Brown es una estudiante de periodismo, tras un largo camino en su vida, tiene que busc...
3K 726 43
Luego del accidente y lo de mi padre, prometí nunca confiar en nadie. Pero Adam, hizo que olvidará todo lo malo que había vivido. Hizo algo que nadi...
290 144 32
Esta es la historia de Arabella Baker y Andrew Calloway (es aparte de Serendipia así que no es necesario leerla para leer esta) Gente, la portada la...