Cambio

By SirumYem

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Seth McFare y Jenna Kent no se llevan lo que se puede llamar... bien. Pero un buen golpe del destino hará un... More

Cambio
1. Despierta
2. Esa soy yo
3. Qué pesadilla
4. Infierno y Paraíso
5. ¿Me recuerdas?
6. Primer beso
7. Segundo beso.
8. Tercer beso.
9. Cuarto beso
10. Quinto beso
12. Noticia de fiesta
13. Cumpleaños de Louis (Tony)
14. Cumpleaños de Louis (Tony) II
15. Cumpleaños de Louis (Tony) III
16. Festival de primavera
17. Walton en El País de las Maravillas
18. Habitación 426
19. Un día con Seth
20. Seth, perdóname
Mini EXTRA
21. Entre confusiones, se levanta el hacha de guerra
22. ¿En qué estabas pensando?
23. ¿Una conexión?
24. La otra mitad del verano
25. La otra mitad del verano ll
26. La otra mitad del verano lll
27. A ti no te voy a soltar
28. Un día especial
29. No era un sueño
30. De dolores y sorpresas
31. Bajo el guindo
32. Escondida
33. Citas, citas everywhere
34. Melisa y el árbol que ardió
35. Veinticuatro horas
36. Lazos rotos
37. Rastro de fuego
38. Extraordinaria velada
39. Primera cita
40. Nuevos clubs, nuevo sentimiento.
41. Amor joven
42. No es lo único.
43. No más un secreto
44. ¿Entonces sí me crees?
45. Por verlo
46. La cereza del pastel
47. Un beso tuyo
48. Sorprendente I
49. Sorprendente II
50. Aviones de papel que no vuelan
51. Una araña en el lienzo
52. Peligro
53. Algo superficial
54. Una sílaba
55. Las mejores cosas
56. Primer beso (última parte)
Epílogo: Su palabra
Entrevista a Sirum.
Gabriel responde.
Louis responde
Jamie responde
Greg responde
Liz responde
HOLA DE NUEVO
ANUNCIO
BUENAS BUENAS
FINALMENTE
BUENAS Y MALAS

11. El sol detrás de las nubes

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By SirumYem

Quiero decirles que leo todos sus comentarios y agradezco desde el fondo más sensible de toodo mi corazón todas su palabras. Gracias por votar, comentar y todas esas bellezas que ustedes hacen. ¡Hacen mi día! Disfruten la lectura :)

SirumYem

***

Tayler era ese tipo de hermano que te manda a hacer el mandado, te molesta, le cambia al canal cuando la película está en su mejor escena, interrumpe en tu cuarto siendo la una de la mañana por cualquier cosa, pero que te protege de los matones, te defiende cuando hablan mal de ti, te gritan con tal de que entres en razón. 

Ese era mi Tayler. Y siempre lo había querido, aunque siempre me hiciera enojar. Yo también lo hacía enojar a él, claro. Pero nunca lo había visto tan enojado como en ese momento, cuando sus ojos se toparon en la figura de Seth, que yacía a centímetros de mí.

No sabía qué hacer, qué decir. ¡La regaría con cualquier cosa!

-Tayler... él es Seth... -de pronto tuve una idea -,¿lo recuerdas?

¡Pero claro! ¡Seth también había conocido a Tayler cuando eramos pequeños! 

Mi hermano achicó los ojos y estudió a Seth con detenimiento. 

-Claro, es el mismo mocoso. 

-También es un placer verte -conecdió Seth con voz hóstil. 

-¡Seth! -le reprendí.

-No has cambiado nada, chiquillo. ¿Sigues comiéndote los mocos?

-¡Tayler!

-He dejado ese hábito. Pero tú sigues siendo igual de idiota.

-¡Seth, basta!

-Qué curioso. Justamente pensaba lo mismo de ti.

-¡Suficinte! ¡Los dos!- grité y se callaron. Mi padre me había advertido sobre esto, pero yo estaba segura de que no pasaría. Qué tonta. -Tayler, por favor, déjanos solos. Tenemos que hablar. 

-No los dejaré solos, Jen. 

Un pequeño mareo me nubló un poco la vista y mis piernas amenazaron con fallarme pero me obligué a sostenerme un poco más, incapaz de dejar la conversación ahí. Aunque... no era la conversación lo único que habíamos dejado a medias. 

-Tayler...-dije. Mi hermano se adentró en la sala.

-No, está bien. Ya me iba-. Seth se encaminó a la salida del cuarto. 

-¡No!- grité mientras me tropezaba con las pantunflas al avanzar hacia él a trompicones. Escuché a mi hermano seguirme. -¡No hemos terminado de hablar, McFare! 

-Cuando yo llegué no estaban hablando...-comentó Tayler, pero lo ignoré. 

-Aún no me has respondido todo- insistí cuando llegó a la salida de la casa y abría la puerta. Dio un paso más. Sentí otra oleada de mareo y me apoyé en el marco de la puerta. -Seth... no hemos acabado de hablar.

-Lo sé -me dijo por encima del hombro. Se dio la vuelta completa que, en mi estado nauseabundo, fue en cámara completamente lenta y observé su cabello despeinado, el uniforme un poco arrugado, sus ojos oscuros que se veían más claros por el atardecer que le daba directo en la cara. Sonrió y juro que casi me derrumbo y tiro a la puerta conmigo -.Está pendiente. Cuídate -añadió con un extraño brillo en sus ojos y supe que se refería a la fiebre -. Hasta el lunes -y siguió su camino hasta que se perdió entre las casas.

Cerré la puerta lo más exacto que pude. Mi vista se había empañado y todo me daba vueltas. Sentía que en cualquier momento me vendría sobre el suelo. 

-¿Jen?- preuntó Tayler. Respirando con dificultad, resbalé por la puerta hasta quedar sobre mis rodillas y me concentré en no devolver la comida. De repente me dio frío y comencé a temblar, pero al mismo tiempo sentía un calor extremo en la cabeza. Después algo punzante y constante en la nuca. -¿Jen, estás bien?- escuché a Tayler muy lejos. 

Balbuceé algo, pero no recuerdo qué fue. Tayler se arrodilló y me tocó la frente.

-Joder, Jenna, estás ardiendo en fiebre. 

Balbuceé otra cosa. Oí cómo le gritaba algo a mi padre y éste llegaba con pisadas fuertes y rápidas. Me cargaron entre los dos, mis brazos colgaban de sus hombros. Al llegar a las escaleras, mi hermano dijo algo y sentí cómo me elevaba en su espalda y mi cabeza caía en su hombro. Me cargó por las escaleras como a una niña de cinco años y me introdujo en la cama con excesivo cuidado. Me arropó y me dio un beso en la frente antes de irse. Escuché que mi padre entraba un ratito después y sentí un beso en la nariz. Me dejaron sola, arropada y calentita, cayendo en un profundo sueño. Aún podía escuchar la voz de Seth diciendo está pendiente, prometiendo que hablaríamos después. 

No sé qué horas eran cuando desperté. Me había levantado al baño aún somnolienta. De regreso a la cama, me había despejado un poco y pude notar algo diferente en el escritorio. Me acerqué y el sueño se fue de golpe. Sobre la mesa, estaban esparcidos colores, borradores, plumas y lápices junto con un dibujo de la flor del Guindo que no recordaba haber hecho, pues éste era mucho mejor que el mío. No era que yo no supiera dibujar, pero éste estaba más detallado. Las sombras eran más oscuras y el brillo le daba más volumen realístico al dibujo. Incliné la cabeza y guardé todo en el estuche donde iban para después guardar éste en el último cajón. Sin duda, ese dibujo había sido mío pero Seth lo había mejorado muchísimo. Viendo el reloj y pensando que las tres de la mañana eran horas muy inadecuadas para despertar, colgué el dibujo en el corcho frente al escritorio y abajo de la flor escribí "Jenna & Seth. Marzo 2013"  Me volví a dormir con una sonrisa en el rostro, admirando la flor de Guindo que se mostraba real frente a mí.

Lily y Melisa fueron a visitarme al día siguiente. Me despertaron sus volces y no tuve tiempo ni de cambiarme esas ropas que olían a medicina. Ambas llegaron con un semblante preocupado. La última vez que las había visto había sido antes de quedarme encerrada en el almcacén. Estaba segura de que se habían enterado de lo sucedido y me sentí culpable por no haberles hablado por teléfono, pero no había podido hacerlo estando en el cuerpo de Seth. 

-Hola, criatura -me saludó Lily.

-Hola -saludé sentándome en la cama.

-¿Cómo estás?

-Mejor. El descanso me ha venido bien. ¿Algo nuevo?

-¿Algo nuevo? ¿Te encierran en el almacén del gimnasio y tú preguntas algo nuevo?- me reprendió Lily una vez que se hubo asegurado de tenía la suficientes energías para aguantar la regañadiza que se me venía. 

-Ah... por eso... lamento no haberles contado -dije. 

-Lily, lo hablaremos después... 

-No, nada de eso. Ya estamos aquí. ¿Quieres contarnos lo que pasó? Es más, no es una pregunta. Es una orden. 

Melisa se sentó a un lado conmigo mientras que nuestra amiga se paraba frente a nosotras con las manos en las caderas. Respiré hondo y les conté que me había estado involucrando con Seth últimamente y que por ello una chica me había encerrado en un ataque de celos. Omití de qué manera me involucraba en la vida de Seth. 

-¿Fatima, eh? Nunca me dio buena espina, a pesar de tener las mejores calificaciones -comentó Melisa cuando hube terminado.

-Es una perra -tradujo Lily. Asentí energéticamente. 

-Lo es. En realidad espero que sea expulsada -agregué. -Maldita perra hija de la...

-¡Bueno, y qué hay sobre ese Seth! -exclamó Melisa dando un aplauso. 

-Oh -Lily pareció apenas darse cuenta de la existencia del chico. Cogió mi almohada y se sentó en el suelo frente a la cama con las piernas cruzadas y la almohada en el regazo. -No nos has dicho nada de él. ¿Desde cuándo se conocen?

-Verán... -comencé, nerviosa. Sin embargo, no podía seguir ocultándoles las cosas. Les conté cómo nos conocimos de pequeños, lo importante que él había sido para mí. Que nos habíamos reencontrado hace poco. Que él me había reconocido desde el primer día. Les dije que era ese chico con el que me juntaba los primeros días de clase y les recordé que ellas también intentaron acercarse a él. Incluso les señalé el símbolo de nuestro pasado, la flor de Guindo colgada en mi corcho. Por supuesto, no conté que él lo había dibujado estando en mi cuerpo. Omití toda esa parte de que con un beso cambiamos de cuerpo. 

-Oh, wow -se limitó Melisa.

-¡Eso es hermosoooooooooo! -gritó Lily y me abrazó y me zarandeó. -Seguro que estás enamorada de él. ¡Y cómo no estarlo! ¡El chico no está nada mal!

-¡No lo estoy, Lily! -la callé. 

-¿Ah, no? -preguntó Melisa, sorprendida. -Pues, como nos acabas de contar, parece que sí. ¡Vamos Jen! Estás enamorada de él.

-No lo estoy, en serio. No sé qué demonios sentí cuando estabamos pequeños, pero siempre fue especial para mí. ¡Pero no de esa manera! No. Fue diferente... no sé cómo describirlo. Él ya no es ese niño, ha cambiado muchísimo (está mucho más delgado, era un niño medio fofo) ¡Además! Ustedes saben que me gusta Louis.

-Uuuuuf ¿y a quién no?-gritó Lily. Melisa y yo reimos. 

-¡Ese sí lo quiero envuelto para Navidad! -confirmó Melisa. 

-¡O mi cumpleaños!- reí yo. Reímos y bromeamos sobre eso un rato. 

-No, Jenna, pero, hablando en serio. No estás enamorada de Louis, ¿o sí? -preguntó Melisa, poniéndose seria de repente. 

-Mmm... -Nunca lo había visto de esa manera. Sí, Louis era fantástico, pero nunca me había detenido a verlo de una manera más romántica. Supongo que sólo era mera extracción sexual, como todas las demás chicas. Pero... yo siempre había dicho que me gustaba, y que me gustaría un hombre así. Louis me gustaba. -No creo que enamorada sea la palabra. 

-Ni yo -afirmó Lily -no es mi tipo. 

-¿Ah, hasta tú tienes un tipo? -Melisa provocó a Lily.

-¡Claro que sí, tonta! -Lily le aventó la almohada Melisa, quien le regresó el golpe. Tomaron otra almohada estuvieron peleándose. Yo sólo era espectadora, temerosa a dañar mi frágil estado de salud. Fue hasta que Melisa, inclinada peligrosamente sobre la cama, cayó sobre Lily con un fuerte estrépito. Se escucharon dos golpes en la puerta -cerrada-.

-¿Todo bien, chicas? -preguntó la voz de mi papá. Lily y Melisa rieron por lo bajo.

-¡Sí, todo bien, papá! -respondí.

-Tengan cuidado -y se alejó por el pasillo. Nosotras reímos cono estúpidas. Casi no volvimos a tocar el tema y nos dedicamos a ver películas. Yo me bañe y me uní a su comedera de palomitas y porquerías, hasta que Lily juró que iría al gimnasio al día siguiente. Estuvimos hablando sobre nada realmente, reímos mucho. Tuvieron que irse a las ocho y yo me volví a acurrucar en mi cama. 

Para el lunes, me había recuperado completamente. Fue un día muy normal, comí con Lily y Melisa a la hora del almuerzo, como era usual. No había visto a Seth por ninguna parte y eso me llevó a pensar que tampoco a Liz. A Fatima sí que la vi, y cuando nuestas miradas se encontraron, me dedicó una sonrisa tímida antes de alejarse. Yo había buscado alguien detrás de mí, incapaz de creer que esa sonrisa había sido dirigida a mí. ¿Fatima me acababa de sonreír?

Perfil mental de Fatima

Nombre completo: Fatima Kelly LaBelle.

Edad: 16

Sexo: Mujer.

Sex appeal: 60. Tal vez 70.

Lista: Negra.


Yo sólo sabía una cosa acerca de Fatima: no quería volver a verla en toda mi vida.

Aún era hora de descanso cuando le dije a mis amigas que iría al baño y mientras me encaminaba, alcancé a divisar una figura sentada en una jardinera hablando con alguien. Me apresuré a ir al baño y al terminar bajé corriendo hacia el patio trasero del colegio. Llegué jadeando y Seth me reconoció aún estando lejos. Ya no estaba platicando con nadie, su barbilla seposaba cómoda sobre su rodilla. 

-Señorita, Kent, ¿qué la trae por aquí? 

-¿Estaba alguien contigo? -preunté aún recuperándome y mirando al rededor. Habría jurado que era Liz, pero no quería ser tan directa y hacerle saber que me importaba con quien estuviera. 

-Sí. 

-¿Quién? -fue inevitable preguntar.

-Con Liz.

-Ya veo -ya estaba completamente recuperada. Lo miré y él levantó las cejas-. No acabamos de hablar ese día. 

Suspiró y supe que estaba esperando eso en cualquier momento. Bajó la rodilla y se apoyó hacia atrás con las manos. Me senté a su lado. 

-¿En qué nos quedamos? -preguntó.

-En... -me rebané el cerebro buscando -. ¡Ah, sí! -me puse seria. -No me respondiste cuando te pregunté en qué estabas pensando cuando cambiamos en la enfermería porque  me forzaste. 

-¿Y aún no lo sabes? Vamos, Kent. Hasta para tí es fácil.

-Pues no lo... ¡Oye! -exclamé ofendida. Él rió ante mi tardía reacción. -No es fácil saber en qué piensas, ¿sabes? Seth Misterioso McFare.

-¿Misterioso, eh? Yo diría más bien Transparente.

-¿Transparente? -solté una carcajada -Transparentes las canas de mi abuela. 

-Tienes razón, no tan transparente.

-Tienes care de poker, Seth -en ese momento me di cuenta de que Seth estaba evadiendo mi pregunta. Me maldije por ser tan lenta. -¡Pero ese no es mi punto! Sigues sin responderme. 

-Estaba pensando en tí, Kent. ¿No lo habías pensado? -mi silencio fue su respuesta -. Ya veo que no. Ya te lo dije, me sentía responsable. No lo hice por nadie más que por tí. Tampoco te sonrojes, no es para tanto. No me gusta que me hechen la culpa de nada y fue exactamente lo que tú hiciste. Así ya estamos a mano, ¿no crees? 

Yo me quedé congelada como lava después de la erupción. 

-Sí -asentí, con la mirada perdida en el suelo y distraída. -...Tampoco me respondiste lo de tu mamá.

-No... -se cortó. -Me sorprende que Tony no te lo haya dicho.

-Él dijo que él no era la persona indicada para decírmelo. Dijo que me lo dirías tú en su tiempo.

-¿En su tiempo? -Seth miró al cielo -.Condenado Yenkeller. Por cierto -se giró hacia mí de golpe -Tony me preguntó por qué salí corriendo de mi casa  con la excusa de que tenía que procesar la noticia. Eso fue muy estúpido, ¿sabes? Yo nunca salgo corriendo.

-¿Y qué querías que hiciera? ¡No te conozco! -En cuanto solté eso, me arrepentí. Lo había dicho inconscientemente y temí que pudiera haber tocado a Seth. Lo que había pasado hacía ocho años eran recuerdos de sentimientos borrosos, ahora él era otra persona diferente. Sin embargo, una persona normal no lo conocería tanto como yo lo había hecho en los cinco días de nuestro reencuentro. Era tan poco tiempo, no obstante, parecían haber sido semanas. Y esto que ahora manteníamos... ese secreto que compartíamos, ¿en qué nos convertía? ¿Amigos, cómplices?

-Hace unos años... -Seth rompió el tenso silencio que se había hecho entre nosotros. Su voz sonaba insegura-. Hace unos años le diagnosticaron una enfermedad a mi madre. Yo aún era pequeño.

-¿Qué edad? -fue inevitable preguntar, sabía que había sido maleducado de mi parte. 

-Ocho. Cuando te conocí -miró al cielo -. Tuvimos que mudarnos a la capital para que los expertos la trataran. Todo fue muy repentino. La enfermedad tenía cura, pero llevaba su tiempo, o eso fue lo que dijeron los doctores. Estuvimos tres años ahí hasta que mi madre se recuperó completamente. Cuando regresé, todo había regresado a la normalidad. -Hizo una pausa y me giré a ver su perfil -.Pero yerba mala nunca muere, por supuesto que no estaba curada del todo. Hace unos meses, mi madre tuvo un accidente de tráfico por una secuela -.Otra pausa-. Ahora está en el Hospital General, en coma. 

Seth estaba mirando hacia el cielo, no supe si estaba aguantando las lágrimas, su tono de voz sonaba muy frágil. Pude ver que quería mucho a su mamá. Me sentí muy inútil y estúpida de repente. Le había gritado cosas sobre su mamá sin saber nada, le había insistido en que me contara algo que era muy difícil para él. Louis y Liz sabían más sobre él que yo, eran como familia. Yo, en cambio, sobraba. De no haber sido por ese tonto resbalón en las escaleras, yo nunca me habría infiltrado de su vida de esta manera, nadie había pedido esto, nadie lo había visto venir.

Y aún así, aquí estábamos. 

-Lo siento, Seth... yo.... sé que...lo siento. No fue mi intensión...

-No lo sientas -clavó sus oscuros ojos en los míos -. No has hecho nada. 

Me quedé en sus ojos, que eran una parte vital de él. Esos ojos iba a la perfección con él. Escondían todo, representaban fuerza y al mismo tiempo debilidad. A través de esos oscuros ojos pude retroceder atrás en el tiempo, sientiendo todo el miedo de perder a un ser tan querido. Sabía cómo se sentía. Pero yo ya tenía superado eso, ahora que sabía que mi madre estaba en un lugar mejor. Sin embargo, ellos no sabían dónde había quedado varada ella. El coma es un estado muy inestable y en cualquier momento se puede decidir si se queda... o se va. Seth debía estar temblando de miedo. Pude ver a ese niño, asustado, llorando sólo en su cama mientras su padre se ausenta para cuidar de su madre. Comprendía por qué el señor McFare quería que se fuera con Louis a vivir.

No quería que estuviera más tiempo sólo, quería que se despejara y disfrutara. Y sabía también que, si quería que olvidara todo eso, era el inicio de una preparación para algo que no sería fácil para ninguno de los dos. 

La campana me hizo dar un salto y Seth me sonrió divertido. 

-Es hora, arriba- se puso de pie y me ofreció su mano. Lo volví a ver como hacía ocho años, como hacía unos días cuando me ayudó a levantarme. Por tercera vez, acepté su mano y me puse de pie. Él se adelantó un poco, ya que daba zancadas más grandes que las mías por la diferencia de estatura. Me quedé atrás y miré el cielo, buscando qué tanto veía Seth en él. No tardé en descubrirlo. El sol estaba detrás de las nubes y verlo fijamente no afectaba mi visión. Me quedé viéndolo hasta que las nubes se alejaron y el sol me encandiló. Me cubrí con una mano y observé el cielo despejarse, sin rastro de nubes. Suspiré.

Abril se avecinaba y con él la primavera. 

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