Hopeless - NHC

By -besoamargo

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Obra original. No se aceptan copias ni adaptaciones. Cover: organicos More

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P. d M.
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Especial Blake
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EPÍLOGO
Agradecimientos + Segunda Parte
Novela de Reece

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By -besoamargo

-Nos vemos, amor. Trataremos de llegar temprano ¿Si?- asentí. Me sonrió dulcemente y acarició mi cabello para luego besar mi frente.

-Adiós, hija- su misma acción la repitió él-. Cuídate y si aún no estamos cuando llegues no abras la puerta a extraños.

-Tengo quince años papá, sé cuidarme.

-Eres toda una señorita...- sus ojos mieles brillaron al decir aquello.

Ese día se dirigieron bien temprano hacia afuera de la cuidad y yo como cualquier día a la escuela. Pero este Jueves no sería como otros.

-Sophie, llegamos tarde- le indicó desde el auto.

-Llegaremos a tiempo, Tyler- manifestó-. Te amamos, Lori- me abrazó por última vez y luego entró al auto. Despedí con un ademán de mano a ambos.

Despedí con un ademán de mano a ambos.

-Adiós mamá, adiós papá.

Ellos se fueron por la izquierda y yo tomé rumbo opuesto hacia la escuela. Lo que no sabía era que esa iba a ser el último recuerdo, el último adiós, el último "te amamos", el último día, el último momento de oír sus respiraciones y el palpitar de sus corazones en ese abrazo, de ver los ojos castaños de ambos mirarme por última vez; el último día de sonrisas y felicidad juntos y el comienzo de mis días gríces. Y nada volvería a ser lo mismo, nunca más.

Uno, dos, tres...

Me erguí en la cama rápidamente y traté de regular mi respiración.

¿Cuándo dejará de pasarme esto?

Estiré mi cabello y lo coloqué a un lado de mi hombro, estaba sudando y me ardían los ojos. Revisé el reloj de la mesita de noche.

5.30 a.m

Ahora ya no podré dormir. Bufé y tiré de nuevo en la cama aún de consiente que ya no había forma de conciliar el sueño.

***

Entré al salón. La primera clase. El día recién empezaba y eso me aturdía aún más.
No había podido volver a dormirme desde las 5 a.m., y creo que eso aclara todas las dudas con respecto a mi mal humor.

《Al diablo la clase》

Dejé mi bolso a un lado del asiento en cuanto uno de los profesores entró. Reposé mi cabeza entre mis brazos y de ahí no escuché nada más.

-Señorita Evans...-carraspearon- Señorita Evans- elevaron el tono de voz. Miré hacia el frente, donde el profesor Harrison me observaba por encima de sus lentes- Dígame, Señorita, ¿acaso le aburre mi clase?

-Ehm, y-yo...

-A mi si me aburre- hablaron detrás de mi.
Voltee a ver de quién se trataba, encontrándome con un chico moreno, ojos verdes y sonrisa de lado en su rostro. Tenía la chaqueta del equipo de básquet de la escuela.

-Oh, Señor Mc.Callister, puede salir del salón no hay ningún problema- manifestó el hombre canoso-. Señorita, como es la nueva esta será su única excepción, pero de todas formas, ¿quiere acompañar al Señor Mc.Callister?

Negué al instante. Y el tal Mc.Callister ahogó una carcajada.

-Bien...- miró a el estudiante, quién se paró, tomó sus cosas y antes de salir del salón con una sonrisa triunfante, recalcando ser superior a los demás, me sonrió.
Rodé los ojos y está vez traté de no dormir en el resto de la clase.

Salí de la clase de geografía y me dirigí al casillero. Como llevaba algunos días aquí la Señora Chang había considerado -porque yo le había dicho- que ya podría manejarme por los pasillos, aunque la escuela sea grande y eso implique preguntar donde quedan los salones. La cosa era que la secretaría no iba a dejar sus trabajos de un lado por andar detrás de mí. Sí, era cierto, le prometió a mis tíos que me ayudaría en el "acoplamiento a la escuela" pero yo estaba bien.

Y si no presto atención en clase, reprobaré mucho antes de que la segunda mitad del año empiece.

-Hola, nueva- el casillero junto al mío se cerró de un estruendo. Miré a la izquierda viendo a mi compañero de clase, el bad boy deportista, casi reprimiendo una risa por haberme asustado.

Lo ignoré olímpicamente y seguí con la cabeza en el casillero.

-Estoy hablándole ¿o eres sorda?

No le digas nada, Lorraine.

-Supongo que debes de conocerme- puse los ojos en blanco-, pero de todos modos me presentaré: soy Cole Mc.Callister, pero para ti sólo es Cole.

-Vaya, la verdad a que me moría de ganas de saberlo- espeté ya harta de su arrogancia.

-Me alegra saber que apacigüé tu necesidad- saqué la cabeza del casillero y sonrió de lado.- ¿Cuál es tu nombre?

-Oh, creo que tu también ya sabes el mío- contesté con su mismo tono.

-Para que engañarte, sí lo sé, pero creo que sonaría mejor si fueras tú quien me lo dice- siguió insistiendo.

Cerré el casillero abruptamente y en el momento en el que iba a lanzar una gran respuesta y alejarme de él, Reece y Pauline llegaron a mi lado.

-Hola, Lori, ¿qué ocurre?- preguntó Pauline.

-No ocurrió nada, sólo estaba conociendo un poco más a la nueva- Cole respondió de inmediato.

-No te preguntaba a tí sino a ella- habló Reece.

-En realidad ya terminó de hablar conmigo, ahora estaba por irse- miré a Mc.Callister quien se mordía el labio.

-Sí, deben estar esperándome. Nos vemos luego, "nueva".- y no sin antes mandarle una fría mirada a el castaño, se fue.

-Es un estúpido- murmuró la rubia.

-¿Te molesto?- me preguntó Reece.

-Yo pude alejarlo por mi cuenta- les dije. Luego caí en cuenta de que tal vez estaba siendo muy brusca con ambos, que no tuvieron otra intención que no fuera la de ayudarme-. Pero, gracias... de todas formas. ¿Quién es él?- cambié de tema mirando a ambos.

-Cole Mc.Callster, ¿no te hizo escribir cien veces su nombre?- George llegó de repente a mi lado. Junto con Blake. Obviamente habrían estado viendo todo.

Solté una risa.

-Va en último año y es capitán del equipo de básquet- comentó Blake.

-¿Muy cliché no?- Pauline rodó los ojos.

Reece la miró extrañado -¿qué es un cliché?

-Una acción, rutina o palabras que se han repetido tantas veces hasta el punto de ser muy aburridas y comunes. Monótonas.- respondí.

-Y ¿nosotros somos un cliché?- George tomó a Blake y Reece de los hombros, abrazándolos.

-Como ustedes, al contrario, nunca se había visto algo parecido- los tres chicos sonrieron y Reece le pellizcó las mejillas a ambos.

La campana sonó.

-Empieza la clase- avisó Pauline-. Y a juzgar por tu horario- sacó una hoja que sobresalía de entre mis libros y la leyó-, nos toca juntos.
George tomó la hoja y agrandó los ojos.

-Compartimos casi todas las clases a excepción de dos.

-O sea que estaremos los cuatro días de la semana juntos- advirtió Blake y los demás sonrieron.

-Y... ¿eso es bueno o malo?- los miré a todos, confusa.

-Depende quien lo diga...- canturreo Pauline.

-Y a quién preguntes- añadió el rubio.

-¿Qué les parece si después de clase, vamos por unos batidos especiales en la cafetería?- opinó Reece.

Y curiosamente, el resto de ese día, y el siguiente, fueron buenos. Fue todo lo contrario a lo que esperaba; resultaron ser agradables y tal vez... empezaban simpatizarme.

***

El nuevo vecindario resultó ser bastante agradable y tranquilo. Aún no conocía a la mayoría de los vecinos a excepción de la señora Greenwell, vive al lado de casa, es viuda y tiene dos hijos, quienes obviamente están casados y ya no viven con ella. Eso es lo que comentó cuando la encontramos con tía Mary afuera de casa camino a hacer las compras.

Comencé a sentir hambre así que me quité los audífonos y dejé el libro que estaba en proceso de terminar, sobre la mesita de noche.

Baje hasta la cocina, donde me encontré a Devon dibujando en una hoja en la mesa y del otro lado de la isla de la cocina, a tía Mary escuchando a Jennifer López cantar "I ain't your mama" en la radio.

El pequeño no le prestaba atención pero yo casi quedé estática aguantando una risa en medio de su espectáculo.

La puerta del recibidor se abrió pero ella continuó cantando.

-¡Oh, Mary, muero de hambre!- apareció Rob a mi lado y al ver que si esposa estaba ocupada no dijo nada en cambio me miró a mi enarcando una ceja.

-¡Papi!- chilló el pequeño y su papá lo besó en la cabeza en modo de saludo.

-¡Oh, muero de hambre!- repitió acercándose lentamente a su esposa- ¡¿dónde está la comida?!- dijo cuando se encontraba frente a ella.

Me acerqué detrás de la silla de Devon a ver lo que sucedía.

Mary se giró y lo apuntó con un cucharon de madera.

-I ain't gon' be cooking all day, I ain't your mama

I ain't gon' do your laundry, I ain't your mama-cantó moviéndose de un lado a otro-. I ain't your mama, boy, I ain't your mama.

Devon rió y me miró, me encogí de hombros.

-I'm Devon's mama - se acercó a su hijo y le tocó la nariz.

-Mami, basta- agitó su cabeza.

-Pero me gusta esa canción.

-Mary, quiero mi comida- reclamó Rob.

-En el microondas, cielo- el hombre dejó sus cosas de trabajo y se sentó a comer en la mesa junto a su hijo.

-Yo también venía por comida- busqué en las gavetas sacando mis galletas favoritas. Me relamí los labios.

-Lori, quería preguntarte- tía Mary le limpió la barbilla a su pequeño-: Devon quiere helado para el postre ¿quieres acompañarnos?

¿subir a mi habitación y quedarme encerrada y seguir con mi maravilloso libro justo cuando está en la cúspide del drama de la historia, o ir a comprar helados?

Mami, quiero chocolate, frutilla y vainilla- apuntó Devon con su dedo la imagen ilustrativa de un gran helado.

-¿Todo eso hijo?- inquirió Mary.

-Sip.

-De acuerdo- sonrió-, ¿qué sabor eliges tu, Lori?

Miré las variedades de sabores en el cartel y me decidí.

-Menta y crema.

-De acuerdo niños- volvió su vista al cartel-. Aguarden sentados- señaló a una mesa vacía fuera de la tienda.

Asentí, tomé a Devon de su pequeña mano y nos sentamos en la mesa. Miré en frente donde un pequeño parque albergaba algunas personas bajo una extensión de árboles, le di una rápida recorrida al lugar y volví mi vista a Devon. El pequeño me miró con sus grandes ojos verdes, expectante. No pude descifrar que transmitía con su mirada, pero supe que algo lo estaba preocupando.

-Lori- susurró.

-¿Mhm?

-¿Por qué ya no sonríes?

Algo dolió dentro de mi. Me sentí como si me hubieran golpeado con un saco de boxeo cincuenta veces. Estoy sorprendida de la pregunta de Devon, sabía que él era un niño inteligente pero no tan meticuloso.

-¿De qué hablas?- me encongí de hombros-. Si sonrió- le aclaré.

-Pero tu sonrisa no es de vedad- espetó-. Le falta algo.

Sentimientos... a eso tal vez se refería.

Una sonrisa rota.

-Pequeño, las personas a veces... expresan sus sentimientos de distintas maneras- traté de acercarme a hacer que él comprenda el tema, pero con palabras más suaves para su edad-. Aunque mi sonrisa esté algo fea, estoy feliz.

Él ladeo su cabeza.

-Por ejemplo: estoy feliz de estar contigo- le sonreí y me devolvió el gesto.

Casi pude ver el pequeño destello de sus ojos cuando le dije aquello. Y era verdad cuando lo decía, no sólo por complacerlo. Pero lo último que quisiera era herir sus sentimientos.

-¿Quién quiere helado?- cantó tía Mary llegando a nosotros.

-¡Yo!- gritamos al unísono.

Tal vez el helado después de todo pueda ayudar a los problemas, aunque sea por un pequeño momento.}



¡Hermosas personas!

No se dan una idea de cuantas veces cambie este solo capítulo, pero me conformo como quedó.

La primera parte del capítulo cuenta una minúscula parte de qué paso el día antes del accidente de los padres de Lori.

Hasta otro capítulo.

Voten y Comenten. 

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