Capítulo 46.

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*Capítulo dedicado a Cami1357911 *

Oliver se alojaba en la habitación de un descuidado y humilde hotel, uno que se encontraba muy por debajo de lo que él realmente podía permitirse. Y supongo que fue por eso por lo que lo eligió; porque no era ningún lujo, porque era un lugar donde nadie se imaginaría que pudiese estar; porque al ser de tan poca calidad, apenas había huéspedes haciendo su estancia aun más solitaria, justo lo que él buscaba. Se traba de un edificio de cuatro plantas, con la fachada vieja y sucia donde el cartel luminoso que ponía la palabra HOTEL había pasado a ser tan solo O E L.

Danna se ofreció a acompañarme, sabiendo que aquel no era su mejor momento, siendo consciente de que probablemente ambos saliésemos heridos de aquel encuentro pero aun así, decliné su ayuda y la dejé que descansara en mi apartamento aunque cuando me encontré delante del edificio, me arrepentí de inmediato de mi decisión.

Tenía miedo de verle y por otra parte, me moría de ganas por hacerlo. Temía el estado en el que pudiera estar, lo que pudiera decirme, lo que yo pudiera decirle y el desenlace que aquello pudiese tener. Y otra parte, deseaba volver a tenerle cerca, decirle que estaba ahí para él, hacerle saber que nunca me iría de su lado, que él iba a salir de eso y que yo iba a estar ahí para presenciarlo.

Sabía en que habitación se alojaba, Danna me había dicho que era la cuarta, pero aun así me dirige a la pequeña recepción que se trataba tan solo de una pequeña ventana donde un hombre parecía estar más entretenido en ver lo que quiera que fuese en su ordenador que en atender a los recién llegados. Ni si quiera levantó la vista cuando comencé a subir las escaleras después de que un papel pegado con celo en la puerta del ascensor avisara de que este se encontraba averiado.

Nadie hubiera creído nunca que en ese lugar se encontraba una de las personas más famosas del panorama actual.

Mientras subía las escaleras, quizás algo más lento de lo normal, intenté prepararme para la conversación que estaba a punto de mantener. Pero en realidad, hacía mucho tiempo que había dejado e estar preparada para enfrentarme a Oliver y cuando por fin me paré en la puerta vieja y con una gran mancha de algo que no quería ni siquiera averiguar, me quedé completamente en blanco, sintiendo ya el fracaso aun sin ni haberlo intentado aún. Y sin embargo, otra parte de mi seguía teniendo esa ciega esperanza en él. De inmediato pensé en Olly y en como en todas y cada una de nuestras conversaciones había mostrado la confianza que tenía en Oliver, lo convencido que estaba de que lo lograría, de que conseguiría salir de esa oscuridad en la que de repente se había visto atrapado.

Golpeé dos veces la puerta pero nadie salió. Golpeé de nuevo intentando mantener la calma pero una vez más, nadie me recibió. Volví a golpear esa vez mucho más fuerte temiendo que la puerta que no parecía ser de muy buena calidad se viniera abajo

De repente, un pánico me invadió. Ni si quiera se de donde vino aquel miedo tan repentino, porque creía realmente que algo malo había sucedido. Supongo que parte de ello se debía a lo que había sucedido primer con mi madre y luego con Olly; me encontraba completamente aterrada de perder a otro ser querido, me negaba a hacerlo.

Quizás el no echó la llave, quizás aquella puerta era de tan mala calidad que tampoco hubiese importado el hacerlo pues cuando en un intento desesperado agarré el picaporte con la seguridad de que nada iba a pasar, este cedió y la puerta se abrió.

La habitación era más espaciosa de lo que había creído en un primer momento; había una grande cama en el centro, una televisión algo antigua, un pequeño balcón que daba a un aparcamiento y al fondo una puerta de daba al baño el cual se encontraba con la luz encendida. Todo estaba hecho un desastre; la ropa estaba esparcida por el suelo junto a demasiadas botellas vacías. Fue entonces cuando en una esquina junto a la ventana vi la guitarra de Oliver... era la misma de siempre, la misma que había tenido desde que le conocí. No usaba esa en sus conciertos, tampoco la usaba en los ensayos ni cuando tenía que hacer cualquier tipo de actuación, solo lo hacía cuando volvía a casa, cuando se paraba junto a mi y deslizaba los dedos sobre sus cuerdas las cuales ya habían sido cambiadas un gran número de veces. Ya apenas podía recordar la última vez que el tocó esa guitarra.

Seremos eternos.Where stories live. Discover now