Prólogo.

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Cuando veo su fotografía en la portada de la revista que tengo delante de mí, en un principio se me hace difícil reconocerlo. Ya no sonríe de la forma en la que solía hacerlo, su piel parecía haberse vuelto más pálida y era evidente que había perdido bastantes kilos en este último año. No parecía quedar ni rastro de aquel chico que conseguía robarme el aliento con tan solo una mirada, el que hacía que el mundo doliese un poco menos al ver su sonrisa y que sintiese que todo era posible con tan solo oír su voz.

Me fijo en sus ojos, aquellos que siempre habían estado llenos de luz y que ahora parecían haberse apagado para siempre. Aun seguían manteniendo su color azul, aquel azul que me hacía viajar a años atrás, cuando todavía podía ver amor tras estos. Pero sin embargo, estos ojos que me miraban ahora a través de la imagen estaban totalmente vacíos, carentes de vida.

Cada vez que pienso en él no lo hago pensando en la persona en la que finalmente se había convertido, ni tampoco en la estrella que el mundo había creado, sino que pienso en esos mágicos momentos que había compartido a su lado. Lo hago pensando en ese chico de pelo revuelto que iba con su guitarra a todas partes, en el muchacho descarado de sonrisa traviesa que conseguía crear una canción en tan sólo unos minutos; aquel que amaba las palabras de la misma forma que yo hacía. Pienso siempre en el chico que había estado toda su vida luchando por cumplir su sueño, el mismo sueño que iba a acabar destrozándolo un tiempo después.

Pero ahora, la persona de la fotografía no tenía nada que ver con aquella que conocí un tiempo atrás; la que me mostró lo que era el amor y el querer a alguien, el que me enseñó lo que era luchar por lo que de verdad deseabas. Fue quien creyó en mi cuando yo apenas lo hacía, el que pareció llegar a mi vida sujetando una antorcha, iluminando así la oscuridad en la que yo no era consciente que vivía.

Puedo decir que a pesar de todo, él me quiso y que yo también lo hice aun cuando quizás no era lo correcto. Pero es así; nos quisimos de una manera en la que nunca creí posible, de esas que tan solo ocurren una vez en la vida y que no todo el mundo llega a ser lo suficientemente afortunado cómo para experimentarlo.

Pero entonces él se fue y con su marcha pareció irse todo lo demás: todo lo bueno que hubo una vez en él, todo lo bueno que hubo también entre nosotros.

Pasó el tiempo y el chico que una vez había estado lleno de vida, fue destrozándose poco a poco. En ocasiones pensaba que me había entregado todo el amor que había dentro de él y que al separarnos ya no le quedaba nada, ni siquiera para si mismo.

El chico que me había hecho eterna con sus canciones ya no estaba. Ahora solo había una persona rota a la que yo ya no podía ayudar.

Seremos eternos.Where stories live. Discover now