Capítulo 22.

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Podríamos decir que el principio del fin llegó aquel día de junio, una noche calurosa en la que ambos estábamos, como se había vuelto costumbre entre nosotros, en la playa disfrutando del buen tiempo y de la compañía del uno del otro.

Supe que la llamada de Olly iban a cambiar las cosas en cuanto colgó; aunque claro, no sabía que cambiarían de la forma en la que lo hicieron. Por aquel entonces solo hubo felicidad, esperanza e ilusiones. Ahora que lo pienso, creo que ni si quiera me sorprendió demasiado pues dentro de mi sabía que algo así iba a suceder, que solo era cuestión de tiempo que alguien los descubriese, que el mundo entero los conociese.

Estábamos acostado en la arena, mirando al cielo estrellado y hablando. Lo cierto es que Oliver y yo hablábamos sin parar; las conversaciones solían ser largas, en ocasiones estúpidas y sin sentido, otras veces profundas y llenas de significados. Pero también compartíamos los silencios, también sabíamos cuando no era necesario decir demasiado; a veces parecía que con escuchar la respiración del otro nos bastaba. Esa noche recuerdo que hablábamos de mi madre; Oliver estaba intentando convencerme para que hablase con ella, pues había sido testigo de las veces en las que había dejado sonar sus llamadas, de las veces en las que le había colgado el teléfono o la había despedido demasiado rápido. Aun seguía sin decirle la verdad, ella aun seguía preguntándome por mis clases, por Santi y por mis antiguos amigos. Nada de eso estaba en mi vida ya pero aun me seguía aterrando la idea de que ella lo descubriese.

-No quiero decepcionarla. Se lo feliz y orgullosa que estaba de mi por ir la universidad, por estudiar la carrera que ella siempre había querido estudiar... ¿Como le digo que he echado todo eso a perder por nada? Ni si quiera se que voy a hacer con mi vida ahora.

-Tienes tiempo de sobra para descubrirlo, Jane. Y hagas lo que hagas, ella se sentirá orgullosa por tener una hija como tu, de eso estoy seguro.

No me tranquilizaron demasiado sus palabras a pesar de que poco después me di cuenta de que tenía toda la razón, de que simplemente había sido una cobarde todo ese tiempo, que había juzgado a mi madre de la manera equivocada.

Y entonces, unos pocos minutos después, el teléfono sonó y esto hizo que Oliver pusiera los ojos en blanco por la interrupción.

-Puede que sea importante. -Le dije cuando en un primer impulso, el iba a poner el móvil en silencio, apartándolo de el. Era raro que Olly llamase por teléfono; nuestro amigo era más de enviar cortos menajes y tampoco lo solía hacer en exceso. Simplemente tuve el presentimiento de que algo había pasado, de que debía de contestar esa llamada.

Vi que algo sorprendente y bueno había pasado con tan solo ver el cambio de expresiones que pasó por su rostro; desde la irritación, confusión, sorpresa y alegría. Por la manera en la que sus ojos brillaban, por la gran sonrisa que se formó en sus labios supe que había sucedido algo grande, algo que le estaba haciendo feliz.

-¿Que ha pasado? -Le pregunté con impaciencia en cuanto colgó. El tan solo sonrió en un principio, añadiendo algo de interés al asunto.

Segundos después acabó respondiendo.

-¿Recuerdas el vídeo que nos grabaste, el del concierto de la noche anterior, el que Danna te pidió para subirlo a Internet? -Preguntó y yo asentí, recordándolo perfectamente. Era un vídeo increíble; Oliver se movía con gracia por todo el escenario, su voz sonaba tan bien como siempre y nuestros amigos tocaban sus instrumentos con fuerza, dándolo todo como siempre. Si veías el vídeo, era fácil imaginar que se trataba de uno de esos grupos famosos que habían triunfado, que habían pasado a convertirse en leyendas. Y ellos tan solo estaban empezando. -Pues no me preguntes como pero al parecer, ese vídeo llegó a un tío que al parecer es muy famoso, que sale en una serie bastante famosa y bueno, el lo ha compartido.

Seremos eternos.Where stories live. Discover now