Capítulo 8.

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Aquella mañana, el chico que entró por la puerta rompió la rutina a la que estaba acostumbrada y más tarde, también cambió mi mundo por completo. Oliver sonrió en cuanto me vio.

-Otra vez tu. -Comenté, intentando fingir algo de fastidio a pesar de que sentía como las comisuras de mis labios se levantaban.

Se sentó en uno de los asientos de la barra, justo en frente de mi, al igual que la otra vez, tres días atrás.

-Suponía que me habías echado de menos, así que no quería hacerte sufrir mucho más. -Y se encogió de hombros. Puse mis ojos en blanco pero a pesar de su arrogante comentario, volví a sonreír.

-Que considerado por tu parte. -Respondí con ironía

Pidió lo mismo que el día anterior y mientras se lo preparaba, podía volver a sentir su curiosa mirada, como si de cierta forma estuviese pendiente de cada uno de mis movimientos.

-¿Te parezco entretenida? -Le pregunté algo irritada, aunque en realidad aquella irritación era tan solo una manera de ocultar lo nerviosa que sus ojos me ponían.

-Bastante. -Y durante ese instante, sentí como si se estuviese burlando de mi.

Era la única persona que se encontraba en la cafetería en esos momentos por lo que me quedé tras la barra pues no había nada más que hacer. O quizás porque realmente me apetecía estar allí con el, disfrutando de su compañía y conversación.

Le entregué su café, tomó un pequeño sorbo de este y volvió a hablar.

-Olly me ha dicho que te gustan los libros. -Comentó, mirándome con cierta curiosidad y no pude evitar sorprenderme ante su comentario. Me pregunté si habían estado hablando de mi y tan solo imaginarlo, me hizo inexplicablemente feliz. -Dice que siempre solías llevar uno contigo, ¿lo sigues haciendo? -Lo único que pude hacer fue asentir con la cabeza, mientras el seguía mirándome, como si intentase descubrir algo más sobre mi. Segundos después, volvió a hablar. -Apuesto a que eres una apasionada de las novelas románticas.

No me molesté en intentar negar aquello.

-Lo sabía. -Comentó orgulloso ante mi silencio y entonces, esbozó de nuevo su sonrisa, aquella que parecía que cada vez me gustaba más ver.

-Apuesto a que ha sido Olly el que te ha dicho eso. -Intenté adivinar.

-En realidad, no ha hecho falta que lo hiciese. -Quise preguntarle que quería decir con aquello, pero preferí no hacerlo.

-Pareces saber muchas cosas sobre mi cuando yo aun no se nada sobre de ti. -Comenté, en un descaraado intento de conseguir así algo de información.

-¿Y que es lo que quieres saber? -Preguntó con curiosidad, alzando ligeramente sus cejas en un gesto divertido.

No sabía si algún cliente necesitaba en aquel momento mi atención, no sabía si Martha requería dr mi ayuda en alguna otra cosa o si Santi pudiese encontrarse o no en la puerta observándome. En ese instante, estaba segura de que el edificio de en frente podía arder en llamas y yo ni si quiera me hubiese dado cuenta del fuego. Era como si la presencia de ese chico me absorbiera de tal manera que no creía que tuviese explicación. Quizás eran sus ojos; ese color azul que parecía ser capaz de hacer que te perdieras en el.

Quería saber tantas cosas de el que cuando me lo ofreció, me quedé totalmente en blanco.

-Tu nombre, por ejemplo. -Me limité a pedir, a pesar de que Olly ya me lo había dicho hacía un par de días atrás.

Aquello pareció decepcionarle.

-Vaya, pensé que ibas a ser más original. -Se lamentó.

Seremos eternos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora