Capítulo 28

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PARTE 3: CUANDO  LE PERDÍ. 

1 AÑO DESPUÉS.

-Tranquila, todo va a ir bien. -Intentó tranquilizarme mi madre, mientras me daba un último abrazo. Tan solo quedaban unos pocos minutos para que el evento empezase y estaba tan nerviosa que no había dejado de temblar desde que había salido de la cama aquella mañana; no había podido dormir nada.

-¿Y que pasa si no hay nadie, si nadie ha venido a verme? ¿Qué pasa si salgo ahí fuera y solo estáis vosotros y Martha? ¿Qué pasa si algo el ridículo?-Pregunté preocupada, realmente pensando que aquello era lo que iba a suceder. Me había estado imaginando ese día durante las últimas semanas y toda clase de escenarios se habían pasado por mi cabeza y el más repetitivo era el más doloroso; el del fracaso total.

Mi madre sonrió con ternura y acarició mi pelo al mismo tiempo que mi padre ponía su mano en mi hombro, dando un ligero apretón en este. Había estado viéndolos con regularidad, ellos habían venido a visitarme y yo había ido a de vez en cuando a casa; esta vez sin mentiras de ningún tipo y al hacerlo me di cuenta de lo equivocada que había estado todo ese tiempo, del sufrimiento tan tonto que yo misma me había provocado sin sentido; ellos me habían apoyado y lo harían en cualquier cosa.  Y ellos también se habían sincerado conmigo: me habían hecho saber  ya no estaban juntos, que el amor se había acabado pero que aun así se llevaban mejor ahora que antes como si su destino hubiera sido el de ser simplemente amigos.  Aun así, habían venido uno junto al otro para estar conmigo en ese día tan especial.

-Eso no va a pasar. -Se quejó mi padre.

-Y si llegase a suceder, de todas formas estarán las personas que te quieren y te apoyan, chica. -Agregó Martha que se había mantenido en silencio durante todo ese tiempo; se me hacía algo raro que estuviera ahí conmigo y con mis padres pero al mismo tiempo se lo agradecía.

-¿Y tu eres una de esas personas, Martha? -Le pregunté con un cierto toque de diversión en mi voz, intentando disimular lo emocionada que aquello me hacía sentir.

-Por supuesto que si. -Gruñó, casi indignada por la pregunta. Con el paso del tiempo la mujer con la que apenas soportaba pasar unas horas en el trabajo había pasado a convertirse una gran amiga, algo que en ese momento no me sobraba. -Pero solo porque te vas a convertir en una famosa escritora con mucho dinero. -Bromeó, guiñándome un ojo con complicidad. 

Segundos después mientras los tres aun seguían intentando tranquilizarme, una de las empleadas del centro comercial se acercó a mi y me preguntó si ya estaba preparada pues el evento empezaría en breve. No serviría de nada decirle que en realidad no lo estaba para nada, que en realidad tan solo quería salir corriendo de allí, por lo que simplemente asentí con la cabeza y tanto mis padres como Martha se fueron para coger sitio fuera, dándome un último abrazo y volviendo a repetir que todo va a ir genial. 

Confía en ti misma y todo irá bien. Tu puedes hacerlo. Habían sido las palabras de una de las personas más importantes de mi vida. Intentaba aferrarme a ellas a cada momento, me las repetía a mi misma cada día.

Aproveché el poco tiempo que me quedaba para dirigirme a la estantería que había intentado ignorar desde que había entrado en la sala. Lo había visto de inmediato, había visto esas filas llenas de discos, las tres figuras tan conocidas que aparecían en la portada, las cuales parecían estar mirándome en aquel momento. Mi mirada se posó sobre todo en el del medio y a pesar de que tan solo se trataba de una simple fotografía, consiguió acelerar mi pulso; incluso con una imagen conseguía hacerlo. Vi sus ojos azules, su pelo como siempre revuelto, la guitarra colgada colgada a su hombro y la expresión seria en su rostro que parecía intimidar a la cámara, que incluso conseguía intimidarme a mi. Danna mantenía la misma expresión seria y en Olly se podía ver como estaba a punto de soltar una de sus grandes sonrisas; el día después de aquella sesión mi amigo me llamó para contarme como tuvieron que repetir aquella foto una y otra vez pues ninguno era capaz de mirar a la cámara con ese toque de misterio que el fotógrafo les pedía. Me reí con el al imaginarme la escena y deseé con todas mis fuerzas el haber estado presente, el haberlos visto intentando mantenerse serios, el ver como explotaban en risas siendo incapaces de hacerlo. Pero hacía ya un tiempo que había dejado de estar involucrada en sus planes, entre sus logros. Solo me quedaba observarlos desde la distancia, como todos los demás hacían.

Seremos eternos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora