Capítulo 39.

14.2K 111 19
                                    

Y por supuesto, el tuvo que irse. El siempre tendría que irse. Pero antes de que lo hiciera, pasamos unos cuantos días juntos, unos días en los que simplemente eso hicimos; estar juntos pero sin estarlo realmente. Sus labios no tocaron los míos, su cuerpo no se acercó como me hubiese gustado y entre nosotros aun seguía habiendo una considerable distancia, una que ambos nos moríamos por romper pero que no llegábamos a atrevernos del todo.

Había vuelto a trabajar a pesar de que Martha me había asegurado que podía tomarme los días que necesitara y sin embargo, me presenté en la cafetería al día siguiente sabiendo que quedarme en casa sin hacer nada iba a jugarle una mala pasada a mi mente.

El reloj dio las nueve cuando le vi aparecer por la puerta; a la misma hora en la que el solía hacerlo y a pesar de que había estado conmigo el día anterior, a pesar de que habían pasado muchas cosas entre nosotros, seguí sintiendo ese mismo cosquilleo que sentía tiempo atrás mientras le veía hacer su recorrido y sentarse en el taburete delante de la barra.

Oliver me miró con cierta timidez y sin necesidad de palabras, yo le serví el mismo pedido que había tomado cada mañana en el pasado y eso provocó que en su boca se formara una sonrisa, una preciosa y sincera sonrisa, muy alejada esas que mostraba tan solo a la cámara.

-Puede que haya pasado el tiempo, que muchas cosas hayan pasado... pero chica, ese muchacho te sigue mirando igual que siempre. -Me había dicho Martha en el momento en el que el salió por la puerta aun cuando había deseado que no lo hiciera.

No se podía volver al pasado, nadie podía, pero aun así, había ciertas cosas que se podían hacer para que al menos fueran parecidas. Y en aquel momento con el delante de mi, sentado en su sitio de siempre y mirándome como si fuera la cosa más interesante que había tenido el placer de observar, se sintió como si realmente nada hubiera cambiado.

Esa noche fui yo la que le pedí que viniera a casa. Ni si quiera se realmente el porqué lo hice, pero cuando envié el mensaje que le había escrito, no me arrepentí de hacerlo. Quería verlo, quería estar con el, aunque tan solo fuera tenerle delante, aunque tan solo fuese para sentir sus ojos en mi de nuevo.

Y Oliver no tardó en venir, como si de cierta forma hubiese estado todo el día con el teléfono en sus manos, esperando ese mensaje que al final llegó.

-Siento decirte que no has mejorado mucho cocinando. -Dijo con cierta diversión cuando terminamos de cenar; aun así, el había dejado el plato vacío. No pude evitar reír ante su comentario y noté como al hacerlo, el me miró con una expresión que no pude descifrar en un principio.

-¿Por que me miras así?

-Hace mucho que no te veía reír... lo he echado de menos. -Comentó con un toque de tristeza.-Creo que podría escribir toda una canción tan solo para tu sonrisa.

Tuve que apartar la mirada ante su comentario, evitando así que viera que este había hecho sonrojarme.

-Olly me dijo que ya no escribes canciones, que ya no lo haces como antes. -Le comenté, recordando lo que mi amigo, preocupado, me había comentado en una de nuestras interminables llamadas; el chico que amaba las palabras juntos a la música había dejado de escribir, apenas podías verle coger la guitarra en su tiempo libre,y ya no tatareaba nuevas melodías. Solo lo hacía cuando era necesario; cuando debía hacer alguna actuación, ensayo o evento y entonces al hacerlo, no se podía ver ese brillo en sus ojos que antes le caracterizaba.

-¿Hablas mucho de mi con Olly? -Preguntó de forma algo dura.

-En ocasiones.

-Pues podrías haberme llamado a mi, podrías haberme preguntado a mi, haber hablado conmigo si tanto te importaba. -Espetó y noté la amargura en su tono junto al rencor. Y entonces eso me enfadó

Seremos eternos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora