97. La Sanadora Carmesí (7)

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En días como estos me siendo un poco paranoica, antes cuando las personas me miraban, sabía que lo hacían por mi parecido con Isabela y después de mi matrimonio las miradas se volvieron desdeñosas a causa de los rumores.

Sin embargo.

– Tengo el extraño presentimiento de que hay muchas personas mirándome.

Ágata desvía ligeramente la mirada y Susana susurra algo.

De acuerdo, esto comienza a molestarme, me detengo y ellas se ven obligadas a esperarme – no quiero ser grosera, pero siento que estoy siendo excluida, si una de ustedes sabe algo y lo comparte con la otra sin avisarme no es diferente de ocultarme información, alguna imaginó que tal vez me interesa saber lo que las personas dicen a mis espaldas.

Intercambian miradas.

– Disculpe señora – dice Susana – no quería ocultárselo, es que no queríamos preocuparla.

– Eso es bueno, qué te parece si la próxima vez me dejas decidir.

– Como diga – respira profundamente – el otro día los vigías los vieron a usted y al rey Diaval caminar tomados de las manos y él va por usted cada tarde para acompañarla a su casa por lo que, hay ciertos, rumores.

¡Ay no!

– Ellos piensan que ustedes son pareja y corren algunas historias sobre su relación y que por eso fue elegida como sanadora para el campamento, también están los empleados del hospital y los enfermos que le dieron un apodo, ¿quiere escucharlo?

No debí preguntar.

– La llaman, ¡la sanadora carmesí!, ¿qué le parece?, mi hermana piensa que es poco original y sir Evans dijo que no es importante, a mi me gustó mucho.

Bueno, si el color de mi cabello iba a ser determinante para ese apodo, estoy bien con cualquier palabra que no sea ¡rubí!, o ¡escarlata!

No puedo creer que los soldados piensen que soy la pareja de Alexis, y qué es eso de que caminamos tomados de las manos, yo caminé a su lado y él tomó mi mano, pero no caminamos tomados de las manos.

¡Oh!

Necesito un agujero para esconderme.

– ¿No le agrada?

– Es un buen apodo, gracias por decirme y en el futuro, me gustaría enterarme de ese tipo de cosas, siento que siempre soy la última en recibir la información.

Mi familia sabía que la historia del Duque Bastián atentando contra la vida de Tristán era un engaño, a mí me tomó casi dos meses averiguarlo, sin mencionar que también fui la última en saber que el joven Alexis, era el rey Alexis Diaval.

Por lo general solo me molestaba un poco, ahora siento que no puedo seguir viviendo en la ignorancia, necesito entender lo que está pasando.

Y disculparme, no puedo olvidar el rumor, necesito disculparme con Alexis.

Afuera de su oficina se encuentra la misma mujer que vi antes, cabello negro muy corto, ropa de caballero, espada, porte militar.

– El rey no recibe visitas.

– Podrías decirle.

– Dije que el rey no recibe visitas.

– Lo entendí, solo quiero que le des un mensaje.

Es muy alta y tiene que agacharse para mirarme directamente a los ojos, un segundo después es empujada y se detiene en el aire con el cuerpo inclinado hacia el frente, ¡tiene un equilibrio asombroso!

La petición de la mujer malvadaWhere stories live. Discover now