123. Banquete (3)

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Alexis, esto en serio no tiene sentido.

– De verdad, voy a marearme.

¡Deja de reírte!

Por fin, se detiene y me abraza, los dos necesitamos un momento para dejar de reír, él me acerca más hasta que puedo ver la luz de la fogata iluminando su rostro.

De pronto hace mucho calor – no dejaré que bebas otra vez.

Se encoje de hombros – no debí demasiado.

Me senté a su lado, sé cuántos soldados se acercaron para brindar con él y que ninguno fue rechazado, lo cual, fue un lindo detalle de su parte.

Dejamos de bailar, solo estamos parados en medio de todas las parejas con la música de fondo, abrazados.

*****

El momento de la verdad había llegado, un momento importante y trascendental del que sir Claude Evans no podía escapar.

Maurice Elan, Casandra y Susana Meridian.

De las tres mujeres, sir Evans debía elegir una y viendo la situación en la que se encontraba, decidió levantarse, mantener la mirada baja y caminar hacia la única persona que podía salvarlo.

Julia Ágata.

Momento silencioso.

Ágata alzó la mirada y apretó los labios – inventa que te gustan los hombres y no me metas en tus problemas.

– Me debes una.

Volviendo a ese día en la casa de campo, Ágata reveló por error la historia sobre Evans y la mujer casada cuyo esposo dio gritos en la entrada del castillo de la Marquesa, en ese evento no fue él quien llegó ebrio a una mansión ajena, ni él quien hizo el ridículo, pero era una vergüenza que cargaba sobre sus hombros y Ágata lo compartió con su nueva empleadora.

Después de que su hombro fuera sanado, lo primero que Claude Evans hizo, fue correr a buscarla.

– Fue un pequeño desliz sin consecuencias.

La mano de Evans permaneció extendida y Ágata maldijo entre dientes antes de levantarse y tomarla para ir a bailar.

– Voy a pisarte los pies hasta que te salgan llagas.

*****

Mirar la fiesta es mucho mejor que ser parte de ella.

El viento corre y vuelvo a ponerme el abrigo, hace un poco de frio, aunque, creo que soy la única que se ha dado cuenta.

El Marqués Quiral se acerca a la mesa y habla con Alexis, no debe ser una buena noticia porque su expresión cambia de inmediato, voltea a verme.

¿Debería preocuparme?

– El Barón Sigfred está en la entrada, quiere verte.

¡Tristán!

¿Por qué?

La guerra no ha terminado, mi hoja de reclutamiento decía muy claramente que me quedaría en el campamento de Tiara hasta que la guerra terminara.

No puede venir ahora, no es justo.

– ¿Quieres verlo?

Mi esposo tiene el don de arruinar mis mejores momentos – no dejaré que entre, no quiero cometer ese error otra vez.

– Te pregunté si quieres verlo.

No se trata de sí quiero verlo, él es mi esposo, se supone que debo hacerlo – ¿eso importa?

La petición de la mujer malvadaNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ