15. Marquesa Morgana (1)

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La fiesta de despedida del General es simple y práctica, una comida a la que no estoy invitada y una reunión de la que no puedo formar parte.

– Escuche que el General llevó a la señorita Bela a la ópera.

– ¿No es esa obra que es tan famosa?, La princesa de la capa blanca.

– Lo escuche, el precio de los boletos es muy alto y el General no dudó en llevarla para despedirse, estaba tan feliz cuando se fue.

– La señorita Bela es tan amable al acompañarlo, el frente es un lugar muy peligroso, el señor tendrá un recuerdo muy feliz que calentará su corazón en los días fríos – suspiró.

– Eres una romántica, Lucía.

Risas.

– ¡Ah!, señorita Sheridan, no la había visto, ¿necesita algo?

Llevo diez minutos en la puerta, ¿no dijeron esas cosas en voz alta para que yo las escuchara?

– La ropa que se llevaron para lavar no la han regresado.

– ¿Es así?, debe estar por ahí, alguien irá a buscarla – me responde, pero nadie se mueve, continúan con sus labores por otros veinte minutos hasta que una de ellas se harta de mi presencia y camina por un costado chocando su hombro contra el mío a propósito.

Intente ir a la lavandería y tomar mi ropa directamente, el resultado fue que se me acusó de robar los vestidos de Kayla, yo ni siquiera sabía en dónde estaban sus vestidos y lo que revise terminaron siendo cortinas, de todas formas, todas las sirvientas dijeron que hice tal cosa y se convirtió en una verdad.

Finalmente me traen mi ropa, los vestidos sencillos y sin adornos que he usado por años y a los cuales les tenía un gran cariño.

– Esto es malo, me pregunto qué habrá pasado, qué pena, no se pueden usar así, no entiendo qué fue lo que pasó – levanta uno de mis vestidos hecho jirones y lo muestra metiendo las manos en los agujeros.

De forma accidental es imposible que un vestido se dañe de esa forma por el agua o el jabón, esos son cortes de tijera, debió tomar mucho tiempo o muchas manos hacer tanto daño.

– Imposible, no puede usarse, lo llevaré a la basura donde pertenece.

Mis rodillas pierden fuerza y caigo al suelo, esa era casi toda mi ropa, exceptuando el vestido que estoy usando y un camisón para dormir, no tengo más, ni siquiera mi vestido de novia se salvó.

Necesito comprar más vestidos.

Cuando firmé el contrato matrimonial, el General me prometió muchas cosas, me prometió un suministro mensual para gastos, un asistente personal, poder visitar a mis padres, ser llamada Señora Sheridan de Sigfred, cenar juntos una vez al mes y asistir a banquetes una vez al año.

Mi asistente desapareció apenas el General se fue, nadie me llama señora, no me permiten dejar la mansión, tengo mis tres comidas a solas en una habitación fría donde soy la única que limpia y ni siquiera podría pensar en ir a una fiesta.

A cambio de todas esas promesas vacías, ¿qué entregue?

Mi vida.

Comienzo a pensar que fui estafada.

No solo mi matrimonio es una farsa, el motivo de mi boda también lo es, se suponía que mi boda era para calmar al Duque Bastián, él debía pensar que nada había entre el General y mi prima, pero ella visitó la mansión como si fuera su casa y él la invitó a la ópera.

Todo lo que me dijeron.

¿Fue mentira?

– Estoy ocupado, ¿qué quieres?

La petición de la mujer malvadaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt