132. Primero muerta, antes que pedir tu ayuda (4)

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El hombre sudaba, su actitud era un tanto inusual y le dio a Tristán un mal presentimiento, caminó parándose frente a él y aplastándolo con su sola presencia, el hombre tembló al recibir esa fría mirada.

– Señor, perdimos muchos hombres...

– Fueron incompetentes.

– Lo siento mucho.

Ya era de noche, el camino tenía que ser alumbrado por antorchas. A kilómetros de distancia, el rey Alexis Diaval estaba siendo emboscado, para cuando el sol saliera a la mañana siguiente, su cadáver sería uno de tantos en el suelo del campo de batalla, Barbaros ganaría la guerra y el ejército de Tiara volvería al sur.

Tristán recibió la orden de recuperar a su esposa, pero también estaba ahí por sus propios motivos.

La persona que sustituyó a Bela en los pantanos, quería preguntarle a Marjory por esa sanadora y al mismo tiempo sentía miedo de escuchar la respuesta.

El molino apareció delante de ellos con el amanecer en la parte de atrás, el tiempo que transcurrió para que llegaran hasta ese punto fue de más de tres horas porque tuvieron que tomar un camino alterno o alertarían a los hombres de Tiara.

El viento que venía del mar era frío y le golpeaba en la cara.

Hizo una seña y los soldados que lo acompañaban hicieron mucho ruido, nadie se defendió y nadie atacó con violencia, se limitaron a hacer su trabajo de la manera más ruidosa posible, después de terminar, Tristán desacomodó ligeramente la camisa y abrió la puerta con una patada, el interior estaba oscuro, no podía ni siquiera mirar sus manos.

– Marjory – gritó.

La puerta detrás de Tristán se cerró y se escucharon ruidos extraños, Tristán giró la cabeza y desenvainó su espada, la luz lo sorprendió un poco, venía del fondo de la habitación, regresó la mirada y la vio.

Cerca de la pared y junto a una mesa prendiendo tres velas, estaba Marjory Sheridan, su esposa.

– Casi me quedo dormida, tardaste mucho.

*****

No estoy bostezando porque quiera mostrar mi fastidio, estoy adormilada, me quedé despierta esperando a que Alexis volviera y perdí la noción del tiempo cuando escapamos, solo hace media hora me di cuenta de que pronto amanecerá.

Su mirada me barre, se detiene en mis brazos y piernas, supongo que esperaba verme atada, tal vez un poco de sangre, ropa desaliñada, solo de pensar en el infierno que pude haber vivido y que tal cosa lo haría feliz, hace que me sienta más molesta.

– Me dijeron que fuiste secuestrada.

– No deberías creer todos los rumores, después de medio año casados, no lo has aprendido.

Sonríe, antes, esa sonrisa me habría hecho sentir mejor, aunque la casa se cayera a pedazos, si él podía sonreír, yo sería feliz. Ahora quiero borrar esa estúpida sonrisa de su rostro.

– Así parece – se sienta frente a mí y se quita la espada recargándola sobre la mesa – no debió ser fácil, imagino que los hombres afuera están de tu lado.

– Algunos – y no todos son hombres – ¿por qué lo hiciste?

Se ve tranquilo, casi relajado – te estaba dando una oportunidad.

Alzo una ceja, personalmente no quiero más oportunidades como esas, no quiero morir sin dejar en mi testamento que deseo donar mi mitad de todos sus activos a la caridad.

– El rey Diaval está muerto.

¿Qué?

Me levanto sin darme cuenta y he perdido la calma que quería mostrar, no, tengo que calmarme, este hombre me ha mentido todo nuestro matrimonio, nada que venga de sus labios puede ser verdad, está engañándome para que elija su lado.

– ¿Quieres verlo para convencerte? – sonríe de forma tan satisfecha que hace que quiera golpearlo – esta mañana el rey Genos lo citó a un encuentro en privado para firmar un acuerdo de rendición, el rey Diaval solo podía llevar a dos personas.

Niego con la cabeza – Alexis debió darse cuenta que era una trampa – si yo puedo verlo, él con mayor razón.

– Alexis – repite el nombre con un poco de enfado – es probable, una trampa muy obvia, cualquiera se habría presentado a la reunión mientras sus hombres esperaban escondidos para atacar cuando llegara el momento, ¿no lo crees? – no me gusta su tono – ahí es donde Undra entra, escondimos a nuestros hombres en el camino, para detener los refuerzos del rey... Alexis.

No es posible.

– Se quedó en la montaña luchando por su vida, peleó valerosamente y murió como un héroe.

– Mientes – grito.

Es mentira, Alexis no puede morir, no de esa forma, él me lo prometió, lo mataré si se atreve a morir.

¡Mi pecho duele!

¡Duele mucho!

– Tiara caerá esta noche, Barbaros debe estar invadiendo el campamento mientras hablamos.

¿Debe?

– No pasará mucho para que descubran que desapareciste, te buscarán hasta debajo de las piedras.

El tiempo es incorrecto.

– Cuando eso pase.

Comienzo a reír, nunca pensé que me sentiría tan feliz después de escuchar sus palabras – no lo sabes, estás aquí y por eso no lo sabes, solo lo supones – por eso Tristán no sabe del ataque a los suministros o el camino que conecta el castillo con la costa, todas son suposiciones – Alexis no está muerto.

Su expresión es de enfado – aunque tuviera suerte y sobreviviera esta noche, morirá tarde o temprano.

– No lo conoces.

– Y tú no conoces a mi comandante, él piensa que el rey Diaval tiene la reliquia perdida de purificación, así es como mejora la vegetación en los campamentos.

Alexis dijo que tenía un método infalible para aumentar la comida.

– ¿La has visto?

– No.

– Así que, no confía en ti tanto como imaginas.

No lo compares contigo – no querías rescatarme por el acuerdo, quieres que te diga en dónde está la reliquia o qué forma tiene porque no lo sabes y creíste que yo lo sabría, tomaste muchas consideraciones para conseguir algo que no tengo.

– No fue la única razón.

Su mano sujeta mi muñeca.


La petición de la mujer malvadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora