-¿Te apetece que comamos juntos? -Preguntó y simplemente asentí con la cabeza; creo que me hubiese propuesto cualquier cosa y yo aun así, hubiera seguido asintiendo.

Fuimos a un pequeño restaurante algo escondido entre una de las tantas callejuelas de la ciudad, el que más vacío se encontraba de todos; el iba con una gorra negra y unas gafas de sol puestas intentando así que nadie le reconociese. El camino hacía el estuvo envuelto en un extraño e inusual silencio y cuando nos sentamos en la mesa a esperar la comida, uno en frente del otro, a ambos nos costó comenzar con la conversación a pesar de todas las cosas que teníamos que decirnos.

El camarero, un chico joven, abrió mucho los ojos cuando le miró y al final, dos chicas que se encontraban sentadas comiendo, se acercaron, preguntándole si el era Oliver Crowell, el famoso cantante de la famosa banda. Oliver asintió, habló un poco con ellas y a pesar de que se mostró amable y sonriente, le conocía tan bien que pude ver de inmediato que aquello no le había emocionado demasiado; que había cierta incomodidad, aburrimiento e irritación que intentaba esconder.

-Vaya, realmente te has convertido en toda una estrella. Todo el mundo te conoce, ¿como es eso? ¿Que se siente al ser reconocido en cualquier lugar? -Pregunté.

-Supongo que está bien, aunque también pude llegar a ser un poco... cansado. -Confesó, intentando sonreír y a pesar de que se había vuelto un gran experto en esbozar esa sonrisa de estrella; esa que lucía en sus entrevistas para contentar al publico, yo seguía siendo una de las personas que más le conocía.

-Creo que esas chicas han estado a punto de desmayarse al verte.

-Bueno, Jane... causo ese efecto en la gran mayoría de gente, ¿qué le puedo hacer? -Y a pesar de todo, no pude evitar sonreír y poner los ojos en blanco ante su comentario; tal y como en los viejos tiempos.

Hablamos un poco de cosas superficiales; el me habló de sus conciertos, del álbum que se traían entre manos y de Olly y Danna, que estaban deseando verme. Y me mantuve todo el rato preparada, esperando la conversación que sabía que era inevitable que llegase; sabía que las explicaciones junto a los reproches tendrían que llegar, pero aun así el no parecía querer hablar de ello, como si me estuviera dejando mi tiempo para que fuese yo quien se justificara, quien comenzara a hablar de ello. Y yo no tenía pensado hacerlo; porque en realidad, no sabía como.

-Al final lo hiciste. Publicaste otro libro, seguiste escribiendo. -Me miró directamente a los ojos y sonrió. -Sabía que lo harías.

-Bueno, ambos cumplimos con nuestra promesa, ¿no?

-Si, supongo que si... -Murmuró. -Aunque no se si estoy del todo contento con los resultados.

-¿Qué quieres decir con eso?

Pero el no contestó porque de nuevo, otro chico que le había visto desde fuera se acercó a pedir una foto y entonces, la pregunta quedó intencionadamente olvidada.

El dueño del bar insistió en que no pagáramos nuestra comida, que estábamos invitados a todo lo que habíamos pedido pero ambos nos negamos.

-¿Qué sentido tiene regalar las cosas a las personas que si que se lo pueden permitir? -Le reprochó Oliver en tono amigable y pagó, dejando además una considerable propina.

Durante la comida hablamos más que nada de nuestras cosas profesionales, sin centrarnos en los sentimientos; le conté como envié aquel manuscrito a la editorial y como esta me respondió unos meses después, interesados en publicarlo. Le hablé de Martha y de la cafetería en la cual ahora solo trabajaba cuatro horas por la mañana pues quería dedicar más tiempo a escribir. El me habló de que habían sido nominados a los premios más importantes de la música, que ya tenían programada otra gira para comienzos de año y que su nuevo álbum saldría en noviembre; me dolió ser consciente de que por primera vez, no había sido la primera en escuchar sus canciones. Hubo un ambiente algo extraño entre ambos, como si no hubiese algo bien y en realidad es que así era.

Y entonces, cuando estuvimos en frente de mi edifico, aquel lugar donde tantas veces nos habíamos besado, donde tantas noches me había dejado con el coche y tantas mañanas me había recogido, la inevitable pregunta salió de sus labios. Porque sabía que no íbamos a despedirnos como si nada, porque sabía que al final tendríamos que hablar después de haber estado todas esas horas fingiendo que nada había sucedido entre nosotros.

-¿Por que no has respondido a mis mensajes? ¿Por que no has devuelto mis llamadas? ¿Por que... por que me has dejado de esa forma? -Al oírle, sentí que había estado queriendo hacerme esas preguntas durante todo este tiempo; su voz sonó algo desesperada y rota.

-Yo... -comencé a decir pero en realidad, no creía tener una respuesta, no había explicación posible que consiguiera no hacerle daño. -Ha sido muy difícil para mi, Oliver.

-¿Difícil para ti? Joder, Jane. -Se quejó, pasándose la mano por le pelo, despeinándolo aun más; el mismo gesto que hacía cada vez que se encontraba disgustado o nervioso. -¿Sabes como ha sido para mi? ¿Sabes lo que ha sido estar cada maldito día, cada hora mirando el teléfono esperando ver un mensaje que nunca llegaba? ¿Sabes lo que ha sido darme cuenta de como me ignorabas a mi, mientras que en la habitación de al lado escuchaba a Olly hablar contigo? Vine a verte aquel día que te escribí que volvería a casa unos días y aunque no me contestaste, vine a tu casa y tu no estabas; ahí me di cuenta de que no querías saber nada de mi. ¿Te haces tu una idea de ello? -Había comenzado a levantar la voz y pude notar el dolor que había tras cada una de esas preguntas... un dolor que yo misma le había provocado.

-Lo siento, ¿vale? -Yo también levanté la voz y sentí como mis ojos comenzaban a arder. -Pero tu tampoco sabes como ha sido para mi. Tú eres él que te fuiste mientras yo me quedé aquí sola, viéndote triunfar a través de una maldita pantalla, viéndote rodeado de gente, de nuevas... chicas, viendo como eras feliz, feliz si mi mientras que yo tenía que conformarme con unos mensajes, una llamada al día o a que por fin tuvieras unos pocos días libres para verte, para que tan solo luego tuvieras que volver a irte y volverme a quedar de nuevo sola. ¿Te crees que a mi no me dolió no responder a esos mensajes? Creo que es lo más duro que he hecho en toda mi vida pero no podía seguir así, Oliver... no podía seguir esperándote; tu ya tenías tu vida, una vida muy distinta a la mía, una vida en la que yo no parecía tener hueco. ¿No te das cuenta? Tenía que olvidarte. -Solté de golpe y sentí mi cara empapada a pesar de que no recordaba el momento en el que comencé a llorar. -Y lo peor de todo es que no lo he conseguido. Ni si quiera un poco.

Oliver dio un paso hacía mi, cogió mi rostro con sus tan conocidas manos, aquellas que tanto había anhelado tener sobre mi y con sus dedos, limpió las lagrimas que habían caído por mis mejillas.

-Pensé que te habías olvidado de mi, que ya no querías nada conmigo. -Murmuró y fui incapaz de decirle que eso nunca podría suceder, incluso aunque lo intentara con todas mis fuerzas.

Y a los dos nos sobraron las palabras pues al juntar nuestros labios con fuerza hicimos lo que llevábamos tanto tiempo deseando. Aquel beso fue como volver a respirar, como si no lo hubiera estado haciendo durante todos esos meses separada de él.

Le había echado de menos.

Le había echado tanto de menos.

Y sabía que me iba a tocar volver a hacerlo dentro de poco. 

Seremos eternos.Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum