—M-Mi señor, debe esperar aquí, esto pasará rápido, se lo aseguró.

Cayó sentado en su asiento, pálido y tembloroso, Yangmi también parecía nerviosa por alguna razón, mientras la mente del duque se dirigía a lugares más oscuros. Todo el miedo que había hundido en el fondo de su mente finalmente veía la luz. ¿Qué si esa era la última vez que veía a Jin? ¿Si no sobrevivía el parto? No se perdonaría no haber estado a su lado.

—Debo estar ahí.

—No, mi señor, debe quedarse aquí—Las manos de la sirvienta sostuvieron sus hombros cuando se levantó bruscamente—. ¡Mi señor!

La puerta se abrió y Chanyeol apareció, reemplazando a la sirvienta, que abandonó la habitación, mientras el guardia lo sostenía contra su silla, esperando que se calmara.

—¡Yeol! ¡Suéltame!

—No, mi señor, la sacerdotisa dijo que debía dejarla hacer su trabajo y confío en ella-

—¡Yo también, pero no puedo estar aquí, Yeol! —Rogó—. ¡Debo estar junto a él!

—Mi señor, un parto es difícil, tengo tres hermanos menores, sé que quiere estar con él, pero debe estar tranquilo y no debe estresar al señorito Jin aún más. No. Tenga fe en que todo saldrá bien.

Aquello no lo calmo, se mantuvo caminando de un lado a otro por lo que pareció una eternidad, rezó en silencio, rogándole a la fuerza superior, la diosa del destino o al dios supremo que todo saliera bien.

Yeol se quedó con él incluso cuando amaneció y sus preocupaciones parecían hacerse más fuertes, porque aún no obtenía respuesta alguna. La puerta fue tocada y su corazón se detuvo, pensando lo peor por el silencio sepulcral que había. El guardia abrió la puerta y pudo ver la figura de su nana, llevando en sus brazos una pequeña figura envuelta en una cobija con tono pastel.

—Mi niño—Se levantó y caminó hacia ella lentamente, su garganta tan cerrada que ni el aire pasaba por ella—. Él me pidió que lo trajera contigo, ven, Tae, conoce a tu hijo.

Sus ojos se llenaron de lágrimas al ver su pequeño rostro por primera vez, tenía el cabello negro y liso de Seokjin, abundante en su pequeña cabecita. Lo tomó en brazos con una delicadeza extrema, su expresión cambiando al alzar la mirada para ver a su nana.

>>Es un niño, Taehyung. Un sano y precioso varón.

—¿Cómo está-

—Señora—La expresión de la nana cambió al escuchar la voz tímida de una de las sirvientas, esta le dio una mirada al guardia quién rápidamente entendió cerrando la puerta.

—¡Yeol, abre ahora! —Vocifero en voz quebrada, rompiendo llanto—. Debo verlo, Yeol, debo saber que está bien...

—Mi señor, venga, siéntense—El guardia lo guió hasta la silla, no había soltado al durmiente bebé, silenciosas lágrimas cayendo por sus mejillas al sentir un profundo temor por lo que pudiese ocurrir. El guardia acarició su espalda y bajó la mirada hasta el bebé, tratando de calmar al duque—. Mírelo, es como el señorito.

—Dijiste que sabías cómo eran los partos, ¿Por qué están tardando tanto?—Preguntó en un hilillo de voz, el guardia se enderezó en su lugar y abrió la boca para responder, siendo interrumpido por un llanto.

El llanto de un bebé, tan fuerte y claro que era imposible no reconocerlo. Ambos bajaron la mira y notaron que no provenía del bebé en sus brazos, antes de que Chanyeol pudiese reaccionar detenerlo, el duque cruzó el camino y salió de su oficina, pero fue detenido por otro guardia.

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