Nos abrazamos y el olía a colonia; en esos tiempos aun no había pasado a oler a alcohol cada día.

-Me aburría en casa y he pensado en venir a veros un rato. No molesto, ¿verdad?

-No seas tonta, tu nunca molestarías. -Me tranquilizó y le sonreí como agradecimiento; el siempre me hacía sentir querida y cómoda.

Me senté en la pequeña silla de madera que de cierto modo ya parecía pertenecerme y sin poder evitarlo, mis ojos volvieron a recorrer la habitación, buscando aun sabiendo que era en vano, algún rastro de Oliver el cual obviamente no se encontraba allí.

Al instante pude notar como Olly soltaba una divertida risa y cuando le miré, vi que tenía ambas cejas levantadas.

-No, Oliver no está aquí y por mucho que sigas mirando, no va a aparecer por arte de magia. -Comentó y yo le miré como si no tuviese ni idea de lo que estaba hablando.

Quizás debería aprender a disimular mejor pues ni yo misma me creía mis propias palabras según las iba diciendo.

-¿Y que me quieres decir con eso? No le estaba buscando, ¡ni si quiera había pensado en el!

-Ya, claro. -Obviamente, mi amigo no se había creído nada. -Pues yo creo que siempre le estás buscando, igual que el a ti. ¿De verdad me vas a decir que no te gusta?

-Pero, ¿de que estás hablando? -Le pregunté algo indignada, cuestionándome a mi misma si de verdad era tan mala disimulando, si de verdad era tan obvia en mostrar mis sentimientos. El calor comenzó a subir por mis mejillas y aparté mis ojos de los suyos pues si miraba dentro de estos, probablemente se daría cuenta de la gran mentirosa que era. Una mentirosa que ni si quiera era buena mintiendo.

-Sabes perfectamente de lo que te estoy hablando. -Comenzó a decir y entonces se puso de cuclillas, en frente de mi, que aun seguía sentada en la silla. -Mira, puedes mentirte a ti misma si es lo que quieres, pero no lo intentes conmigo porque te conozco muy bien. Y también conozco muy bien a Oliver y se que está aun más loco por ti. -Soltó un suspiro. -Aunque en realidad, cualquiera podría darse cuenta de ello pues ese chico te mira como si hubiese estado días sin comer y tu fueras una gran hamburguesa con patatas fritas.

No pude evitar reírme al escucharle.

-Muy buena comparación, amigo. -El también rio pero su mirada parecía estar firme.

-Hablo en serio, Jane. ¿Quieres que te lo diga de otra forma? De acuerdo, puedo decirte que Oliver te mira como si el fuese un niño y tu fueras los regalos de la mañana siguiente bajo el árbol de navidad. Te mira como si nunca más volviera a hacerlo. Nunca antes había visto esa mirada en alguien.

Sonaba tan seguro de que lo estaba diciendo y sin embargo, a mi se me hacía tan difícil el creer sus palabras,

-Le gustas. Le gustas mucho. -Volvió a recalcar ante mi silencio y mi mirada dudosa. Pero, ¿por que era tan complicado creerlo?

-¿El te lo ha dicho?

-Como ya te he dicho antes, no hace falta que lo haga. -Repitió. -Y no, no me lo ha dicho directamente pero como ves; no estoy ciego y soy perfectamente consciente de las cosas que pasan a mi alrededor.

-Quizás estés confundiendo las cosas. -Murmuré pero el decidió no escucharme.

-Me habló de ti aquella tarde que os conocisteis en esa tienda de discos cuando yo aun ni si quiera sabía que eras tu la chica de la que hablaba. Entonces te vio al día siguiente en la cafetería y... no te haces una idea de lo pesado que se puso; de manera disimulada me preguntaba cosas sobre ti y de una forma u otra, siempre salías en nuestras conversaciones Tengo que decirte que he llegado a cogerte un poco de manía, ¡estás en todos lados! -Bromeó esto último haciendo que le pegase un pequeño empujón hacía atrás, provocando que así perdiera el equilibrio y cayese al suelo.

Seremos eternos.Where stories live. Discover now