Capítulo 43

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ANDREA.

—Esto es por tu culpa, Andrea—me dice de repente Marilyn intentando despojarse de la brida con la que nos había atado tras llegar al cuarto del conserje.

—¿¡Qué!? Hace un momento me pensabas ayudar y ahora me echas la culpa—pongo los ojos en blanco.

La Marilyn buena y que me quiso ayudar había desaparecido para convertido en la antigua persona que solía ser, hipócrita e insoportable.

—Si me sueltas te juro que no diré nada—le dice a Scott—y además, mi padre te pagará una suma elevada de dinero, ¿si? Anda, suéltame, por favor.

Marilyn era verdaderamente ingenua si pensaba que Scott caería en el viejo truco de no le diré nada de lo que ha pasado a nadie.

—¿Es así de tonta siempre?—me mira Scott mientras formula esa pregunta.

—¡Oye!—exclama Marilyn ofendida.

—Sí, es así todos los días, es lo que tengo que aguantar—la ignoro.

—Problemas de ricos—dice Scott mientras se encoge de hombros.

—¿Hola? Sigo aquí—réplica con su voz chirriante.

Solo espero que mis hermanos y mi padre esté bien. Aunque no vea a mis padres y mis hermanos me incordien todo el día, yo los quiero y lo que importa ahora mismo es que ellos sanos y salvos.

—Mira rubita, seré de la calle pero se ver de lejos cuando alguien va de farol, y usted, mi tintada dama, vas de farol por qué piensas que diciéndome eso vas a librarte pero no, cariño, no—dice Scott acercándose a Marilyn con una mueca de enfado.

—Por favor, es en serio, no se lo diré a nadie.

Yo suspiro y pongo los ojos en blanco. ¿Podía ser Marilyn más pesada? Estaba claro que Scott no daría su brazo a torcer y mucho menos la soltaría así como así poniendo en peligro el plan de secuestrarme para presionar a que mis padres rompieran ese estúpido contrato lo antes posible.

—¡Qué no! Y ahora cállate o te saco un ojo con esta preciosidad de aquí—dice enseñando su brillante y cortante navaja.

—Scott, para, solo la estás asustando—le digo totalmente seria.

Una cosa era secuestrarnos y otra muy distinta era asustar a Marilyn hasta tal punto en el que está comenzó a llorar y pequeñas gotas de sudor comenzaron a deslizarse por su frente. Nunca la había visto de aquella manera. Ella era carismática y aparentaba ser la chica más atrevida y valiente de todo el mundo.

—¿Y?—se encoge de hombros mientras se sienta frente a nosotras en el frío suelo del cuarto del conserje.

AIDEN.

Veo como Andrea retrocede rápidamente hacia mi moto y cuando arranca tras haberse puesto de nuevo el casco solo puedo pensar en que debería ir con ella.

Intercepto a Scott el cual estaba acercándose a una de las motos de la banda con la intención de perseguir a Andrea a donde quiera que fuese.

—¿Dónde crees que vas?—le pregunto a Scott colocándome frente a él impidiéndole que se pudiera acercar a las motos.

—Oh, qué bonito, el enamorado salvando a la enamorada—suelta Scott con un tono irónico.

—Scott, te prometo que solucionaré esto, pero para, por favor.

—¿En serio crees que me voy a creer esa palabrería barata?

—Te estoy diciendo la verdad, créeme.

—Sí, claro—dice Scott mientras pone un tono ingenuo—dijiste lo mismo cuando te uniste a la banda, que te creyera cuando decías que siempre estarías con nosotros, que nunca nos traicionarías.

—Y no os he traicionado—digo totalmente serio.

Esto estaba yendo demasiado lejos, Scott estaba completamente fuera de control y no sabía cómo podría frenar sus intentos de volver todo a la normalidad y así parar toda esta locura.

—¿Qué no? Te fuiste con los mismos que quieren arrasar todos nuestros hogares para hacer algo que les hará ser más ricos todavía de lo que son ya.

—Scott, sabes como están las cosas, necesitaba ese dinero.

—¡Basta! Déjame en paz, Aiden—me hecha hacia un lado y pretende avanzar hacia su moto pero yo me interpongo en su camino de nuevo.

Él me intenta empujar hacia un lado pero yo no lo dejo resistiendo la fuerza que estaba empleando para desplazarme, a lo que me pega un puñetazo en la mandíbula causando que yo gire la cabeza inmediatamente.

Escupo la sangre que ha salido de la herida en mi labio inferior producida por el puñetazo, y le respondo con una llave de judo, lo posiciono de manera que le tengo inmovilizado con un brazo y él está de espaldas a mí.

Me duele hacer esto pero no tengo más opción que llamar a la policía, aunque Scott ha sido como un hermano para mi, esto ya ha ido demasiado lejos.

—Lo siento Scott...

Saco mi móvil del bolsillo para marcar el número de la policía. Esto fue demasiado lejos cuando mandó a uno de sus matones para atacar y asustar a Andrea, pero esto ya era la gota que había colmado el vaso. Había secuestrado a Luis y a Ángel, había chantajeado a Carl, había atacado a Andrea y la había apuntado con un arma... este no era el mismo Scott, no era el mismo chico al que enseñé a montar en bicicleta con apenas nueve años, no era el mismo que me ayudó a declararme a la primera chica que me atrajo en la secundaria... había cambiado.

—¡No!—grita enfadado.

En un abrir y cerrar de ojos Scott se zafa de mi agarre cargando contra mi una navaja, su navaja de confianza que siempre llevaba encima por si en algún momento la podía llegar a necesitaba.

Me apuñala con ella en el costado izquierdo haciendo que yo caiga al suelo estremeciéndome de dolor mientras mi camiseta rápidamente se cubre de una mancha de sangre.

—Le llegó la hora a tu novia—sentencia avanzando rápidamente hacia una de las motos de la banda que estaba aparcada en el jardín.

Veo como Scott se aleja en aquella moto sin yo ser capaz de hacer nada para evitarlo.

MI NIÑERODonde viven las historias. Descúbrelo ahora