Capítulo 20

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ANDREA.

Ya han pasado algunos días desde que sucedió lo del ataque de ese misterioso hombre encapuchado. Todavía seguía teniendo la sensación de tener mi cuello aprisionado por sus grandes manos y la falta de aire se hacía presente de nuevo una y otra vez.

Respiro hondo intentando tranquilizarme. Ya ha pasado todo, no hay razón para pensar en ello y torturarse por lo ocurrido.

De lo que sí me he dado cuenta durante estos días es que desde el día de mi cumpleaños, Aiden casi que me ha dejado de hablar, discutimos unas dos o tres veces al día y cuando me dirige la palabra siempre lo hace con un semblante serio.

Estamos a viernes, y se supone que Max llega en diez minutos para comenzar las clases.

Lo último que necesitaba en ese momento era la visita de Max. Todavía tengo en mi mente grabado el momento exacto en el que su mano se posaba en mi muslo, el roce de su piel con la mía mientras subía lentamente por mi muslo. Tenía miedo de que se me lanzase de nuevo.

Esta vez iba a ser distinto, Aiden estaría en el piso de abajo y si pasaba algo podía llamarle o gritar para que viniese en mi ayuda. Además, quizá que solo fuera un simple desliz ya que habíamos estado en una fiesta y era probable que hubiese bebido y lo hubiese hecho por los efectos del alcohol.

Aiden pasa a mi habitación sin siquiera llamar a la puerta, asustándome ya que lo había hecho silenciosamente.

—¿Podrías llamar no?—pregunto colocándome una mano en el corazón la que me iba a mil latidos por hora a causa del susto que me había dado al entrar de esa forma en mi habitación.

—Me voy a hacer unos recados, cuando venga Max le abres tú—dice totalmente serio ignorando mis palabras.

Dicho esto se va de mi habitación dejándome con la palabra en la boca.

¿Veis lo que digo? Raro.

Quería gritarle, quería saber de una vez por todas que demonios le pasaba, cuál era la razón por la cual actuaba de esa forma tan extraña conmigo. ¿Había hecho algo malo o que no fuese de su agrado para que estuviese así conmigo?

Dos minutos más tarde oigo como la puerta se cierra. Aiden se acaba de ir.

Me decidí cambiarme de ropa a algo más cómodo que el uniforme del instituto. Decido ponerme una sudadera negra ancha con el logotipo de Nike en el lado izquierdo y unos leggins grises oscuros.

Una coleta alta es lo que decido hacerme en el cabello ya que para estudiar me molestaba que algunos mechones me taparan la cara mientras leía y me concentraba.

De repente llamaron a la puerta. Bajé las escaleras con el pensamiento de que Aiden se había dejado algo en casa y volvía a por ello para volver a irse de nuevo. Abrí la puerta con una cara seria para encontrarme a Max 6 minutos antes de que empezara la clase particular.

El mismo Max que intentó sobrepasar esa línea conmigo.

—Hola, vengo a darte clases—me saluda con una amplia y radiante sonrisa.

Lleva puesta una camisa blanca y unos vaqueros negros, rotos por las rodillas. A la espalda carga una mochila en lo que supongo que llevaría el material para impartir la clase formalmente y para que fuese lo más cercano a una clase de instituto normal y corriente.

—Ya, algo me dijo Aiden—suelto sin ganas mientras dejo espacio para que pueda pasar.

—Por cierto. ¿Dónde está? Tengo que hablar con él—dicen mientras pasa observando cada detalle de mi casa.

MI NIÑERODonde viven las historias. Descúbrelo ahora