Capítulo 38

85.8K 4.4K 1.1K
                                    

ANDREA.

—Uff, que susto me has dado—digo mirando hacia la puerta de la cocina para encontrarme a Aiden apoyado sobre el marco de la puerta.

—Lo siento, pensé que estabas dormida—dice acercándose al armario donde guardábamos los vasos todavía estando adormilado.

—No pasa nada, solo vine a beber un poco de agua.

He de añadir el pequeño dato de que el que ahora es mi novio iba sin camiseta, dejando así su torso bien trabajado al descubierto, y haciendo que mis pobres e indefensas mejillas volviesen a estar rojas, pero gracias a la oscuridad de la noche, él no podía apreciar la rojez de mi cara en ese momento, salvándome así de la vergüenza que sería para mi que me viese tan sonrojada como ahora por una cosa tan simple como el hecho de que esté sin camiseta.

—Yo igual, en verdad no soy capaz de dormir hoy—dice mientras agarra uno de los vasos de la balda alta.

—Yo tampoco...—admito en un susurro vergonzoso.

Aiden se acerca a mi lentamente y me abraza, mientras yo apoyo mi cabeza en su pecho haciendo que sea el abrazo más tierno que nunca me habían dado en mi corta vida.

—Se está bien así—afirmo con una sonrisa de comodidad y tranquilidad aprovechando el hecho de que él no podía observarme desde esa posición.

—Pues ahora podrás disfrutarlo todas las veces que quieras—contesta con un tono de serenidad, el cual hace que las mariposas de mi estómago dejen de revolotear y mis nervios se disipasen como si fuera un refresco de cola.

Aiden deposita un pequeño beso en mi frente causando que yo cerrase los ojos y disfrutase de ese bonito momento.
Minutos más tarde, tras haber bebido un poco de agua, subíamos las escaleras cogidos de la mano.

En el momento en el que nos teníamos que separar para ir a nuestras respectivas habitaciones, Aiden no me soltaba de la mano. Yo me volteo para mirarle con una sonrisa tímida.

—¿Qué haces?—susurro soltándole la mano ya que no quería que Lexi se despertara y comenzara a hacer demasiadas preguntas o a sacar teorías e hipótesis de lo había pasado esa noche entre Aiden y yo.

—¿Y si vienes conmigo?—pregunta entonces Aiden entornando los ojos.

—¿Qué? ¿Contigo? ¿A tu habitación?—respondo atónita.

—Sí, ¿con quién si no?—contesta son una dulce sonrisa.

—No sé...—digo con los nervios a flor de piel.

—Por favor, solo dormiremos, te lo prometo—hacemos contacto visual y entonces entiendo que está siendo sincero.

Sabía que Aiden no me obligaría a hacer nada que yo no quisiera hacer o que no me sintiera todavía preparada y segura. Aiden no era esa clase de chico.

Recuerdo lo que me dijo Lexi esa misma noche en mi habitación: Solo te tienes que acostumbrar, se que es una situación muy extraña para ti ahora mismo, pero seguro que dentro de poco ya estarás más que segura con él, tú solo...déjate llevar.

—Está bien...—susurro, a lo que él esboza una pequeña pero notoria sonrisa.

Me coge de la mano de nuevo y suavemente andamos hasta su habitación ya que Lexi estaba dormida y si hacíamos cualquier ruido, por mínimo que fuese, corría peligro de despertarse y pillarnos. Aunque no había nada de lo que avergonzarse, solo íbamos a dormir juntos.

Él se acostó en el lado izquierdo de la cama y dio tres pequeños golpecitos a su lado invitándome a acostarme a su lado.

La verdad es que los nervios me recorrían por dentro y creo que se notaban ya que no paraba de tocarme el pelo, y lo peor, a mi parecer, es que creo que Aiden se estaba dando cuenta de todo.

MI NIÑERODonde viven las historias. Descúbrelo ahora