Capítulo 13

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ANDREA.

Íbamos cantando, o más bien gritando la letra de la canción mientras reíamos y escuchábamos a todo volumen la radio.

Ese había sido el único momento del día que había estado realmente feliz y a gusto.

De repente, Max baja el volumen de la música haciendo que yo me extrañara.

—Oye, no tienes que hacer caso a esos comentarios—dice mientras me pone la mano en mi muslo haciendo que yo de un respingo y me incomode.

—Ya... pero me duelen—admito cabizbaja intentando ignorar el hecho de que su mano estaba rozando mi muslo.

Mientras subía un poco la mano él seguía atento a su alrededor, con la mirada puesta en la carretera.

—Eres muy bonita, no les hagas caso—me dice mientras me lanza por un segundo una mirada.

De repente aparca ya que ya habíamos llegado a mí casa. Veo como Max se acerca poco a poco y me desata el cinturón. Vuelvo a recobrar el sentido y a volver a inhalar y exhalar aire ya que por los nervios de tener a un chico tan cerca se me había olvidado como se respiraba.

Se hecha un poco para atrás y para a mitad de camino para quedarse frente a mi unos minutos.

Se acerca un poco más y yo incómoda me aparto abriendo la puerta de golpe y saliendo un poco nerviosa.

—Gracias por traerme a casa... ya me voy—le agradezco por haberme traído a casa.

—Buenas noches bonita—me dice para después arrancar su coche de nuevo e irse.

Cuando estoy girando la llave hacia la izquierda para abrir la cerradura de la puerta de entrada oigo un coche que aparca justo donde había aparcado anteriormente Max.

Oh no.

Es Aiden.

Trago saliva al ver como apagaba el motor del coche. Abro como puedo y corro escaleras arriba para llegar a mi habitación.

—¡Alto!—grita Aiden desde el rellano de la escalera.

Me quedo quieta con una respiración agitada. Me había pillado huyendo de él. ¿Pero por qué huía? Yo no tenía culpa de nada.

—¡Baja ahora mismo!—exclama enfadado.

Doy media vuelta y bajo los pocos escalones que había subido, quedándome frente a Aiden.

—Qué se te ofrece—digo completamente sería mientras me cruzo de brazos.

—¡Te dije qué si tenías algún problema vinieses a buscarme!—exclama perdiendo los papeles.

—Tú estabas muy ocupado con tu noviecita—contesto encogiéndome de hombros.

—No la llames así—advierte dando un paso hacia adelante.

—¡Me llamó niñita y me tiró su bebida encima! ¡Abre los ojos!—exclamo totalmente desesperada ya que aún habiéndola visto tirándome su absurda bebida e insultándome, ¡la seguía defendiendo!

—No la metas a ella, si pasa algo me avisas a mí, ¿entendiste?—pregunta manteniendo contacto visual conmigo.

—¡No eres mi padre!—grito girando sobre mi misma y subiendo los peldaños de la escalera.

—Pero puedo llamarlos para que te lo digan—añade a lo que yo paro de subir por la escalera y me vuelvo para mirarle.

—Adelante llámales, a ver cómo reaccionan a que me has llevado a una fiesta llena de alcohol y drogas—le desafío.

MI NIÑERODonde viven las historias. Descúbrelo ahora