Capítulo 9

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ANDREA

Estaba al borde del precipicio del acantilado, donde las olas rompían con fuerza y el agua salpicaba más arriba de donde estaba yo.

De repente aparece la bruja que me llevaba persiguiendo desde el río de caramelo.

La horrenda chica se reía por medio de carcajadas secas mientras me miraba con malicia a la vez que se acercaba paso a paso más a mí.

Yo retrocedía a la vez que ella se acercaba más y más rápido cada vez.

—Andrea...—noto que me dicen mientras la bruja llega a mi y me zarandea como si fuese un muñeco de trapo.

— ¡Aléjate de mí, bruja maligna!—grité abriendo los ojos de golpe e incorporándome.

Miro cara a cara a Aiden quien está delante de mí, a centímetros de mi cara con una sonrisa ladeada.

Le miré a esos ojos azul cielo que hacen que cualquier chica se derrita nada más mirarlos, bajando por sus pómulos hasta llegar a su boca.

¡Despierta Andrea!

Reaccioné empujándole hacia atrás y él se sentó a los pies de mi cama.

— ¿Bruja maligna?—se ríe.

—Emm... era por si no te quedaba claro que me caes mal—me intenté excusar pero lamentablemente no coló aquella torpe mentira.

—Yo soy más un tigre... o mejor dicho, un león—dijo fingiendo ser un famoso con aires de grandeza.

—Sí, con esa melena desaliñada—sonrío mientras le revuelvo el pelo que todavía tenía revuelto de haberse despertado hace poco.

Nos quedamos callados de nuevo mirándonos otra vez a los ojos. Y no sé por qué pero sentí la necesidad de acercarme a él más. Acortar la distancia que nos separaba. Besarle y probar el sabor de sus labios.

Este chico me vuelve loca pero aún no sé en qué sentido.

—Vístete que nos vamos, quiero que conozcas a unas personas—dice levantándose de mi cama con una sonrisa.

— ¿Qué? ¿Cómo que nos vamos? Es sábado, déjame dormir un poco más—me acuesto de nuevo y me doy media vuelta para seguir durmiendo.

—Pues porque es sábado te digo que te vistas, o si no te visto yo—dice con una mirada pícara mientras esboza una sonrisa ladeada.

En un movimiento rápido le lanzo un cojín y por suerte, acierto de lleno en su hombro.

— ¡No! Ya lo hago yo sola—digo haciendo que Aiden suelte una carcajada mientras agarra el cojín con ambas manos.

Aiden sale de mi habitación y yo decido ponerme una sudadera naranja con la frase "Love Yourself" en negro, unos vaqueros tobilleros ajustados negros y mis Vans negras. Me dejé mi largo pelo liso al natural y tras agarrar el móvil bajé las escaleras.

—Qué raro es verte sin ese uniforme hortera—dice sin apartar la mirada de la pantalla de su móvil.

—A mí me gusta el uniforme—me encojo de hombros—en fin, ¿a dónde vamos?

—Ya lo verás, vamos a la moto.

Tragué saliva al escuchar la palabra "moto" salir de sus labios.

No me gustaba montarme en esa máquina de la muerte para matarme más lento y dolorosamente.

— ¿No podemos ir en la camioneta?—pregunté mirándole con ojos de cachorrito.

Aiden ríe y deja las llaves de la moto para agarrar las de la camioneta.

—Está bien, miedica—dice mientras se ríe.

— ¡No soy una miedica!—exclamo haciendo que se dé la vuelta.

— ¿Ah no? Entonces vayamos en la moto—dice mirándome con una sonrisa desafiante.

— ¡No! Mejor la camioneta, que creo que la moto tiene poca gasolina...—ante mi absurda excusa suelta una risotada y sale por la puerta.

Miro por la ventanilla de la camioneta ya que mi aburrimiento estaba llegando a ser de un nivel extremo y veo un letrero de H&M, otro de Primark y otro de Zara.

¡Estamos es un centro comercial!

Me giro hacia Aiden que está mirando hacia todos lados mientras aparca entre dos coches. Tras haber apagado el motor de la camioneta, nos y me quedo mirándole con el ceño fruncido.

— ¿Que hacemos en el centro comercial?—pregunto intrigada.

—Presentarte a unas personas—contesta sonriendo como cuando el protagonista de una película lleva a cabo con éxito su plan.

Pasamos por las grandes puertas del edificio haciendo que mis ojos se volvieran locos al ver tantas tiendas con ropa muy chula.

—Ya estamos aquí, ¿a quién me quieres presentar? —pregunto con un cierto tono de fastidio.

—A mis amigos—dice con una tierna sonrisa en la cara.

Anduvimos por casi todo el centro comercial, donde el único pasatiempo que tenía era el de observar las tiendas y escaparates a nuestro paso.

Aiden me había traído casi a rastras para él quedar con sus amigos mientras yo me quedaría jugando a algún juego aburrido de mi móvil, marginada, apartada de todos en una mesa alejada de la de ellos para que hablaran sin que yo les molestase con mi simple presencia. Ya estoy acostumbrada a ese tipo de situaciones, así que me siento tranquila.

Nos acercamos a un bar del centro comercial y fuimos dirección a una mesa donde había tres chicos y tres chicas. Todos los que estaban sentados alrededor de aquella mesa eran de lo más atractivos. Sólo tenía una cosa clara. Yo aquí sobraba.

—Quiero presentaros a...—comienza a decir Aiden mientras me mira.

Me hago la despistada mirando hacia otro lado. Era lo único que se me ocurría para evadirme de esa situación, pero no sirvió de nada porque Aiden me cogió del brazo obligándome a ponerme junto a él con la atenta mirada de sus amigos.

—Ella es Andrea—dice tras llegar a donde estaban sus amigos sin soltarme el brazo.

Suelto una risilla incómoda que no hace más que ponerme más nerviosa. Ellos solo me observan sin decir palabra.

— ¿Ya lo dejaste con Abby? —dijo un chico moreno tras haber terminado de beber de un solo trago el contenido de su vaso, lo que parecía ser cerveza.

— ¿Y ella es tu nueva novia? —pregunta otro de los chicos que se encontraban sentados en la mesa.

Me quedo atónita.

— ¡No digáis eso!—dice una chica rubia—se está asustando.

Y era cierto. ¿A qué venía todo aquello?

—Ella es la chica a la que cuido—afirma Aiden con un tono suave.

—O sea, que esta es la famosa Andrea Donovan—me mira pícaramente uno de los chicos que no había hablado hasta ahora.


MI NIÑERODonde viven las historias. Descúbrelo ahora