CAPITULO 4

814 50 19
                                    

°Brooklynn°

Abro mis ojos de poco a poco con una flojera inmensa recorriendo cada milímetro de mi cuerpo que creo imposible sacar la cara de debajo de mis almohadas que es donde me vi forzada a recurrir a ocultarme porque el ruido en el patio no ceso ni un solo segundo hasta más o menos las cuatro de la mañana.

Con todas las fuerzas que soy capaz de reunir justo ahora salgo de mi escondite y tanteando en mi mesita de noche doy con mi celular que me marca la una de la tarde, esto es lo que dejan las fiestas de Daniel.

Aun cargando una pereza enorme sobre mis hombros, salgo de la cama y de mi habitación sin siquiera detenerme a quitarme mi pijama rosa de flamencos.

Bajo las escaleras mientras la casa se encuentra en un silencio sepulcral y por un momento pienso en regresar a mi habitación hasta que escucho ruidos en la cocina, esa debe de ser Clara, la señora adorable que nos ayuda en casa, ya sea que este mi mamá o no, ha trabajado con nosotros desde que tengo memoria que ya es parte de mi familia, como una tía abuela.

—Buenos días, linda. —Me saluda en cuanto entro en la cocina—.

—No trates de hacerme sentir mejor, Clara. Sé que ya son tardes, yo no celebre anoche, solo fui una víctima. —Le respondo mientras me acerco a ella y le doy un beso en la mejilla—.

—¿Quieres que te prepare algo de almorzar? —Pregunta sin borrar su amable sonrisa—.

—No gracias, yo sola me preparare un sándwich al menos para no tener tanta hambre, ¿Gustas uno?

—No mi niña, debo ir a limpiar el patio.

—Pero claro que no lo harás, Clara. Daniel fue el responsable entonces Daniel será el responsable de limpiar, tu ni te preocupes.

Sin darle tiempo a nada y sin hacer caso de sus protestas, la tomo por los hombros y la arrastro fuera de la cocina porque sé que entre más cerca este del patio más grande será su necesidad de limpiarlo y estoy harta que todo mundo quiera arreglar lo que mi querido hermano causa.

—Ve y haz cualquier otra casa allá adentro, pero al patio no sales. —Le advierto—.

No me dice nada más, tan solo la veo desaparecer por el corredor y a los pocos minutos escucho sus pasos en la escalera, supongo que se decidió por ir a limpiar o mi cuarto (que no es necesario, pero igual siempre lo hace) o el estudio de mamá.

Aun frustrada comienzo a hacer mi sándwich con toda la tranquilidad del mundo, no tengo ninguna prisa en este día, lo bueno empieza a partir de las seis que es donde comienza la batalla en mi guardarropa por saber que usar para salir.

Tarareo una canción mientras pongo el jamón disfrutando por un momento de la tranquilidad que pocas hay en esta casa cuando de repente y muy de repente siento una manos estrujar mi cintura y levantarme del suelo dándome un susto de muerte que incluso mi sándwich victima de esto cae al suelo.

Me giro para ver quien fue el chistosito y me encuentro con Jake en pantalones de pijama, camiseta blanca cernida a sus músculos (no es que me importe mucho) y muriéndose de la risa, sus carcajadas llenan toda la cocina, incluso la casa que hasta hace unos momentos se encontraba totalmente silencioso.

—¡Por un demonio, Jake! —Le grito y le lanzo la servilleta de la cocina que él toma al vuelo—. ¿Qué mierda te pasa?

—Ojalá no hubieras estado de espaldas, me habría gustado ver tu cara.

—Y tu deberías agradecer que no tuviera un cuchillo en la mano porque en estos momentos en lugar de estarte muriendo de risa te estarías muriendo literalmente.

Cuestión de TiempoWhere stories live. Discover now