CAPITULO 50

463 39 17
                                    

°Brooklynn°

Aprieto la almohada contra mi pecho y restriego mi mejilla con la suave tela dejando que mi mente viaje una vez más a los recuerdos de hace cuatro días siendo víctima de la repetición que pasa por mi cabeza sin consideración alguna.

Demian me engaño, Demian de verdad me engaño.

Salgo del amargo recuerdo y ya mis mejillas están húmedas ante la presencia de mis lagrimas al igual que mi almohada, bien dicen que las lagrimas silenciosas son las más dolorosas.

Han sido los cuatro peores días de mi vida rebasando con creces mi encierro a causa de Zac, porque aunque las situaciones parezcan similares no los son para nada.

Esta vez todo es mucho más doloroso hasta llegar al punto en donde siento que no puedo respirar de tanto llorar, pero es que el dolor es mucho más intenso, más constante, más avasallador... Y lo odio.

Odio sentirme así; pequeña, vulnerable, lastimada.

Creí que nunca volvería a experimentar algo así y heme aquí, con el corazón roto, mis sueños por el piso y mis ganas de salir de esta habitación casi por completo inexistentes.

Si no he muerto de hambre ha sido gracias a mis hermanos que se han encargado de prácticamente obligarme a comer.

Me levanto de la cama y voy directa al ventanal de mi habitación siguiendo con la pijama a las nueve de la noche lo que no tendría nada de malo si al menos me la hubiera cambiado en el transcurso de la tarde, pero ni siquiera para eso tengo cabeza.

No tengo idea de que es lo que pasa fuera de estas cuatro paredes y tampoco me he preocupado por preguntar, lo único que sé es que mi mamá tuvo que viajar de urgencia a Milán y tuve que forzarla junto con mis hermanos a subir al avión prometiéndole que estaría bien.

Eso ni yo me lo creo.

Tuve que bloquear el numero de Demian porque no dejaba de llamarme día y noche y en tanto a los demás dejaron de insistir al segundo día.

Demian.

El dolor vuelve a hacerse presente en mi pecho de manera abrumadora, los recuerdos tanto buenos así como los de los últimos meses que no lo fueron tanto me invaden y en menos de nada las lágrimas vuelven a deslizarse por mis mejillas y no puedo contener los sollozos.

Soy tan patética.

—Me gustaría decir que luces tan hermosa como de costumbre, primita. —Dice una voz femenina a mis espaldas—. Pero la verdad es que luces fatalmente desgraciada.

Giro al instante encontrándome con mi prima Lucia y su mirada puesta en mí sin pasarme desapercibida su estúpida sonrisa de satisfacción.

Ni siquiera fuerzas para lidiar con ella tengo en este momento.

—Y no sabes cuanto me encanta. —Entra a mi habitación cerrando la puerta a su espalda—.

Quiero echarla, eso se supone que debería estar haciendo, más sin en cambio estoy aquí parada sin atreverme a mover un dedo porque todas mis energías se concentran en contener mi llanto, en evitar que las lagrimas sigan bajando por mi mejillas y de esta manera tratar de no mostrar debilidad ante esta arpía.

—¿Dónde están mis hermanos? —Pregunto con el tono más firme que soy capaz de emitir—. ¿Por qué te dejaron entrar?

—Tus hermanos no tengo idea de donde estén, pero aquí no están. —Se encoge de hombros—. Y bueno, como tu mamá siempre ha dicho que esta es mi casa...

Cuestión de TiempoWhere stories live. Discover now