Capítulo 20.

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Bella. 

-¿Te llevo a la estación?- dice Alex mientras guardo mi PC en el bolso que está sobre nuestra mesa del laboratorio.

-No, gracias.- digo con una sonrisa.- Max se ha ofrecido a llevarme y mis cosas ya están en su coche.

Alex sube y baja las cejas un par de veces y los dos reímos.

-Asi que ahora estás con Tom, ¿no?- dice Alex mientras salimos del laboratorio.

-Si, por intentarlo no pierdo nada.- me encojo de hombros y subimos las escaleras.

-Claro. Bueno, que tengas buen viaje y ya hablaremos por Whats,  ¿vale?- dice Alex con una sonrisa. Le abrazo y cuando nos separamos me despido de el con la mano mientras camino hacia el aparcamiento de la Universidad.

-¡Hola!- digo cuando veo a Max esperando apollado en el maletero del coche.

-¡Hola!- dice antes de entrar en el coche.

Durante el trayecto hasta la estación ninguno de los dos dice nada. Desde ayer a la noche, cuando preguntó si no había estado con nadie más después de que terminásemos, ninguno de los dos había dicho nada y era una situación incómoda ya que ninguno de los dos sabía que decir.

Me gustaría preguntarle si el había tenido alguna relación con alguna chica pero ya sabía la respuesta y era que  y por algún motivo que desconozco, no me apetecía escucharlo.

Max estaciona el coche en una plaza libre entre dos coches y salimos del coche.

-¿Me acompañas?- digo tímida mientras cojo mi maleta del maletero.

-Si, claro.- Max baja la puerta del maletero y tras cerrar el coche, nos dirigimos hacia la entrada de la estación de tren.

-¿Qué tal en la Universidad?- digo mientras esperamos en los asientos a que llegue mi tren.

-Bien y ¿tú?- se sienta a mi lado y saca su móvil del bolsillo de su pantalón negro.

-Bien.- me encojo de hombros y le miro con una sonrisa.- ¡No me gusta estar así contigo!- digo finalmente.- ¿Qué te pasa?

-Nada, ¿por?

-No sé, desde ayer a la noche ninguno de los dos dice nada, es como si nuestra amistad se fuese a la mierda.

-Claro que no, tonta.- dice Max con una sonrisa.

-Más te vale.- digo divertida.

Cuando mi tren llega, nos levantamos y le abrazo, un abrazo de despedida, una despedida hasta el domingo.

-¡Chao!- digo antes de entrar en el vagón del tren.

Max se despide con la mano y me siento en el asiento que salía en el billete, al lado de la ventana.

Coloco mi bolso en el lado de la ventana, conecto mis auriculares blancos y rosas a mi móvil y saco del bolso el libro de 50 Sombras de Grey

Música y 50 Sombras de Grey mis acompañantes en el tren hasta Santiago.

Me había quedado dormida tres veces en el trayecto, las mismas que me había despertado gracias a los mensajes de mi madre que me preguntaba si había llegado ya para recogerme en la estación.

Busco con la mirada a mi madre en estación y cuando veo a una mujer morena, no muy alta y bien vestida al lado de un hombre alto y moreno, camino hasta ellos.

-¿Esperais a alguien?- digo divertida cuando llego junto a ellos.

La pareja se gira y me abrazan.

-Solo me quedaré una semana, nada más eh.- digo divertida mientras me abrazan.

Mis padres ríen y nos separamos.

-¿Qué tal el viaje? ¿Qué tal en Barcelona? ¿Qué tal en la Universidad? ¿Comes bien?- dice mi madre.

Mi padre y yo reímos.

-Bien a las tres primeras preguntas y si a la última.- digo divertida.- Tengo 18 aós, tranquila.- digo a mi madre.

-Lo sé, lo sé.

Tardamos media hora en llegar a la casa. Era una casa grande de piedra, con los bordes de las ventanas blancos y pequeños cristales. Alrrededor de la casa hay un jardín lo suficiente grande para la piscina y un par de arbustos y entramos por una puerta de madera grande en la casa.

-¿Cuál es mi habitación?- digo confusa. Solo había pasado un mes en esta casa ya que mis padres se habían mudado el primer mes de vacaciones de verano a Santiago.

-Acompáñame.- dice mi madre caminando hasta las escaleras de madera de la casa.

La sigo con la maleta y subimos las escaleras hasta el tercer piso de la casa.

-Esta.- dice en cuanto llegamos al desván de la casa.

-No lo recuerdo así.- digo con una sonrisa en mi rostro. El mes que había pasado en esta casa dormía en una de las habitaciones de abajo, no estaba decorada a mi gusto y la cama era pequeña, pero para mi gusto y para el mes que solo pasaría, me servía ya que la casa estaba sin arreglar.

Las paredes del sótano están pintadas de un verde suave, todos los muebles eran de la misma madera que el suelo del piso de Barcelona, incluído el armario de la pared en la que está el escritorio y una silla blanca. En la pared de la ventana del sótano hay un pequeño sofá y la cama es de matrimonio y está tapada por un edredón rosa con flores blancas.

¿Esta mujer se acostumbrará a que ya no soy su niña de 3 años a la que vestía con vestidos de flores y recogía su pelo en dos coletas? 

-¿Te gusta?- dice mi madre.

-Si, gracias.- digo con una sonrisa.

Mi madre me abraza y besa mi mejilla derecha.

-Jorge llamó a la mañana para saber si ya habías llegado y le dije que llegarías a la tarde asi que seguramente tengas visita.- dice mi madre antes de bajar las escaleras.

-Vale.- digo con una sonrisa antes de tumbarme en la cama.

Jorge es un chico alto, moreno, sus ojos eran grises y vive a dos manzanas de la casa. Es el único amigo que tengo en Santiago ya que todos mis amigos o estaban en Madrid o en Barcelona.

Coloco la ropa de la maleta en el armario y dejo mi PC sobre el escritorio de la habitación.

Pongo la chaqueta verde que había dejado sobre la cama y cojo mi bolso antes de bajar al piso de abajo.

-¿No vas a comer en casa?- dice mi madre desde la cocina.

-No. Jorge me ha dicho que me esperaba en su casa para ir a dar una vuelta asi que eso haré.- me encojo de hombros y miro el salón, mi madre había hecho una reforma completa.- Me tienes que decir para que he venido a Santiago cuando vuelva.- digo antes de salir de la casa.

Lo más habitual en Santiago era la lluvia y en este momento estaba lloviendo. No sé por qué me parece tan raro. 

En cinco minutos llego a la casa de Jorge y sus padres, timbro y espero a que alguien se digne a abrir la puerta.

-¿Bella Collins puntual?- dice Jorge abriendo la puerta.

-Yo también te he hechado de menos, idiota.- digo divertida antes de abrazarlo.

-Yo también te he hechado de menos.- dice abrazándome.- ¿Nos vamos? Tengo coche.- dice con una sonris de triunfo.

-Quiero ver ese coche asi que vamos.- digo sonriente.

Jorge suelta una carcajada y tras cerrar la puerta de casa, caminamos hacia la entrada de coches para la casa en la que hay un coche rojo estacionado.

-Waow, ¿qué has hecho para convencer a tus padres?- digo divertida.

-Suplicar durante dos meses.- dice divertido.

Los dos reímos y entramos en el coche.

Viviendo Con Mi Ex.Where stories live. Discover now