Capítulo 17.

86.8K 3.7K 138
                                    

Bella. 

-¿Y cómo es que veniste a vivir a Barcelona?- pregunta Tom mientras salimos del restaurante italiano. 

La verdad es que no había estado nada mal, me había gustado la comida pero aún así no era de mi estilo. Siempre suelo comer algo más sencillo aunque si a Tom le gusta... el me ha invitado a comer y tampoco ha estado tan mal el sitio aunque mi hamburguesa con patatas fritas y Coca Cola no las cambiaría por la comida de un restaurante italiano.

-No está mal alejarse un poco de la familia, mi madre suele agobiarme con los estudios y necesito no sentirme tan agobiada aunque mi hermano y su novia viven también en Barcelona.- digo divertida.

Por otro lado, la cena había sido divertida ya que habíamos empezado a conocernos y había descubierto cosas de el que me gustaban aunque al mismo tiempo, me daban miedo.

Bajamos las escaleras de la entrada del metro y esperamos a que llegue el que nos llevará a mi piso. Ahora que lo pienso, no estaría mal haber venido en coche.

El vagón en el que entramos está absolutamente vació, parece que somos los únicos pasajeros aunque seguramente en las próximas paradas entre más gente.

No estaba equivocada cuando en la próxima parada, entran dos parejas y un grupo de amigos. Puede que heche de menos eso de salir en grupo con los chicos de clase, ir a una cena y arreglarte como para una boda o cosas por el estilo que solía hacer en el instituto. Bueno, parece más lejano de lo que es, al fin y al cabo solo han pasado cinco meses.

En la próxima parada, Tom y yo salimos y subimos las malditas escaleras para salir a la calle. 

Cuando salgo, el aire frío golpea mis brazos que no están tapados. Pocos segundos después, algo rodea mi cabeza.

-Gracias.- digo con una de mis mejores sonrisas a Tom.

Termino de poner su sudadera y encojo mis brazos para que me queden más grandes las mangas pero no tiene resultado. Si por algo me gustan las sudaderas, es por la sensación de sentirme más pequeña, como escondida por lo amplia que es pero la de Tom, a diferencia de las mia y las de Max, era más ajustada.

¿Max? ¿Por qué acabo de poner su ejemplo? Nicol también lleva ese tipo de sudaderas, mis amigas del instituto...

Caminamos por la acera que rodea la playa más cercana al edificio.

Tom rodea mi espalda con uno de sus brazos y seguimos paseando.

Max. 

Siento como la puerta de la casa se abre y poco después, escucho la risa de Bella. Me gusta su risa, su forma de reir es graciosa y contagiosa aunque suele cambiar mucho de risa, sinceramente, no lo entiendo.

Estoy tumbado sobre el sofá del salón, me había quedado dormido viendo una película que hechaban en la televisión y el ruido de la puerta al abrirse, me acababa de despertar aunque mis ojos permanecen cerrados.

-Vete tu subiendo, yo beberé algo.- dice Bella.

-Vale, te espero en la habitación.- la voz masculina que respone me recuerda a la de Tom aunque sé que es él ya que habían salido juntos.

Siento los pasos del chico subiendo las escaleras. Bella suspira y deja caer algo en el sillón de al lado, seguramente su bolso, siempre lo deja ahí.

No pasa ni un minuto cuando siento que algo cae sobre todo mi cuerpo, a excepción de la cabeza. 

Toco con mi mano lo que acaba de colocar sobre mi, era la manta negra del salón. 

-Buenas noches, idiota.- susurra Bella antes de que sienta como sube las escaleras.

Buenas noches, idiota. 

Bella. 

En las novelas, siempre suele aparecer el momento en el que el chico mira a la chica mientras duerme. En mi caso, en mi vida, es al revés, al menos en este momento.

Tom parecía ser un chico perfecto, sin defectos y si los tenía, eran diminutos como una hormiga.

Mientras miro como duerme, pienso en la idea de tener algo con él. Me preguntaba como sería volver a tener pareja ya que desde que mi relación con Max se había acabado, había decidido no mantener ninguna relación con chicos pero en mi cabeza, en este instante, se estaba remplanteando la idea de volver a formar parte de la chica enamoradiza de antes.

Dos pequeños golpes en la puerta de mi habitación hacen que me aleje de mis pensamientos, me levanto y camino hacia la puerta. Cuando abro esta, veo a Max.

-Hoy te has levantado muy pronto para ser sábado, ¿te encuentras bien?- digo divertida.

Max rueda los ojos y finalmente ríe conmigo.

-Pasaré el día en casa de Dylan y Lidia, vale?- dice mirándome con sus ojos marrones. 

Odiaba sus ojos, ¿cómo no los hiba a odiar si me había enamorado de ellos? 

Cuando lo conocí me llamaron la atención sus ojos, normalmente los ojos color café no llaman la atención, siempre he pensado que eran muy simples, que son más bonitos los verdes, los grises... Y ahora pensareis, ¿y lo azules?, ya estoy cansada de que digan que son bonitos, a mi no me llaman tanto la atención aunque me siento afortunida por el color de mis ojos.

Lo sé, se me va la pinza.

-Vale, ¿algo más?- digo con una dulce sonrisa para solucionar mi tono borde al decir las palabras.

-No, solo era para decirte eso. Siento si he molestado.- agacha la cabeza y mueve su pelo con su mano derecha. Me pone nerviosa cuando hace eso, aunque con el tiempo ya me he acostumbrado.

-No, no has molestado.- miro hacia el suelo de madera y suspiro.- ¿Desayunamos juntos en la cocina? Me he despertado y...

-No puedo, tengo que irme ya.- da un paso atrás con el propósito de irse.- ¿Ah! Se me olvidaba decirte que ya saqué el billete para que te vayas a Santiago como me pediste. ¡Chao!- sonríe y se va.

-¡Gracias!- digo antes de cerrar la puerta de mi habitación.

Cojo mi ropa interior de uno de los cajones del vestidor y camino hacia el baño con el propósito de relajarme bajo el agua de la ducha.

Viviendo Con Mi Ex.Where stories live. Discover now