Con tantos sospechosos, era imposible encontrar un culpable rápido y Yoongi temía que fuese demasiado tarde. La puerta se abrió bruscamente y Seulgi asomó el rostro preocupada.

—Su majestad, Jimin desea verlo.

—Vámonos, y tú—observó al guardia—, asegúrate de que la amenaza les llegue a todos.

Y salió de aquella habitación, caminando a pasos apresurados hasta donde estaba Jimin, su bonito esposo esperaba sentado en uno de los muebles, con la cabeza baja y notablemente preocupado. Seokjin, a su lado, trataba de consolarlo, pero el otro doncel no respondía.

Se acercó a él en silencio y le acarició la mejilla, viendo su cuerpo reaccionar al enfocarlo.

—Hyunggie... —gimoteo con pesar. Yoongi posó un beso en su frente y le regaló una sonrisa.

—Todo estará bien. Te lo prometo—y con eso, el pecho del doncel se sintió cálido y se alzó para abrazar al mayor, que lo alzó en sus brazos—. Aún tengo algo hacer, déjennos solos.

Jimin ocultó su rostro en el pecho del mayor, que salió de su habitación y se dirigió a su propia habitación, deteniéndose en aquél camino de brasas que ya estaban casi apagadas.

—Hyunggie, te harás daño.

Yoongi no le contestó, pateando sus zapatos y pasando rápidamente por las cálidas brasas, quemando sus pies y haciéndolo sisear. Cuando finalmente llegaron al cuarto y lo dejó sobre la cama, su rostro se contrajo.

>>Te dije que no debiste—suspiró, inclinándose para revisar las plantas de sus pies, que sólo lucían rosadas. Cuando alzó la mirada, sintió las manos de Yoongi sobre su rostro y sus labios por fin juntarse. Su cuerpo aumentó de temperatura cuando fue recostado en la cama, Yoongi le observó fijamente y le dijo en voz suave:

—¿Confías en mi? —el doncel asintió, con las mejillas rojas—. Entonces no tienes nada que temer.



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—Me siento como un preso.

—No eres el único—suspiró Jungkook—, aunque mis pies lo agradecen, el bebé y yo estamos temblando todavía.

Seokjin giró a ver a Jungkook, que tenía un brazo apoyado en el lateral de la silla y otro sobre su vientre. Después que Yoongi se hubiese llevado a Jimin, los nobles que habitaban el palacio estaban reunidos con la guardia, tratando de capturar a los intrusos, porque estaban seguros de que había más que uno.

Y habían dejado a los donceles y a las mujeres en un cuarto fuertemente custodiado.

—¿Cómo sabes qué es niño? —preguntó una vocecita a un lado, Jungkook giró a observar a la concubina del antiguo emperador.

—¿Lo es?

—Dijiste el bebé.

Jungkook se mordió el interior de las mejillas, parpadeando lentamente, no había razón en específico, sólo le decía así. Se encogió de hombros y ella soltó una risita.

>>Tienes bonitos ojos, sería bueno que él los heredara.

—No... lo había pensado—Jungkook bajó la mirada hasta su vientre, donde su bebé se removía inquieto—. Aunque sería genial...

—Encontraron a otro de los intrusos con una de las sirvientas—susurró alguien a lo lejos, al mismo tiempo que la puerta de abría y Jiseok entraba, todos saliendo de aquella habitación.

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