Capítulo 57

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Preferí mantenerme alejada de las redes sociales y del televisor hasta tener noticias sobre Frederick, por mucho que quisiera enterarme de todo lo que se estaba diciendo, por mi salud mental, era mejor mantenerme alejada de todos, Freya y Blomberg también consideraban que era bueno hacerlo. Para alrededor de las seis, Frederick llamó al celular de Blomberg, tengo que decir que me sentí un poco mal de que decidiera llamarle a él primero antes que, a mí, pero sí él llamaba a Blomberg era por una razón importante.

—Dios mío Bethany, toma asiento por favor, tu ansiedad está matándome.

Se quejó Freya en mi dirección, dejé de morderme las uñas de mi mano derecha y volteé a verla. Desde que Blomberg cogió el celular y se salió de la casa a hablar, me paré de mi asiento y he estado caminando de un lado a otro algo ansiosa.

—Lo siento, no puedo evitarlo.

Era verdad, la ansiedad me consumía fácilmente y no podía controlarla.

—Ven, vamos a la cocina a prepararte un té.

Dijo levantándose de su asiento, la seguí hasta la cocina y observé sus movimientos al preparar la tetera para el té y sacar dos tazas de la alacena, estaba más que agradecida con ella por preocuparse por mí. Cuando se sentó frente a mí, no pude evitar soltar en un suspiro pesado todo el aire que estuve conteniendo.

—Yo... —Intenté buscar las palabras adecuadas para poder describir lo que estaba sintiendo, mi corazón estaba acelerado y no dejaría de latir con gran fuerza hasta tener noticias de Frederick.

—Tranquila, no hace falta que te expliques, entiendo que estás preocupada por él y toda esta situación —agregó con tranquilidad, le ofrecí una diminuta sonrisa que no tardó mucho en decaer—. Puedo ver que realmente lo quieres, te preocupas por él como nadie más lo hace.

Reí, fue una risa algo hueca.

—¿Es demasiado tarde para decir que lo amo?

Ambas reímos, con Freya, no hacía falta que ocultara mis sentimientos o no les pusiera un nombre, ella tenía esa grandiosa habilidad de conocerlos sin que tú digas una palabra.

—Y él te ama también —aseguró—. Nuestro príncipe estará bien, es muy fuerte.

No dudaba de que lo fuera, había pasado por muchas cosas en su vida y, aun así, Frederick se mantenía a flote.

El té estuvo listo unos minutos después y Blomberg entró a la casa, al llegar a la cocina, se recargó en el marco de la puerta y nos miró a ambas, Freya dejó de hacer lo que estaba haciendo para mirarlo.

—Está bien. No es tan malo como imaginábamos.

Freya enarcó una ceja y yo lo miré con curiosidad.

—¿Podrías explicarte mejor?

Inquirió, Blomberg abandonó el marco de la puerta y se acercó a nosotros, tomando asiento en la mesa.

—El rey no tenía idea de ese audio, tampoco Frederick —habló. Estaba segura de que nadie era consciente de ese audio—. El rey estaba sorprendido y pidió un reporte del informe, al parecer alguien colocó el audio en una memoria USB y lo reprodujo en una computadora que estaba ligada a la transmisión en vivo.

—¿Saben quién es?

Pregunté.

—Lo saben, pero lamentablemente el audio fue reproducido en televisión nacional que no hay mucho que se pueda hacer contra la persona que puso el audio.

—Eso es basura, ¿cómo que no hay nada que se pueda hacer? —protestó Freya—. Pueden castigarlo.

—Incluso si el dueño del audio recibe un castigo, Frederick tiene que ser juzgado junto a la princesa de Noruega, es parte de la ley y el parlamento real, el daño ya está y ambos tienen que dar un testimonio de los hechos.

Mi romance realDonde viven las historias. Descúbrelo ahora